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Redención (Los casos del Departamento Q) (2016)

Redención (Los casos del Departamento Q)
112 min.
6,2
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6
Una desvaída botella a la deriva
La premisa – que funcionó bien en las dos entregas anteriores, sobre todo en “Profanación” – queda aquí diluida hasta quedarse en un telefilme caro pero vacuo y deviene en una colección de caminos trillados del cine policiaco nórdico que no acaban de configurar una cinta del todo satisfactoria. Demasiadas coincidencias, demasiada rapidez en la investigación, demasiados puntos oscuros, demasiado inverosímil y acelerado como para atrapar al espectador más allá de un policiaco bien hecho pero sin inspiración ni salero. Los personajes, tanto los conocidos como los nuevos, parecen meras marionetas que se desenvuelven sin garra ni convicción en una trama de fanatismo religioso, asesinatos deleznables y torturas psicológicas que no convencen ni interesan porque no hay peligro real, sino solo pura simulación.

Lo mejor, una vez más, es la creación de un ambiente opresivo, tóxico y enfangado que ofrece. Pero lo que en otras ocasiones resultaba un hallazgo, aquí apenas es un marco abocetado en el que deambulan sus protagonistas sin alma y sin sangre, todo demasiado prefabricado como para arrastrar al espectador hacia esta propuesta que si bien resulta atractiva no acaba de cuajar. La historia no carece de interés: un asesino en serie que ha pasado desapercibido hasta el momento y que se ceba en niños, que además son hermanos. Lo rocambolesco del desarrollo limita la efectividad del conjunto, ya que presupone el silencio de los padres damnificados a su pertenencia a una secta religiosa, como si esto fuera suficiente motivo para asegurarse su sigilo sepulcral. Pero incluso aceptando ese sinsentido, el desarrollo resulta confuso, ya que parece equiparar la fe de unos campesinos afables con la exaltación resentida del infanticida.

Además el dúo policial que vehicula la cónica en esta ocasión apenas funciona, como si hubiera perdido la química que supieron crear en las dos entregas anteriores. Nikolaj Lie Kaas resulta afectado e histriónico en su huraño retraimiento que se vuelve molesto y resulta impostado, mientras que Fares Fares cumple con su cometido y lleva con solvencia el peso del relato, pero no es suficiente. El personaje más sugerente – el homicida alucinado – está interpretado con solvencia y encanto sibilino por Pål Sverre Hagen, pero uno desearía saber más de él, de su torturado pasado y de sus traumas infantiles, que apenas quedan esbozados. En conjunto es como si una buena materia prima se hubiera echado a perder por un exceso de condimentos inadecuados.

En definitiva, se deja ver con cierta indulgencia, entretiene y mantiene una tensión apropiada en los momentos oportunos, pero se queda por debajo de sus posibilidades. Interesante pero desaprovechada.
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29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Expectativas y resoluciones consumadas, eso es más que suficiente para una tercera parte
Esperaba, antes de enfrentarme al nuevo caso del inspector Carl Mørck y su compañero Assad, que esta última entrega, Redención, fuese al menos tan respetable como las dos anteriores películas de la serie (Misericordia y Profanación), y la verdad es que termina por superar cualquier clase de expectativa, sobre todo si has llegado hasta aquí después de pasar por los dos casos previos a este del Departamento Q y ambos te gustaron por encima de la media. No en vano, se trata sin duda del proyecto más ambicioso de los tres, tanto en el aspecto visual como de intento de dotar de mayor brío y carácter un relato que no hace otra cosa que crecer con cada nueva entrega, y con unos personajes que, sin obtener todo el protagonismo que merecerían, van creciendo poco a poco y siguen generando interés.

Esperáis, los aficionados de la saga literaria en que se basan estas cintas, que estas sean fieles a su fuente, o que al menos mantengan el espíritu que hace que tanto os guste su lectura. Redención se basa en el libro El mensaje que llegó en una botella, de Jussi Adler-Olsen, y una vez más se mantiene el mismo tono oscuro que ya forma parte intrínseca de cada episodio, si bien se han recortado y limitado las subtramas de los personajes secundarios hasta el mínimo, dejando claro que lo que aquí más nos incumbe es resolver el caso y darle forma a los antecedentes también en paralelo. Es cierto que se prosigue con la evolución de cada personaje y hasta aumentan las dosis de humor gracias a la compenetración de los actores y a la cercanía que llegamos a sentir por ellos, pero al final es algo secundario que cobra importancia sólo para desarrollar una atmósfera más agobiante y singular, que le ayude a separarse en cierto modo de otros productos nórdicos que guardan la misma factura y ofrecen un sello similar.

Esperábamos muchos que el primer colega de Carl Mørck en Misericordia —una parte relevante en la explicación de su estado mental y anímico en el resto de películas, y que sigue en aumento en cada nuevo caso y en cada nueva promesa no cumplida— apareciese mucho más y tuviera más protagonismo, como ocurre en los libros. Incluso para un seguidor no lector, la idea de ese personaje —postrado en una cama— resultaba muy interesante, sobre todo por lo que podía implicar como único amigo de Mørck. Es de suponer que ese papel lo asume al completo Assad, aunque en mi caso no podría asegurarlo (no he leído los libros).

Esperarían los productores, con la nueva incorporación del más que solvente y competente Hans Petter Moland a la dirección, que la propuesta de este thriller fuera algo más ambiciosa en el aspecto visual, y lo es, tan fría como siempre, pero con grandes detalles a tener en cuenta, no sólo en los planos fijos y coloridos por la gracia del paisaje escandinavo, también en escenas de acción rodadas con firmeza y solventadas con bastante claridad y con tensión, sobre todo tensión. Aun así, es probable que el mérito aún pivote alrededor de Nikolaj Arcel, especialista en el género en términos de guion, ya conocido por su firma en el inicio de la serie sueca Millennium, un hombre que deja clara su predilección por el thriller y el misterio de sus personajes, este nunca resuelto del todo. Se entiende, así, con todos estos mimbres, que Redención haya sido el film más visto del año en su país.

Esperan que les diga lo que Redención me ha parecido y ahí va mi opinión: es la mejor de las tres películas. Todo influye, no sólo la dirección y el guion, que en realidad es de lo que deriva el resto, también lo son sus actores adheridos a los personajes con total naturalidad; lo es el tema que trata, centrado en un raptor de niños, algo bastante oscuro y duro de ver; lo es el criminal al que persiguen e investigan, bastante más elaborado y que ofrece un clímax final mucho más crudo; incluso la lucha interior de cada personaje es más poderosa aquí que nunca. Y con diálogos llenos de reflexiones que a algunos dejarán indiferentes y a otros dejarán con ganas de más (un detalle que es marca de la casa ya).

Esperaban los editores de los libros del Departamento Q, cuando encontré el primero de la serie en su stand de la Feria del libro, que las películas supusieran un empujón en sus ventas. Yo convencí a mi acompañante de que se comprara uno e iniciara la andadura que ahora continúa sin que yo le incite a ello (el buen precio también influye), pero desconozco el tirón de la taquilla hasta ahora, a falta de conocer el éxito de Redención, un éxito que se merece como uno de los mejores thriller que vamos a poder encontrar en las salas de cine en los próximos meses.
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27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
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