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Un cubo de sangre (1959)

Un cubo de sangre
66 min.
6,3
961
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Sinopsis
Walter Paisley es un humilde camarero de un café bohemio, celoso del talento y la popularidad de sus clientes regulares. Pero cuando por accidente mata al gato de su casera y lo cubre de arcilla, Walter es tomado por un brillante escultor. Consumido por su ego de artista, las esculturas empiezan a multiplicarse mientras la gente del lugar empieza a desaparecer... (FILMAFFINITY)
Género
Terror Comedia Serie B Comedia negra Comedia de terror Asesinos en serie
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
A Bucket of Blood
Duración
66 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
6
Parodia del cine negro
Film de Roger Corman. El guión, de Charles B. Griffith, se inspira en parte en el argumento de "Los crímenes del museo de cera" (Toth, 1953). Se rueda en exteriores de Venice Beach (L.A.) y L.A. y en platós de Filmgroup, con un presupuesto de 50 mil dólares. Producido por Corman, se estrena el 21-X-1959 (EEUU).

La acción tiene lugar en Greewich Village (NYC) a lo largo de unos pocos días, en 1959. Walter Paisley (Miller) es un muchacho solitario, retraído y algo retrasado, que trabaja como asistente de camarero del café cantante "The Yellow Door", en el que se reúnen artistas bohemios y jóvenes rebeldes de la generación "beat", dados a la holgazanería, las drogas, la violencia y teorías antimaterialistas y anticapitalistas. Ignorado por todos, persigue el amor de Carla (Morris) y la fama.

El film es una comedia de terror, horror y suspense. Rodado en 5 días, Corman mejora su récord de 6 días, aunque por poco tiempo ya que rueda el film siguiente ("La tienda de los horrores") en 2 días y una noche. La obra forma parte de la trilogía de comedias de humor negro que Corman realiza en 1959-61, con guiones de Griffith. Los otros dos títulos son "La tienda de los horrores" (1960) y "El monstruo del mar encantado" (1961). Las 3 obras se basan en parodias de género (cine negro, terror y ciencia ficción).

El film tiene el interés añadido de describir y satirizar realidades sociales del momento. Presta atención a los jóvenes "beat", su indumentaria, aficiones (jazz y guitarra), ideas, pedantería y rechazo de la música "rock". En los años 60 el movimiento "beat" se diluye en el de los "hippies". Añade un interesante apunte sobre el mundo del arte, con referencias a artistas, intermediarios, coleccionistas y críticos.

La cinta se apoya en una buena historia (poco desarrollada), un buen ritmo (habitual en Corman) y un buen aprovechamiento de las fuentes de humor (parodia, sátira, burla, etc.). Pese a las limitaciones de tiempo y presupuesto, que se hacen patentes en el uso de maniquís por esculturas y otras circustancias, Corman consigue momentos estremecedores de horror y terror. Un hábil manejo de la iluminación le permite la creación efectista de escenarios siniestros, lúgubres y expresionistas. Extrae de los protagonistas interpretaciones satisfactorias, en especial de Dick Miller, en el único papel protagonista de su carrera, en el que trasmite una convincente imagen de la fragilidad psíquica del personaje.

La música, de Fred Katz, ofrece fragmentos de saxo (Paul Horn) y guitarra (Alex Hassiley). Añade una partitura de continuidad que da profundidad y fuerza a los sentimientos que inspira la acción. La fotografía, de Jacques R. Marquette, crea lances de humor visual (progresivo aburguesamiento de Walter), subraya el humor verbal (Walter repite mecanicamente afirmaciones de Max), exagera hasta la hilaridad el tremendismo de algunas referencias (posturas de las esculturas) y de los medios homicidas. Film baratísimo, entretenido y digno.
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22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Malas influencias (por lo imbécil).
Por si alguien albergaba algún tipo de dudas sobre lo brillantemente chusco y vacilón que puede llegar a ser Roger Corman (sobre todo cuando tiene al lado a Charles B. Griffith con la pluma afilada), quiero creer que tras ver esta incisiva y cruel radiografía de la tontería e imbecilidad que en el mundo del arte conceptual es norma (en mi modesta opinión), que envuelve la entretenida, gamberra, divertida y trufada de humor macabro historia del “camarero que quería ser artista” (versión beatnik de la cañí “el limpiabotas que quería ser torero”), tras la visión de esta corta joyita rodada en 5 días y protagonizada por un inmenso Dick Miller (este tipo ilumina la pantalla en cada producción en la que ha asomado a lo largo de su extensa carrera), quiero creer que hasta el más cerril enarcador de cejas ante cualquier obra firmada por Corman y/o Charles B. Griffith, las verá bajo otra perspectiva mas allá de la manida y por otra parte real, definición de “serie b minúscula hecha con 4 duros “.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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