Romeo y Julieta (1920)

En el tribunal se está llevando a cabo un juicio entre los Montekugerl y los Capulethofer… y luego de escuchar los alegatos de parte y parte (léase gritos e insultos… por suerte inaudibles porque estamos ante una película silente), el juez dicta sentencia con gran sabiduría y utilizando una sencilla paradoja… aunque no parece seguro que las cabezas de estas necias familias la hayan entendido. Les dice: “Unos y otros tienen razón porque ninguno tiene razón”. Les obliga a pagar entonces los costos procesales… y así comienza la fuerte rivalidad entre las dos familias que habitan dos granjas colindantes, y luego, bueno, ¡ya ustedes saben lo que pasa cuando entran en escena, Julieta, la hija de los Capulethofer y el hijo de los Montekugerl, Romeo, dispuestos a romper con las absurdas tradiciones y a amarse libremente…

Pero lo que aquí pasa, subvierte lo por todos conocido que saliera de la pluma del gran dramaturgo inglés William Shakespeare, pues, exceptuando la rivalidad y el romance de la pareja, todo lo que sucede en este mediometraje –realizado en los años de “escuela práctica” del director Ernst Lubitsch- es una versión, optimista, conciliadora, y en un simpático tono de comedia que, sin ningún reparo, se permite romper con lo ya establecido y pre-supuesto.

Con una actriz muy atractiva, Lotte Neumann (Julieta), a la que es evidente que el director alemán tenía en alta estima por la manera sobresaliente como la incluye en los créditos, y con Gustav V. Wangenheim como Romeo, el filme cuenta también con un guión libre de Lubitsch y su habitual colaborador Hanns Kräly, los cuales ni siquiera se molestan en darle el crédito al genial dramaturgo, porque lo que hacen con su obra es más un homenaje divertido que una adaptación.

Se deja ver fácilmente, y hasta con los más pequeños, este "ROMEO Y JULIETA EN LA NIEVE" pues descarta cualquier acto de violencia explícita, y con personajes un tanto caricaturescos, todo no es más que una suerte de parodia, que bien puede ser el abrebocas de una matiné doble un día domingo.

Creo que, con este pequeño pero simpático filme, Lubitsch pretendía hacer un llamado a la cordura y a la paz, porque entre las cosas absurdas que se daban en la humanidad de aquellos años (¿?), es que dos familias se odiaran generación tras de-generación, sin siquiera tener bien claro que es lo que ocurrió el mal día en que empezó la bronca. Por suerte, me da la impresión de que ya esto, entre familias, va quedando atrás. Ahora el odio es masivo y entre religiones... lo que significa que la insensatez se multiplica. Y así no debe ser.

384/25(24/11/20) Film menor del gran Ernst Lubitsch con apenas 28 años, pero un mediometraje de 45 minutos disfrutable en su jocosidad y buenrollismo quizás queriendo lanzar un grito de paz entre enemigos. Film silente germano que cumple este año un siglo desde su estreno (12/Marzo/1920), se basó libremente en la tragedia shakesperiana “Romeo y Julieta” (1597), ello con el guión del propio Lubitsch y su habitual colaborador Hanns Kräly (entre 1915 y 1929 colaboró con el director en 30 películas), que ni siquiera dan crédito al Bardo de Avon, ello en una revisión en comedia sobre los legendarios amantes, situando la acción en un pueblo alpino teutón del siglo XIX, con la rivalidad (filtrados los apellidos por el alemán) de los clanes Montekugerls y Capulethofers. Todo surtido de un humor apreciable ya desde su original prólogo en que nos cuentan el origen de la enemistad entre las familias, con personajes cercanas a las caricaturas, ello en escenarios bucólicos nevados (rodado en espacios naturales de Menzenschwand en la Selva Negra), con las granjas típicas de cuatro techos alpinos, con decorados interiores vistosos (rodaje en los estudios Maxim en Blücherstraße en Berlín) y con una imaginativa fiesta de disfraces, hasta desembocar en un final irreverente y cálido.

Los Capulethofer y el Montekugerl son dos familias teutonas que viven una frente a la otra en el pequeño pueblo de Schwabstedt en la Selva Negra, son enemigas por una vieja disputa que ni los tribunales pudieron resolver. Esta disputa afecta a los miembros más jóvenes de las familias. Las complicaciones surgen cuando el joven Romeo (Gustav von Wangenheim), hijo de Herr Montekugerl, regresa a casa después de algunos años de ausencia. Se enamora perdidamente de Julia (Lotte Neumann), la hija de Herr Capulethofer. Esto empeora más la enemistad entre las familias.

La película te engancha en su humor punzante desde su inicio, mostrando el porqué de la disputa entre las familias, (¿?) llegan ante un juez, al que los dos patriarcas intentan sobornar al tribunal con dos salchichas enormes, que el juez pesa en la balanza de la ciega justicia para saber quién es más generoso (los Capuletofers). El juez resuelve el enfrentamiento con estilo salomónico, les espeta: “Unos y otros tienen razón porque ninguno tiene razón”, y les hace pagar a ambos clanes las costas procesales, lo cual acrecienta la pendencia entre ellos. Luego para escenificar la tensión latente de violencia entre los clanes, tras una elipsis de años, vemos una infantiloide pelea entre muchachos de ambos bandos que degenera en una batalla campal chirigotesca en su puerilidad; Con la entrada en acción del romance entre los Romeo y Julieta hay un montaje notable en el que por un lado vemos a los patriarcas Capulethofer y Montekugerl enzarzados en una guerra de nieve, y por otro lado vemos a Romeo y Julieta pasear por el campo acarameladamente; Hay un delirante baile de disfraces donde Romeo se viste de andrógino ángel (el disfraz abandonado por el ‘patéticamente ridículo’ pretendiente consentido de la familia) engañando a los padres de Julieta para poder estar junto a ella; No podía faltar la parodia a la escena del balcón, en este caso con una escalera para allegar al dormitorio Romeo de Julieta; Y todo desembocando en el clásico final de la obra, aunque todo destilado por el peculiar tono cínico tono de la película (spoiler*).

Es un film donde está presente el famoso toque Lubitsch, sobre todo en el humor sutil, en el tomo por momentos de vodevil, con la crítica ácida sardónica a la justicia, con momentos como cuando los amantes se levantan del banco nevado y tiene sus posaderas blancas, enfocándolo el director de espaldas, y más. Todo con buen gusto, con respeto al material de origen, tan agradable todo que se me ha hecho demasiado corto y con ello apresurado su rush final.