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Ojalá estuviera aquí (2014)

Ojalá estuviera aquí
110 min.
5,6
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Disponible en:
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Tráiler HD (ESPAÑOL)
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Sinopsis
Aidan Bloom, un joven padre de familia, se encuentra al borde de una crisis existencial provocada por la desaprobación de su padre y por las responsabilidades de la edad adulta. Cuando su situación financiera empeora, toma la decisión de hacer algunos cambios para mejorar su vida. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Comedia dramática Familia Religión Cine independiente USA
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Wish I Was Here
Duración
110 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
2014: Premios Gotham: Nominada a Mejor nuevo actor/actriz (Joey King)
6
La sinceridad de lo sentimental
Zach Braff siempre estará ligado a la gozosa serie 'Scrubs' (2001-2010) y, probablemente, nunca deje de ser a nuestros ojos el entrañable J.D. que encarnó con tanta sinceridad en casi 180 episodios. No obstante, su talento va más allá de lo que graban las cámaras, y es precisamente detrás de ellas (además de las labores de escritura) donde hemos podido disfrutar de otras facetas suyas donde también se mueve como pez en el agua. 'Algo en común' ('Garden State', 2004) supuso su debut en la gran pantalla y una gran sorpresa, pues su opera prima lograba ser una fresca y emocionante cinta generacional sobre el regreso al hogar que poseía cierta hondura.

Diez años ha tardado Braff en volver a sentarse en la silla de director, y su 'Ojalá estuviera aquí' (2014) se siente extrañamente como una secuela tardía de 'Algo en común', como si aquel chico que perdió a su madre (en esta cinta curiosamente ausente) fuera (o mejor dicho intentara) ser un padre adulto y responsable. No es en absoluto la intención real de Braff la de realizar un pseudo-experimento al estilo de la maravillosa trilogía de Linklater 'Antes del…' (1995-2013), pero esa lectura que suscita en el espectador puede resultar estimulante. Sin más divagaciones, comentar que la historia narrada gira en torno a un viejo hombre enfermo de cáncer al que poco le resta de vida y su, cómo no, disfuncional familia. Él es no el protagonista (que nuevamente recae con solvencia en el propio Braff) sino el núcleo sobre el que se apuntala este drama de redención y reconciliación familiar, tan formulario como atractivo. No ha dado Braff en esta ocasión con el equilibrio perfecto entre comedia y drama (la primera, estupenda, se contrapone a lo segundo, algo acumulativo). Hay cierto cuidado y elegancia en sus formas que rápidamente la alejan de un melodrama al uso, y los arrebatos cómicos (más o menos excéntricos) ayudan a no convertir la función en un dramón, sino en una suerte de melodrama con ecos de un Woody Allen menor, pero con risas aseguradas.

Funciona también gracias a su heterogéneo grupo de intérpretes. Dentro de un reparto entregado (que rescata del ostracismo cinematográfico a Kate Hudson) destaca Mandy Patinkin como el enfermo patriarca, pues es en su mirada donde el drama cobra el sentido que merece la historia. Todo es complicidad en la cinta de Braff, quizá demasiada; quizá hay exceso y desmesura en la forma en que guiña el ojo al público, pero no hay que olvidar que la intención esencial es la de dar al espectador una píldora de buen rollo (algo que jamás esconde y que, si no se hace de forma chabacana, se agradece). Todo parece construido para ir trenzando un relato emotivo que desemboque en un final pensado para conmover. Aquí se encuentra el principal escollo de la cinta, su lucha entre lo sentido (ejemplificado en la escena en la habitación del hospital entre suegro y nuera) y lo pensado (su clímax, sin ir más lejos), entre lo honesto y natural y lo lacrimógeno y forzado. Una pelea de contrarios que para un servidor se salda con victoria para lo primero, pero con serias dudas de que su opinión sea muy compartida.

Es emocionante e incluso resulta emotiva mientras se ve. Llega al corazón, sí, pero una vez se abandona la sala, poco a poco uno se va dando cuenta de hasta qué punto ha sido manipulado, cayendo en la muy meditada telaraña sentimental que ha tejido hábilmente Braff. Al menos se le puede considerar a su segundo largometraje como una pieza lacrimógena sincera y honesta, para muchos empalagosa y formularia (y un servidor no les quita razón), pero que consigue enarbolar un discurso sobre vivir la vida cada momento, sobre el perdón y el amor, que quizá valga la pena atesorar.

http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-ojala-estuviera-aqui-la-sinceridad-de-lo-sentimental/
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Epifanía no es ser fan de Epi.
Zach Braff, dirige, protagoniza y co-escribe (con su hermano Adam), esta película financiada a través del crowdfunding de sus fans. Conocido por protagonizar la exuberante serie Scrubs y luego aplaudido entre la escena independiente americana por “Algo en común” (Garden State, 2004), ahora se presenta con más de lo mismo.

Braff interpreta a Aidan Bloom, hombre juguetón y poco responsable, a quién la vida (o la de su padre) le invita a reflexionar sobre aquello que es lo más importante: el dinero. El dinero para pagar la escuela judía de sus dos en-can-ta-do-res hijos. Luego de la posterior y obligada charla con su mujer decide algo grande y responsable. Y responsable. Ocuparse de sus hijos. ¿Lo primero? Sacarlos del aburrido colegio y luego ¡a pasárselo en grande! Su hermano, por su parte, incapaz de despedirse de su padre en el lecho de muerte, le dará el toque dramático al film. ¡Que no juzgo inadecuado! si no que participa de una estética seriéfila que gustará a muchos y hará chirriar a unos pocos.

La simpatía del protagonista juega un papel fundamental a la hora de sumergirse en el proyecto. La ecuación es fácil. Si Zach te cae bien, la película te gustará. Si Zach te cae mal, vas a dormirte a ritmo de Bon Iver, con sus atardeceres en el desierto y planos a cámara lenta típica de spot publicitario to guapo guapo. Promete ser un sueño agradable. No lo niego.

Eso si, serieadictos del mundo, vais a gozar reconociendo caras de la pequeña pantalla. Empezando por Sheldon Cooper (Jim Parsons), genio interpretativo hecho para un solo papel, Mandy Patinkin quien interpreta un hombre sereno y lúcido muy cerca del Saul de Homeland, o Joey King, la hija de moda, de gruesos labios en Fargo y pelo corto en este film. Ashley Greene de la saga Crepúsculo, Kate Hudson y Josh Gad terminan con el reparto.

La trama se sustenta en la capacidad del espectador de no mirar de frente. Dicho de otra manera, no es ficción, es fantasía. Pero de la peor calaña. Fantasía americana. Esa que con un “por favor” sincero, puedes saltar los controles de cualquier aeropuerto para alcanzar a tu amor antes de que suba a “ese maldito avión”. Esa fantasía de musical. Esa de panaderías francesas y abuelos bailarines. Ese infierno de Truman donde el vecino te sonríe por las mañanas mientras termina de regar su jardincito y grita “¡buenos días!”. Esa donde un padre puede probar con su hijos “como ruge esa buga nuevo descapotable” por las carreteras con planos aéreos porque el vendedor de coches piensa “¡que carajo! ¡un día es un día! ¡vamos muchachos! ¡subid, aprisa!”…ese rollo, ¿si? Pues si uno entra en ese estado de embriaguez norteamericana guiñando el ojo y sin mirar atrás, pasará un muy buen rato. Porque, al fin y al cabo, no hay mucha diferencia entre esquivar y andar haciendo eses. Y si uno puede esquivar algunos gags desafortunados por aquí, cierta fijación judía por allá, y dichas licencias fantásticas, se encontrará con una historia sencilla que habla de la vida, la muerte, la relación con el otro, la familia, el trabajo, la salud, los hijos y un montón de elementos de lo más emotivos que consiguen dar con cierta diana. No nos engañemos.

En cierto momento del film, el protagonista en un alarde de madurez, decide llevarse a sus hijos al desierto donde, cuenta, que tuvo un momento de epifanía. Se preocupa para describirnos su significado y se lo agradecemos. Pero aquellos espectadores cazadores de epifanías cinematográficas o aquellos que busquen alguna forma de manifestación luminosa en el cine, solo van a encontrar sombras y algún que otro fugaz halo de luz.
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8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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