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Port Arthur (1980)

Trailer (JAPONÉS)
Sinopsis
La historia narra la batalla por la colina 203 durante la guerra ruso-japonesa en 1905. La colina fue capturado con la pérdida de muchas vidas en ambos lados, japoneses y rusos. La captura de la colina permitió al ejército japonés poner presión sobre la flota rusa del Pacífico, asegurando así la victoria japonesa, al mando del Almirante Togo , en la batalla naval siguiente. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Bélico Histórico Años 1900 (circa)
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
203 kochi
Duración
185 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1981: Japan Academy Awards: 3 premios. 10 nominaciones
10
El Sol Naciente sobre la colina 203
Alrededor de los altos muros que bordean el puerto Arthur, los cercenados y chamuscados cuerpos de los soldados japoneses se apilan en una imagen desoladora de la derrota.
De entre ellos un muerto se alza y con el rostro destrozado no duda en clamar "Este es un lugar horrible...y no regresaremos con vida de aquí".

Al final es alcanzado desde lejos por las balas rusas mientras el teniente Koga observa, bajo la lluvia, esta amarga predicción del destino de los vivos; con su voz melancólica y desgarrada, Masashi Sada entona la "Balada de los Guerreros", concluyendo así la 1.ª parte de esta gesta épica de sangre, barro, plomo y honor. La gesta de las ambiciones de dos países que transformarían la tierra en ceniza y a los hombres en grandes masas de carne podrida, batalla decisiva para que el Imperio de Japón protegiese sus dominios frente a la invasión europea en Asia, extendida cual virus durante el siglo XIX.
Filipinas no resistió ante la bandera estadounidense, China cayó bajo la inglesa, pero Japón, contra todo pronóstico, pudo aguantar. Shigeru Okada quería narrar esta epopeya al estilo clásico, si bien era consciente de que a finales de esos años '70 el bélico ya no atraía al gran público; acuerda entonces entre sus socios de Toei centrar el guión en algunas figuras clave de la contienda y dar a ello un aspecto lo más humano y realista posible, y para la tarea es elegido, con mucho acierto, Kazuo Kasahara (responsable de los tan documentados libretos de las "Batallas sin Honor ni Humanidad", que tanto éxito habían dado a la compañía).

Alimentada tanto con las dudas como con el entusiasmo de los diferentes implicados, se prepara la mayor producción de la Historia de Toei, con ayuda de Toho, y la más larga, amén de la más cara, del cine nipón hasta la fecha. "Port Arthur" la inicia un narrador distante que, a modo de profesor universitario, nos sitúa en el lugar de los hechos que llevaron a la revuelta de Japón contra Rusia; la estructura narrativa se dividiría en tres actos (cada uno marcado en cada hora del metraje) donde Kasahara, en su técnica usual, va introduciendo a cada uno de los muchos personajes, enfocándose en tres: Takeshi Koga, Maresuke Nogi y Gentaro Kodama, y cómo sus diferentes personalidades evolucionan en el curso de la guerra.
El primero, con el afable rostro de Teruhiko Aoi, es el ejemplo del japonés occidentalizado de la era Meiji, profesor pacifista, amante de la cultura intelectual rusa; no pocos paralelismos surgen, al ser nombrado teniente, con el Kaji de "La Condición Humana", pues su alma se irá oscureciendo y deshumanizando en cada contienda, que considera un sacrificio de vidas inútil para satisfacer el capricho de la poderosa aristocracia, ignorante del sufrimiento de esos pobres diablos que bajo sus órdenes se baten contra un enemigo quince veces superior, en campo abierto, a cara descubierta y a plena luz del día en las llanuras baldías de Liaotung.

Pero Kasahara y Toshio Masuda, que tras su romance con el cine de animación ha entrado a formar parte del proyecto sin pensárselo dos veces, en absoluto adoptan un enfoque unilateral con respecto a quiénes son los buenos y quiénes los malos (como sí sucedía, por ejemplo, en "La Batalla de Okinawa"), por ello éste se aproxima también a la intimidad del bando ruso, aunque nunca veamos en pantalla sus planes y maniobras de contraataque, permaneciendo en secreto. A través de los ojos de Koga (a quien conceden una subtrama romántica bastante innecesaria, todo sea dicho) obtenemos la perspectiva del campo de batalla.
Para recrear no una batalla, sino la masacre a la que fueron lanzados cientos de miles de hombres por una causa más que perdida (o al menos así lo parecía), se combinan la veteranía en la acción y el drama del director, la labor del operador Masahiko Imura y los equipos de Hiroshi Kitagawa (director de arte) y Teruyoshi Nakano (director de efectos especiales) y un presupuesto de casi 2 billones de yenes, garantizando un espectáculo de dimensiones colosales y ricos detalles visuales que logran impregnar en nuestros pulmones el olor de la pólvora, de la tierra mojada por la sangre, del sudor, las vísceras y la carne quemada mientras nuestras retinas se encogen con imágenes bellamente cruentas.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

El estupor es general tras coronarse las colinas que bordean al puerto, la nación estalla de júbilo y ondean las banderas con la insignia imperial. Japón se coloca a la cabeza de Asia, pero se nos deja con la duda de si han sido necesarias tal cantidad de vidas humanas...
La obra, que contiene algunas de las más poderosas imágenes e interpretaciones de la Historia del cine (para atesorar en el recuerdo la comentada al principio o el profundo lamento final de Nogi ante el emperador, a quien, como no podía ser de otra forma, da vida Toshiro Mifune), arrasa en la taquilla y en los premios nacionales, reavivando el interés por el bélico en el público. Con ella Masuda inicia una tetralogía sobre la guerra en la que sería la etapa de madurez de su carrera.
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