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Los hombres no son dioses (1936)

Sinopsis
La secretaria de un famoso crítico de teatro (Miriam Hopkins) se siente apasionadamente atraída por el personaje de Otelo que está interpretando en la ciudad un conocido actor. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Teatro
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Men Are Not Gods
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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6
Nadie lee sus críticas ni mira cuántos le han votado. ¡Anda ya!
Interesante drama algo rebuscado: La secretaria de un prestigioso crítico de cine se aprovecha de que el crítico nunca lee sus críticas una vez publicadas en los periódicos (Eso sería poco creíble hoy en día Si no ¿para qué estoy escribiendo estas líneas ahora?) y tras los ruegos de la esposa del actor debutante en el papel de Otelo (no un actor consagrado como pone el resumen del Filmaffinity) da el cambiazo de la crítica por una elogiosa. A partir de ahí, el actor triunfa, la secretaria es despedida una vez que el crítico se entera del engaño y se acerca inexorablemente la tragedia del triángulo amoroso..

Se ha quedado anticuada en muchos aspectos, ver spoiler, pero aún así si se ve con una actitud indulgente no está mal.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La indeterminación del género: ni comedia, ni tragedia, ni tragicomedia..., y un poco de todo.
Esta película me atrajo porque vi, leyendo su sinopsis, que anticipaba la estupenda "Doble vida" que le deparó a Ronald Colman un merecido Oscar por un papel que aquí Sebastian Shaw es incapaz de elevar a los niveles conseguidos por Colman. Todo comienza como un vodevil, con la mujer de un actor de teatro que acude a la sede del diario del crítico más importante de Londres para implorarle una crítica benévola, porque su marido, un manojo de nervios en los estrenos, no ha sido capaz de estar a la altura que alcanza a poco que la obra vaya adquiriendo un rodaje de días y semanas en cartelera. El crítico, sin embargo, en confidencia con su secretaria, Miriam Hopkins -un pelín sobreactuante, e inducida al desconcierto por esa indeterminación genérica que lastra la película-, revela que ha escrito una crítica despiadada con quien le parece que "masacra" la gran obra de Shakespeare. La actriz, así pues, acaba entrevistándose con la secretaria, quien, compadecida, decide reescribir la crítica, porque este ya ha dicho que tiene por costumbre no releerse jamás, razón por la cual se anima a "corregir" a su jefe. La ley inexorable de Peter, que en el cine se cumple más que en cualquier otro ámbito humano, nos lleva a que el crítico acabe leyendo la tergiversación que ha sufrido su crítica y que nos veamos con la secretaria en la calle, sin oficio ni beneficio. Eso sí, desde ese momento, lo que fue una curiosidad, ir a ver si el actor era tan malo como decía su jefe, se convierte en una adoración hacia su trabajo y, por extensión, a su persona. Como la mujer, que interpreta a Desdémona, por supuesto, le está agradecida, le franquea el acceso a una relación con ellos que enseguida se torcerá, porque, y eso es lo singular en esta incursión del cine en el drama shakesperiano, es la mujer quien sufre de celos patológicos y ve en cualquier mujer una enemiga potencial. Como Otelo vive angustiado por los celos de su mujer, se lanzará a la conquista de la extraña, por más que desde una poderosa ambigüedad: sigue enamorado de su esposa y, sobre todo, depende de ella, de su apoyo y de sus consejos, profesionalmente. Que en 1936 él le proponga a la incondicional admiradora, que establezcan una relación adúltera de la que él pueda disfrutar, liberándose de la presión de su mujer, sin tener que dejar a ésta, es decir, la clásica amante a la que se le monta un piso, no deja de ser un cierto atrevimiento moral, y más aún que ella, después de sentirse humillada e insultada, y no pudiendo vencer la obsesión que siente por él, acabe aceptando esa situación extramarital de él con ella sin renunciar al vínculo. El progreso de la historia nos lleva, sin embargo, en la dirección del drama, porque el actor se asfixia en una relación toxica que no le deja ser libre. Que, antes del desenlace, se sepa que la mujer va a tener un hijo, algo que ignora el marido, pero no la amante, quien rompe con él definitivamente, nos pone en el buen camino de la tragedia que ha de resolverse, como es preceptivo, en el asesinato de Desdémona, justificado por la propia obra.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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