Mentiras piadosas (2008)

Pretender someteder al espectador a 103 minutos de claustrofobia cinematográfica me parece una apuesta sumamente arriesgada y un experimento en todos los sentidos, pues al margen de la historia podríamos decir que esta premisa es ya una reflexión sobre en qué consiste el séptimo arte (tiene algo de encierro).

Los lectores de Cortázar no se sentirán defraudados : como aquel cuento cronopio en el que la familia construye un patíbulo, los personajes "se la pasan" DECONSTRUYENDO la casa. La tiran abajo. ¿Comedia dramática? ¿dRAMA CÓMICO? lo cierto es que se trata de la historia de un fracaso, aunque un fracaso querido como tal por los personajes. Tiene todos los puntos de ambivalencia que presenta un neurótico: el contenido psicoanalítico de la película es palmario.

Convertido en héroe familiar frente aun padre mediocre (putero, insignificante, poco carismático), Pablo se convierte en algo así como un Dios ausente, que literalmente se come a la familia. Digo se los come porque cuanto más "lo inflan" más se pudre el hogar- caja claustrofóbica. El tema de fondo juego-ficción realidad, y la hitoria de metamorfosis entre los dos hermanos están muy bien construidas.

Tomando como punto de partida el cuento de Julio Cortázar “La Salud de los Enfermos”, el cineasta argentino Diego Sabanés visualiza libremente una fábula de 1965 con el título de “Mentiras Piadosas”. La idea central del asunto va con base en la desaparición del joven Pablo (Walter Quiróz) y que obliga a sus hermanos a mantenerlo vivo ante los ojos de su madre, mediante la invención a través de cartas que dialogan mintiendo.

Con una puesta en escena al servicio de las emociones de una madre (Marilú Marini) sobre su hijo predilecto, si bien no estamos ante una obra maestra, si podemos expresar una claridad conceptual sobre un tono e intenciones de quienes rodean a una desaparición en apariencia.

Para logarlo, el film que habla de la soledad entre paredes llenas de objetos de un pasado y que no pueden remediar la tiranía del tiempo presente, es una fábula más sobre lo que Gabo sentenciaba en “El amor en los tiempos del cólera” respecto a Florentino Ariza y que bien le cabe a Pablo. “…Se había ido desde hace muchos años con la disposición irrevocable de no volver jamás”.

Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)