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Paprika, detective de los sueños (2006)

Paprika, detective de los sueños
90 min.
7,3
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Sinopsis
La psiquiatra Atsuko Chiba ha desarrollado un método de terapia revolucionario denominado "PT", un prototipo de máquina experimental gracias a la cual es posible introducirse en la mente de los pacientes para tratar sus ansiedades. Pero uno de los modelos de PT es robado del laboratorio de la Dra. Atsuko, y comienzan a utilizarlo para invadir las mentes de sus creadores, destruyendo sus personalidades mientras duermen. (FILMAFFINITY)
Género
Animación Ciencia ficción Fantástico Intriga Surrealismo Animación para adultos Película de culto
Dirección
Reparto
Animación
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Papurika
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Animación
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Yasutaka Tsutsui
Links
Premios
2006: Festival de Venecia: Nominada al León de Oro (mejor película)
2007: Festival de Annecy: Sección oficial largometrajes a concurso
9
La vida es sueño
Lo cierto es que siempre he admirado al director Satoshi Kon. Siendo la animación japonesa un medio que está siendo explotado de maneras horribles, y que parece cada vez más dado a presentar tópicos- qué sé yo, series "de hostias" a lo Naruto, películas de acción sin guión al estilo Blood y demás abortos cinematográficos animados- es bueno saber que hay alguien con una mente creativa e ideas excelentes. Y es que desde su ópera prima Perfect Blue, Satoshi Kon ha ido madurando y madurando, demostrando en el 2004 con "Paranoia Agent" que es capaz de llevar su imaginación hasta límites incluso algo difíciles de seguir (aunque todo es cuestión de estar atento y ver la serie sin ideas preconcebidas). Me cuesta entender cómo el jurado ni siquiera nominó esta película a los Oscar, y en cambio le dieron el premio a una película de pingüinos saltarines. Vale, sabemos que los criterios de los Oscar son más que dudosos, ¿Pero tanto?

Pero bien, dejando de lado eso y entrando en lo que es la película, Satoshi Kon demuestra que es una fuente de ideas inagotable. La película parte de una serie de premisas ya de por si más que curiosas, y se atreve a desarrollarlas prescindiendo de los tópicos del anime, aunque utilizándolos a la vez en algún momento con cierto valor irónico, y es que no pueden faltar los robots gigantes, ¿No?

Lo cierto es que lo que mejor se aprecia dentro de esta película es su experimentación en torno al mundo onírico. Lejos de plagiar a David Lynch, Luis Buñuel o Terry Gilliam, Satoshi Kon se ha preocupado sinceramente por tocar de una nueva manera la representación de los sueños, siguiendo con fidelidad extrema la lógica de la realidad onírica, que implica mucho más que "cosas raras": el orden que siguen las transiciones, la naturaleza absurda de la forma de hablar de algunos personajes, la destrucción de la lógica espacial, el cambio constante de aspecto, el teletransporte y demás fenómenos que, normalmente, suelen evitar los directores para mantener una cohesión narrativa dentro del mundo onírico. Y que nadie piense que, por eso, Paprika es una película confusa de seguir. Al contrario, no salimos del visionado sin haber entendido nada, la historia tiene pies y cabeza, lo que hace que tenga incluso más mérito el método que usa Kon para presentarla.

Pero bien, tanta excelencia y tan buen ojo para crearse mundos no implica que la película no tenga algún defecto. El guión es extremadamente bueno, pero una de las pequeñas historias secundarias (de amor) parece excesivamente forzada, de nuevo desafiando tópicos, pero sin demasiada cohesión con el resto de la historia. Segundo, que dura demasiado poco. No es que eviten narrar nada, pero es que se pasa tan rápido que uno se queda con ganas de más.
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127 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Imaginación e inventiva Vs. Lógica y argumentos mascados
Después de debutar con la fantástica Perfect Blue y colocarse, a título personal, como un director con poco o nada que envidiar a genios como Hayao Miyazako o Isao Takahata con Millenium Actress, Satoshi Kon vuelve a dar en la diana con su película más personal hasta la fecha, una adaptación de una novela homónima nipona que parte de una base que no es nueva en el género de la ciencia ficción: una megacorporación ha desarrollado un aparato que, usándose bien, podría permitir la cura de enfermedades introduciéndose directamente en el cerebro del paciente, en sus sueños, y extirpándoles el mal. Desgraciadamente, a los tres minutos de película nos enteramos de que han robado dos de estos artefactos, por lo que a raíz de ahí toda la trama se centra en la investigación y búsqueda de dichos artilugios.

Kon nos muestra a toda la galería de personajes que protagonizarán esta función, todos ellos estereotipos del anime que, por primera vez en muchos años en el género, consiguen con una personalidad tremendamente definida ser más que meros monigotes. Tenemos a un científico bastante alocado e infantil, un anciano que resulta ser la voz de la conciencia aún con sus idas mentales, a un detective, e incluso a la mujer que es fría pero que se descubreinteriormente como una joven alocada. Pero lo importante aquí no es la presentación de personajes, sino el viaje onírico al que nos somete Satoshi Kon, un viaje por las profundidades de la mente, de los sueños y las pesadillas y que copa todo el protagonismo.

La bella At-Chan, y su materialización en forma de avatar en los sueños, Paprika, se comen todo el peso de una trama que resulta difícil de seguir si no se ponen los cinco sentidos en el intento. Por suerte, partiendo de la base de que todo es surrealista y onírico, tampoco habrá que buscarle lógica científica a todo, siendo primordial dejarse llevar por el poder de las imágenes de Satoshi Kon, quien con esta película atrapa al espectador y no lo suelta hasta pasados los 90 minutos, cortísimos, que dura la cinta. La animación es brutal, brillante, al nivel del mejor Ghibli, y la imaginación que demuestra este genio es casi equiparable a la que Miyazaki demostró en El Viaje de Chihiro.

Paprika es, en definitiva, una obra mayor de un tío que con apenas cuatro películas y una serie de 13 episodios se ha convertido en uno de los más prometedores directores japoneses -de películas anime o no-, y uno de los pocos capaces de añadir una carga emocional, filosófica y dobles sentidos a tramas adultas y completamente alejadas del anime tradicional. Una joya que no debéis perderos por nada del mundo y que, por poco, no alcanza -a título personal- el nivel de solidez de Millenium Actress, pese a ser totalmente equiparable a cualquier nivel.
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72 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
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