El hijo secreto (1979)

Garrel en estado puro y de gracia. “El hijo secreto” es un juego de veladuras y fundidos. Un ejercicio metacinematográfico donde experimenta temas constantes como el amor, el desamor, la locura y la perdición. Hay dolor y drogas duras. Posiblemente sea la película de Garrel que mejor refleje estos temas tan recurrentes en su filmografía.
Hay cierta predisposición en los recursos en la puesta en escena como cristales o espejos. La foto fija en la presentación de ese ‘hijo secreto’, el encabalgamiento de la banda sonora frente al diálogo y sobre todo ese regreso tan cinematográfico fotograma a fotograma del parpadea del niño. “El hijo secreto” es una pequeña lección magistral donde lo único que sobran son las palabras…

Renuncio a los momentos alegres.
Los largos abrazos.
Los besos.
Entre destellos de negro, renuncio al olvido.

Es en manos de sus artistas donde nace el nuevo cine.
Es en manos de sus artistas donde cobra vida.