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El más allá (1981)

El más allá
87 min.
5,8
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Sinopsis
El sótano de un viejo hotel está construido encima de la puerta al más allá donde deambulan los zombies. Una joven hereda el hotel y decide renovarlo pero terribles "accidentes" ocurren durante las obras. Un pintor muere, el fontanero desaparece y su amigo se rompe el cuello. Ella huye al hospital pero la pesadilla sólo acaba de empezar… (FILMAFFINITY)
Género
Terror Gore Sobrenatural Casas encantadas Zombis Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
E tu vivrai nel terrore - L'aldilà
Duración
87 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
El más allá
El Más Allá es la Capilla Sixtina del gore. Hasta ese momento, éste era algo feo y desagradable. Fulci, sin embargo, lo eleva a la categoría de obra de arte, y lo hace mediante una narración cuasi-surrealista y alucinada hecha de la misma carne con la que fue engendrada otra pesadilla bizarra y extraordinaria, el Inferno de Dario Argento, estrenada sólo un año antes. Ambas son ilógicas, caprichosas en su desarrollo y profundamente autistas en su concepción dramática. Son, por decirlo de otro modo, maravillas renacentistas en las que la forma se zampa al contenido, un contenido cuyo desarrollo argumental responde a unas leyes tan ininteligibles como ininteligible es el comportamiento de los personajes que la protagonizan: mera sustancia vital (y nada más) que se ve engullida por ese agujero diabólico surgido de la nada (en Inferno convocado por las Tres Madres, en la cinta que nos ocupa sito en la húmeda y calurosa Louisiana).

Para entrar en el juego que nos propone el italiano se tiene que poseer una mirada cultivada y abierta a nuevas experiencias y sensaciones. La validez de los experimentos formales radica en la credibilidad que nosotros le queramos adjudicar. ¿Arañas devorando un rostro humano? Si es visualmente hermoso e impactante, ¿por qué no? Porque El Más Allá es eso: una representación gráfica del Mal, una abstracción que reproduce el sentimiento de miedo elaborando una forma de arte inédito y radicalmente heterodoxo. Fulci inventa y reinventa (hay muchas autocitas) y exige al espectador poner algo de su parte, lo induce a considerar sus arritmias narrativas como simples antesalas a cada set-piece terrorífica, le pide que se deje contaminar por su enfermiza, subyugante puesta en escena y que perdone los (involuntarios o no) errores de escritura e interpretación. Él sólo quiso traernos el infierno a casa. El resultado: un filme de un poder icónico ilimitado, un mal sueño del que cuesta mucho despertar.

Lo mejor: su creatividad, casi pictórica (¿Fulci meets Dalí?).
Lo peor: algunos desconcertantes puntos muertos.
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59 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Del rojo al amarillo.
Cine intuitivo, de inusual arrojo en una estética, diremos, manual. El giallo evolucionó desde un tono de enmarañado policíaco a un cine de terror que, desde las bases del suspense inauguradas por Bava en “La muchacha que sabía demasiado”, asumió cada vez más riesgos estilísticos y un tratamiento más explícito del terror, el sexo y la violencia.

Tuvo éxito de público la receta, configurándose un género propio, de arranque puramente italiano, con claves que ofrecían películas en las que el forjado de la imagen le robaba insistentemente el sitio a unas bases literarisa que serían, simplemente, meros soportes de unas secuencias en las que la imaginación y la libertad se derramaban sin contención. Y sin sentido, a veces, del ridículo.

Este “El Más allá”, sin ir más lejos, ejemplifica bastante bien la evolución de ese thriller irreverente y macabro hacia un terror obsceno, de excéntrico histrionismo y casquería fina.

Fue a finales de los 70, Fulci ya había dado paso a un desfase de horror puro y salvaje, cuando podemos observar también unas más que interesantes relaciones entre estas pelis y el cine de terror, americano o no, de la época (zombies, slasher…) Elementos, todos, que dieron lugar a unas claves y una imaginería visual que aún hoy se imita, con resultados normalmente mediocres al faltar el ingrediente maestro: libertad creativa. En general, todos los que hayan visto algo de serie B carne de videoclub de los 80 observarán similitudes (no diré germen, pero casi) de esos subproductos con las cintas de directores como Bava, Fulci o Argento. Y de ahí en adelante las influencias continúan vigentes.

Irreverencia, atmósfera, sobreactuación y un sentido del suspense artesanal, modesto, construido a partir de una discontinuidad voluntaria y saltimbanqui en el planteamiento de las escenas y presentación de personajes. Un subgénero barato, de novelucha de misterio con tapas de sugestivo dibujo de sangre roja (asesinos, pistolas, mujeres gritando…) sobre fondo amarillo.
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
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