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Pánico en Needle Park (1971)

Pánico en Needle Park
110 min.
6,8
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Sinopsis
Retrato de un grupo de adictos a la heroína que vagabundea por el "parque de la aguja" en la ciudad de Nueva York. Una de las películas preferidas por el propio Al Pacino de toda su carrera. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Drogas Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Panic in Needle Park
Duración
110 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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Premios
1971: Festival de Cannes: Mejor actriz (Kitty Winn). Nominada a la Palma de Oro
7
El orgullo de los yonquis
Hay un par de motivos por los que está sonando “Just like a woman” mientras empiezo a escribir estas líneas acerca de un lugar que existe y existió aunque nunca llegara a salir en los mapas, no al menos con ese nombre. Está y estuvo en el Upper West Side de Manhattan, en la intersección entre la calle 72 y Broadway y a sólo un par de manzanas del lugar en el que fue asesinado John Lennon, y fue y sigue siendo una pequeña plaza llamada Sherman Square. En los años 60 y 70, sin embargo, en pleno auge del consumo de heroína, aquel lugar se convirtió en el refugio habitual de yonquis y camellos y pasó a ser conocido como Needle Park, el Parque de la Aguja.

El primero de los motivos es que en “Pánico en Needle Park” no suena una sola nota de música. A diferencia de muchas otras pelis acerca del mundo de la droga, se apuesta por un discurso átono, lacónico e hiperrealista, cercano al del documental y muy alejado, por poner un par de ejemplos recientes, del desparpajo visual de “Trainspotting” o del machacón y narcisista sermoneo de “Réquiem por un sueño”, que hurga sin exhibicionismos ni moralina en las sórdidas rutinas de Bobby y Helen, dos seres débiles y desnortados que se necesitan el uno al otro casi tanto como a la droga. Sin ser una gran película, “Pánico en Needle Park” retrata al menos, de modo veraz y humano, las flaquezas y las patéticas quimeras de una pareja que corre hacia ninguna parte y debe fingirse un destino nuevo cada día si quiere sobrevivir.

No parece descabellado, como dicen, que Coppola convenciera a los productores de “El Padrino” de que Al Pacino debía ser Michael Corleone gracias al visionado de esta peli. Su excelente composición del raterillo y camello de tres al cuarto Bobby está a la altura de su, a ratos, desmedida leyenda como actor. Quien está realmente soberbia, en todo caso, es Kitty Winn, una actriz que, a diferencia de Pacino, se desinteresó pronto por el cine y llegó a rechazar papeles como el de Connie Corleone o el de teniente Ripley, y que ganó la Palma de Oro de Cannes gracias a su conmovedora Helen, un ser frágil y desorientado que, como dice la canción de Bob Dylan, lo hace todo como una mujer hasta que echa a llorar como una niña.

Y eso me lleva al segundo de los motivos. Esta peli sigue siendo, junto con la posterior y más que notable “El espantapájaros”, lo mejor de la más bien mediocre filmografía del fotógrafo y cineasta Jerry Schartzberg, un tipo que más que por su carrera como director será siempre recordado por el ser el autor de la foto que ocupa la portada del maravilloso “Blonde on blonde”, el disco que contiene “Just like a woman”, dedicada, como “Like a rolling stone”, a la actriz y modelo Edie Sedgwick, que murió de sobredosis, con 28 años, unos pocos meses después del estreno de esta peli. Una foto pálida y desenfocada y tomada en 1966 en el barrio de Chelsea, cinco años antes y unas treinta calles más abajo del pánico que ahoga a Bobby y a Helen en el Parque de la Aguja.
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56 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
EN LA ÉPOCA DE ESCASEZ SE AVECINA EL PÁNICO; EL MONO SE EXTIENDE POR NEEDLE PARK
En la confluencia de Broadway con la calle 72, en la conocida como plaza Sherman, los yonkis y adictos al letal caballo (la heroína), se reunían diariamente en aquella zona conocida por ellos como Needle Park (parque de la aguja), para inyectarse y hacer acopio de todos los ácidos lisérgicos, tóxicos y nocivos que les hicieran olvidar de manera artificial las penas de un mundo que sentían que no les pertenecía, algo así como lo descrito por Antonio Vega en la canción que mejor retrata la marginalidad de estos desheredados, la espléndida "Lucha de gigantes".

Jerry Schatzberg, traslada a la gran pantalla y con la colaboración en las lides de guionistas de Joan Didion y John Gregory Dunne, la obra epónima de James Mills que supuso además la puesta de largo de uno de los más grandes en la historia del séptimo arte, el señor Al Pacino, que aunque dos años antes había estrenado su ópera prima en el "Yo, Natalia" de Fred Coe (1969), no fue hasta el estreno de esta meláncolica y depresiva película cuando dio a conocer al mundo entero sus innegables y descomunales dotes artísticas en la interpretación de personajes de una compleja hondura psicológica.

En esta tremenda historia sobre el mundo de la droga en la inmensidad de la ciudad de NY, Schatzberg crea un ambiente sórdido y deprimente como corresponde al mundo retratado.

Narrada de forma correcta aunque sin ningún tipo de alarde ni artificio, la fotografía en su mayor parte de interiores (pues normalmente los desesperados yonkis se inyectaban su casi siempre adulterada morralla en el interior de la casa de cualquier colega), cuando no suerte de solución híbrida intravenosa de nuez moscada, betún o cualquier droga industrial recetada por cualesquiera médico o veterinario con morfina de por medio.

...Y en el camino, cuando venían épocas de abstinencia, el pánico se adueñaba del Parque de la Aguja, pues los yonkis se convulsionaban ante la estridente llegada del mono puñetero, aquel que les llevaba a cometer actos impúdicos, deshonrosos y poco decorosos a ellas, y violencia inusitada y descontralada a ellos...cuando no colaborar con la poli de narcóticos chivando el nombre de cualquier capullo de los grandes..."Un yonki siempre canta...".

Un descenso a las profundidades de un proceloso mar de no retorno, porque el personaje de Bobby (Al Pacino) se ve arrastrado por la marea del desamparo (tal vez también del paro, ¿por qué no?... aunque ésto sea más discutible), y en el desesperado intento por agarrarse a la superficie y no sucumbir, se lleva con él el alma cándida de una mujer sin oficio ni beneficio y que pasaba de paso,Helen (Kitty Winn)...

Un mareante y lisérgico paseo por este difícil camino hacia lo desconocido...porque a buen seguro la muerte para los vivos sigue siendo aún un misterio inescrutable...

"¡Dios ayude a Bobby y a Helen!".

R E C O M E N D A B L E Y D I D Á C T I C A.
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42 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
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