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Los que tocan el piano (1968)

Los que tocan el piano
96 min.
5,4
704
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Disponible en:
Suscripción
Sinopsis
Cayetana, su novio Paco y Venancio, su hermano de leche, cometen pequeños hurtos y, de vez en cuando, pasan unos días en la cárcel. Pero un día conocen a Federico, un ladronzuelo que ha viajado por el extranjero y que los convence de que utilizando métodos europeos el éxito está garantizado. Paco decide entonces actuar científicamente para apoderarse del material quirúrgico de un hospital. Tan científico es el plan que, de repente, el pobre Venancio se ve obligado a ponerle una inyección a un paciente de odontología, y Paco a sacarle alguna que otra muela. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Robos & Atracos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Los que tocan el piano
Duración
96 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
4
La palma guay.
Siendo yo aún un niño tuve algunas veces una discusión con mi padre sobre el término 'palma', que él, madrileño de pro, utilizaba a menudo para referirse a la policía. Yo siempre le decía lo mismo: "Papá, que no es palma, que es pasma, que estoy harto de oírlo en las pelis y leerlo en los tebeos, que palma sólo lo dices tú, que es invento tuyo", y él siempre me respondía obcecado que no, que de pasma nada, que era palma de toda la vida. Yo siempre pensé que era una ida de olla de mi viejo y jamás di crédito a sus argumentos.

Pero hete aquí que un día en Cine de barrio repusieron esta película, y a los pocos minutos de metraje aparece el inconmensurable José Bódalo interpretando a un castizo comisario que está interrogando a Leblanc y Landa que han sido detenidos por hacerse pasar por policías para timar a una pareja. Y cuando Bódalo le suelta a Leblanc aquello de: "A mí no me engañas, vosotros estabais haciendo la palma ful, venga, confiesa", me di cuenta de golpe de que mi padre no se había inventado nada, que la palabra existía y que con seguridad se utilizaba a menudo en el Madrid más castizo en los años de juventud del mío padre. Los años, eso sí, habían ido poco a poco acabando con ella hasta el punto de caer en desuso total.

De hecho, a día de hoy, 18 de octubre de 2011, puedo decir que se la he oído a dos personas sólo, a mi padre y a José Bodalo en esta película.

Una vez contada la anécdota personal, paso a comentar que esta película esta aquejada del mal endémico que afectó a la mayoría de las de su género y época, véase Los tramposos y similares; es decir, un buen comienzo con el que reírse bastante, seguido de un desarrollo que va perdiendo fuelle poco a poco hasta desinflarse del todo y dar lugar a un final que ya ni te interesa dado que ha llegado precedido de tres cuartos de hora infumables en la trama del hospital que es un auténtico coñazo. Aunque siempre hay algo aprovechable claro, en este caso la calidad de los actores y de añadido poderle dar la razón a tu padre después de años de injusticia léxica lavapiesera.

De ful nada, papá, era guay.
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15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¿Tocas el piano? – La armónica de oído
Película de las de siempre en el cine español, con ese de las de siempre no es nada negativo, simplemente es una formula que funcionaba en esta época, la típica picaresca y gente normal dedicada a la profesión del hurto.

- Sabían demasiado
- Los tramposos
- Los dinamiteros
- Atraco a las tres
Entre otras muchas y buenas películas de nuestro cine, claro que siempre habrá detractores por ser cine patrio, pero que se le va hacer, somos así.
En esta, una serie de individuos, Leblanc, Landa, Velasco se dedican al arte del timo y el hurto fácil.
Landa en el papel de pueblerino que tanta fama le dio y tanto mal le hizo, se une al siempre pícaro Tony para construir su banda, en un timo rutinario son cogidos y llevados a la comisaría, allí una escena clásica la del vocabulario callejero (con un Bodalo perfecto), aunque muchas de las palabras aun son usadas.
Varios son los skech que son recordados, sobre todo y principalmente la actuación de “Saza”, un secundario de lujo que casi siempre lo suele hacer bien, lo peor, que ha hecho mucho y no todo notable.
La escena es cuando el trío quieren robar los utensilios de un hospital y por un despiste extravían los mismos, y entran a la consulta del dentista, con Alfredo Landa haciéndose pasar por enfermero y “Saza” por paciente nervioso (no era para menos), le tiene que poner la inyección que lo iba a anestesiar, un rato de risa durante toda su actuación, que no cuento por si alguien no la vio.
Muchas son las ocurrencias de estos pícaros y con enloquecidas escenas, bastantes surrealistas, pero hay radica su encanto, un joya de nuestro cine que no os la podéis perder.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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