Comando Txikia (Muerte de un presidente) (1976)

Me da la impresión que, a pesar de estar filmada apenas tres años después del magnicidio, ésta cinta es bastante desconocida si la comparamos con "Operación Ogro", realizada un poco más tarde (1979). Y ese es probablemente su punto débil: la similitud argumental entre ambas y la mejor popularidad de la otra. A pesar de todo, para el interesado en éstos temas, no deja de ser interesante aunque ya hayas visto la versión, para mi superior, de Gillo Pontecorvo.

Las interpretaciones son más que correctas, a destacar Juan Luis Galiardo y Paul Naschy, éste último ejerciendo como "forzudo" del grupo y levantando pesas (fue campeón de España de halterofilia en 1958).

Lo menos destacable, aparte de su ritmo algo torpón, es la última parte. Parece que no se disponía de más tiempo de rodaje y la película se finiquita de manera demasiado abrupta. La secuencia de la explosión es tan breve como ridícula, aunque eso sea lo de menos, y la monótona banda sonora se convierte, en la parte final, en una auténtica tortura.

Recomendable a pesar de sus limitaciones.

Lo mejor: su interés documental histórico.
Lo peor: la música.

Es una cosa muy interesante, cincuenta años después del asesinato del político y militar español Luis Carrero Blanco el 20 de diciembre de 1973, a cargo de la banda terrorista ETA, comparar los dos largometrajes que, ya en la Transición, se rodaron sobre este sonado magnicidio. Yo lo tengo claro: pese a que "Operación Ogro/Ogro" (1979), coproducción hispano-italiana dirigida por el italiano Gillo Pontecorvo, es mucho más famosa -seguramente por el previo prestigio de Pontecorvo como cineasta de causas políticas de izquierdas-, a mí me parece mucho mejor "Comando Txikia: Muerte de un presidente", y en todos los sentidos. Es un largometraje mucho más minucioso (se dan hasta las características técnicas del explosivo Goma-2; se habla de la visita de Henry Kissinger el 19 de diciembre, visita que retrasó el atentado al 20; se muestra a dos de los terroristas del comando visitando la Casa del Libro de Madrid para documentarse sobre minería) y se pierde menos en anécdotas que el film de Pontecorvo. La realización está bien, el montaje bien, la música bien...y el reparto está a la altura, con un impagable Paul Naschy como forzudo superhombre vasco que se entretiene (y se luce, claro) partiendo troncos y levantando pesas en el gimnasio.

En "Comando Txikia" aparece Carrero Blanco (interpretado por un actor), lo que humaniza a la víctima, y, lo que es más sorprendente, el personaje de José Antonio Ceinos, en la secuencia en la que él y Tony Isbert van a Aranda de Duero a por los explosivos, se muestra muy reticente con la operación y con la necesidad de matar para conseguir los objetivos de ETA. En suma, aquí aparecen dudas, contradicciones, y el guión se molesta además en dar una breve biografía de Carrero al comenzar el film. Todo esto es importante porque, por comparación (y sin comparación) "Operación Ogro" es, en el fondo, un panfleto proetarra en el que se heroiza más a los miembros del comando, y en el que un cineasta de tendencia comunista como Pontecorvo asume sin rechistar los postulados de la izquierda española de los 70, según la cual los etarras eran poco menos que héroes que luchaban por el fin de la dictadura, cuando, en realidad, sólo iban a lo suyo, a conseguir la independencia de las Vascongadas mediante la violencia y el terror.

Tanto "Comando Txikia: Muerte de un presidente" como "Operación Ogro" son algo así como modernos cantares de gesta de la Transición, disfrazados en cierto modo de crónicas, reconstrucciones o cine político convertido en espectáculo: marcan y remarcan la idea, muy extendida, de que la Transición hubiera sido imposible sin el asesinato de Carrero, pero yo pienso que esto es muy discutible. En cualquier caso, invito al lector a que vea estas dos películas, para que luego decida por sí mismo.