Tintín: El Cangrejo de las Pinzas de Oro (1947)

Esta es la primera película de animación belga, y la primera adaptación cinematográfica de las aventuras de Tintín, ese muchachito andrógino, de flequillo imposible y permanentes pantalones de golf que, acompañado por su fox-terrier, el dipsómano Haddock y los inefables Dupond et Dupont (Hernández y Fernández en castellano), sale airoso de las situaciones más complicadas y resuelve los misterios más enrevesados.

En esta primera aventura para la gran pantalla, de la misma nacionalidad que su vertiente en cómic, se adapta uno de los álbumes más célebres: "El cangrejo de las pinzas de oro", y la adaptación es una de las grandes bazas de la película. Al contrario que en muchas ocasiones actuales, en las que una película basada en un cómic se aleja de la historia original por mor de esa extraña dictadura de la audiencia que acostumbra a hacer naufragar las adaptaciones, en este caso la película es totalmente fiel al tebeo, incluyendo secuencias oníricas. Todo ello en un vetusto y delicioso stop-motion en blanco y negro, de un primitivismo que, lejos de resultar obsoleto, aparece como otra baza del filme.

Las voces de la versión original (incluyendo la de Milú, otra muestra de fidelidad al cómic) están muy cuidadas, y la inclusión de fotografía de escenarios reales resulta muy innovadora teniendo en cuenta que la animación belga empezaba en ese momento.

Tintín es un personaje que ha demostrado estar siempre al día y no pasar de moda nunca. Desde 1929, con el primer álbum ("Tintín en el país de los soviets") hasta la adaptación cinematográfica dirigida por Steven Spielberg, este periodista y sus amigos llevan casi un siglo deleitándonos con sus aventuras, que dieron en esta película el salto del noveno al séptimo arte. Esperemos que cumplan muchos más.