Pequeñas voces (2010)

De los directores Oscar Andrade y Jairo Eduardo Carrillo nos llega esta notable película de animación para adultos.

Nos narra como actúa, por desgracia, la guerrilla colombiana para captar a sus soldados cuando aún son niños pequeños. Está basada en hechos reales. Lo que más me impactó fueron las voces de los niños que nos narran la película en voz en off, mientras el espectador disfruta, dentro del terrible drama, de una bellas imágenes realizadas por niños colombianos y su precioso colorido. Nos muestra como algunas familias viven o vivieron la terrible experiencia, en algunas ocasiones con final trágico. Si por ejemplo un chavalín se da a la fuga, la guerrilla colombiana va a por su familia y la ejecuta. Los someten a un severo y estricto entrenamiento, y por ello unos inocentes niños cambian la pelota por un fusil de asalto. Abandonan su infancia para ser soldados.

Es duro que el mundo aparte la mirada de algo así, por eso hago mi crítica. Encuentro importante dar a conocer un tipo de cine documental casi desconocido por la gran mayoría.

La violencia en Colombia parece no tener principio ni fin. Se envuelve y desenvuelve en la espiral de control territorial, que genera desplazamiento forzado y de manera recurrente desemboca en la miseria de la gran ciudad. Esta es de manera muy somera la “dinámica” del conflicto armado en Colombia. Sin embargo, ¿alguien se sensibilizó con ese pequeño párrafo? Quizás la respuesta sería: “¡¡¡Por supuesto que no!!!”. Esto es debido probablemente a la deshumanización del relato y del mismo conflicto armado, que se ha vuelto tan cotidiano que ya difícilmente actos de barbarie (“guerra”) tienen el poder de sorprender y conmover. Lo más impactante e importante es conocer a las personas que viven el día a día de esta realidad. En este sentido, este hermoso documental lleva la delantera, presentando unos “personajes”, que como todos los actores de la guerra llevan su parte, personajes comunes y corrientes, y aún así, inéditos. Les da representación y voz. Son pequeñas voces. En los últimos tiempos, se ha tratado de retratar el conflicto desde varias perspectivas (no sólo de historias) también desde los ámbitos de las humanidades y de las artes, y desde este último, es la primera vez que veo un relato íntimo, sin más pretensión que la de mostrar una realidad y dar la oportunidad a los más pequeños de estatura pero los más grandes de corazón, compartir su experiencia. Claro, todas las vivencias expuestas en el documental son impactantes y llegan al alma, te conmueven, te demuestra como el país tiene diferentes realidades que conviven juntas y como ¿el azar? Te puso en otro lado. Pero más allá del mensaje obvio, a mí me dejo la sensación de miedo, la pregunta: ¿Hasta cuándo? Y titubear y llegar a la respuesta: Ojalá no sea hasta siempre, porque la historia de cada niño y niña presentada en el documental, son unas pocas de muchas y no son las primeras ni las últimas.

La forma de realizar el documental, animación 3D, contribuye enormemente al efecto que causa el documental en el espectador. Por otro lado, aunque el país no se destaca precisamente por ser un gran realizador de producciones animadas, este documental no desentona con la técnica usada, la animación es impecable.