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El negro que tenía el alma blanca (1951)

El negro que tenía el alma blanca
85 min.
5,3
76
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Sinopsis
Madrid, 1907. La próxima llegada a la capital del famoso cantante y bailarín Peter Wald es un acontecimiento. Se presenta en el "Teatro del Sainete" y su éxito es apoteósico. Tan solo Emma, la "cortadita", se muestra fría y distante. Le genera rechazo por ser negro. Peter se ha quedado sin pareja de baile y le ofrece la oportunidad de triunfar a su lado, se ha enamorado de ella. A pesar de todas las atenciones los prejuicios crearan una barrera insalvable. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Musical Años 1900 (circa)
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
El negro que tenía el alma blanca
Duración
85 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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8
ALCOHOL SOBRE LA HERIDA
Dinamismo narrativo, precisión psicológica, finura descriptiva y coherencia argumental proporcionan solidez cinematográfica a una casi desconocida película que H. del Carril dirigió con maestría a mitad del siglo pasado.
Un guión ambicioso y muy elaborado, una interpretación excelente y una selección musical afortunada confieren al largometraje mérito para inscribir su nombre en el círculo de los selectos.

Tratar sobre temas comprometidos conlleva riesgo.
Y poner alcohol sobre una herida escuece pero cauteriza.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
SIN MÁS
Su título nos habla del alma blanca con toda la simbología que la palabra entraña de pureza de sentimientos, de lealtad y sinceridad.
Lástima que la reciprocidad no sea la moneda de cambio en el camino que le toca recorrer al protagonista.

Simple en su planteamiento y lejos de abordar la complejidad de la novela en la que se basa, se decanta por dar protagonismo a la historia de amor dejando en suspenso el drama personal de un hombre criado como blanco pero rechazado por una sociedad cargada de prejuicios.

La moraleja final recoge uno de los errores más comunes de la naturaleza humana, valorar a partir de la pérdida.
Ya se sabe que el ser humano, además de ser bueno por naturaleza (Rousseau) y un lobo para con el hombre (Hobbes), puede ser todavía más tonto si se lo propone (Marx, Groucho).
Echar en falta a alguien cuando ya se ha ido y no tenerle en cuenta mientras estaba a nuestro lado sigue teniendo plena vigencia.

Sabiendo todo esto, disfrutemos de la pasión, desilusión, poder e infelicidad que se conjugan en este drama existencial donde la nobleza de sentimientos es exaltada en flagrante contraposición a la perfidia.

Sin más.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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