El jardín de Jeannette (2016)

El Jardín de Jeanette, donde las luces y las sombras muestran con insuperable maestría la alegría y la mortificación de una mujer del siglo XIX.

Stéphane Brizé nos ofrece en esta ocasión una adaptación de la primera novela de Guy de Maupassant, en la que una joven, llena de sueños y ganas de vivir, se encuentra con la trampa de un matrimonio que llenará de pesadumbre su existencia. El año pasado, El Jardín de Jeanette, obtuvo el Premio Fipresci en la sección oficial del Festival de Venecia además de ser galardonada con el Premio Louis Delluc a la Mejor Película. Estreno el 6 de octubre.

En principio puede parecer una película más de época, sensiblera y ñoña. Pero en seguida nos atrapa con el impresionante juego que hace de la luz, mostrando una atmósfera deslumbrante en los momentos felices, y en los tristes una oscuridad en la que apenas se vislumbra a los actores, hecho que nos hace forzar la vista y a la vez, meternos de lleno en la trama. Cuando los problemas acosan a Jeanette (interpretada por Judith Chemla), se nos muestra la cara más amarga de los elementos, el frío casi da dentelladas al espectador.

El jardín, la naturaleza y el paso de las estaciones actúan como hilo conductor que nos van llevando por el devenir del argumento, el paso de la inocencia e ilusión de la protagonista al pozo de dolor y amargura en el que cae, habiendo idas y venidas en el tiempo, una de las pocas licencias que se toma el director sobre la novela original.

El vestuario, y maquillaje son de impecable factura, la interpretación de los actores es adecuada, destacando la de la protagonista, casi omnipresente en la pantalla a lo largo de toda la película.

Hay casi una ausencia total de banda sonora, que es suplida con sonidos del ambiente, como el mar, insectos, ruidos de cubiertos; tan solo en alguna ocasión contada, tenemos música interpretada con un pianoforte, que aporta más dramatismo y a la vez nos retrotrae al siglo XIX.

En definitiva, una película recomendable que sorprende, atrapa, y que pese a los 120 minutos de su metraje, nos tiene en vilo hasta el final, lo cual no es demasiado frecuente para una película de su género.

Lo mejor: el uso de la luz, tanto en los brillos como en las sombras.

Lo peor: Hay un incidente que sucede en la película, que no se nos muestra, y queda poco claro el asunto.

Escrito por Mari Luz Nogues
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Cuando se tiene el buen gusto de expresar con bellas imágenes, en principio baladís pero que comunican más que muchas palabras, los sentimientos y la interioridad, cuando se intenta expresar las vueltas que da la vida y cómo nos encerraríamos en nuestros propios pensamientos visualmente, en ese momento puedes apreciar esta cinta que, a pesar de que su defensa no vaya en el ritmo, los sutiles detalles inspiradores y reiterativos del pensamiento visual la hacen bella, intensa, vehemente y penetrante. La interpretación de la protagonista es aguda, traumática, filosofal, profunda, ayudada por una claustrofóbica elección de unos planos excesivamente cortos, ganando magnitud en la gestualidad y en la moralidad, sin dejar espacio para una trama que no da aire a la protagonista, que no la deja escapar de esa cerrazón, de eses virajes que le muestra la vida... y al final es eso, una vida.