Plenilunio (2000)

Todo aquel que haya leído la novela de Muñoz Molina se sentirá decepcionado conla adaptación al cine que de ella ha hecho el eficaz, a veces brillante, y reputado Imanol Uribe. Como yo soy de ellos, me ha decepcionado "Plenilunio", a pesar del tremendo e impacable halago que supone que el cineasta haya elegido Palencia como la ciudad pequeña, de provincias, dónde se desarrolla la trama. Si alguien no ha leído la maravillosa, vibrante, emocionante y magistral obra literaria no tiene derecho a cargarse esta película, pues sin ser una obra maestra, bien aceptable es.
Es la historia de un inspector de policía (Solá) que es trasladado del País Vasco (dónde estaba en el punto de mira de ETA) a una ciudad de provincias a fin de resolver el cruento e insólito para tan pequeña urbe, caso de un asesino de niñas (Botto). El inspector, quien tiene a su mujer (Charo López) recluida en un psiquiátrico afectada por una neurosis obsesiva con a causa de las llamadas amenazantes y de muerte que éste recibía en Euskadi, entabla una amistad y luego una relación sentimental con la maestra (Ozores) de la primera niña asesinada. Así pues, hay una doble trama: la intriga y el melodrama. En la novela ambas se enlazan, se complementan, fluyen unidas admirablemente con soberbios monólogos llenos de lirismo, rabia y emoción. Y de aquí parte el gran problema en la adaptación de la novela al cine: el discreto e insuficiente guión de Elvira Lindo ha de transformar los monólogos en diálogos y ser el punto de partida de elaboración de las imágenes. Y en película ambas partes argumentales no se complementan, más bien se diferencian abismalmente, de tal forma que la intriga y el thriller sobre psicópatas es flojo, inerte y deslabazado, y no es el típico y tópico thriller, se aparte inteligentemente de ello, a lo cual se añade la horrible interpretación de Juan Diego Botto, como el vulgar, timorato y torpe asesino, mientras que el melodrama cuasiotoñal resulta convincente, inteligente y maduro como lo que cuenta amén de excelentes interpretaciones de Solá y Adriana Ozores (cada día actriz más grande y querible), sin olvidar los magníficos trabajos también de Fernán Gómez y Charo López, en un reparto completado por Chete Lera.
De la mezcla, pues, sale una película correcta, que quiere ser tan respetuosa con el libro del que parte (hay un "cameo" del autor) que queda presa de él y amordazada, resultando casi seguro que todo aquel que haya leído el eléctrico y hermosísimo relato de horror, amor y soledad de Múñoz Molina salga cabizbajo del cine. El resto, simplemente satisfechos. Y los habitantes de Palencia, contentos, porque la ciudad sale muy bien marcada y tratada.

P.D.: Cuando quiera el sabelotodo le doy una lista de toneladas de celuloide de mierda producido en EEUU en los últimos veinte años y también otra lista con CINE español de categoría que se mea a la mega industria yanqui. Qué zote eres, colega, y que exagerado. Haz esa obra maestra de una santa vez, por Dios.

Difiero completamente de las demás opiniones sobre "Plenilunio". De acuerdo con que hace años Vajda dirigió otra película sobre el mismo tema: "El cebo", lo cual conduce a una idea ya nada original. Sin embargo, la cinta también tiene dos planos secundarios, pero tan importantes como la trama: La amenaza implícita de ETA al policía y una crítica contra las raquíticas penas de prisión impuestas a gentuza como el asesino de niñas.
Para mí lo que resta mérito a "Plenilunio" es que se centra demasiado en la relación afectiva y amorosa entre Miguel Ángel Solá y Adriana Ozores, dos buenos actores del cine español. En mi opinión el mejor de los intérpretes es Juan Diego Botto, cuyos ojos verdaderamente expresan una mirada llena de odio y rencor contra el mundo.
No obstante, "Plenilunio" cuenta con tres fallos sin importancia para la historia, pero fácilmente identificables (ver spoiler)