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El jinete pálido (1985)

El jinete pálido
113 min.
7,4
19.807
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Sinopsis
Un grupo de colonos buscadores de oro se establece en un lugar de California, pero sufren el acoso de los hombres de Lahood, el propietario del resto de las explotaciones mineras. Pero un día al poblado llega un misterioso y frío predicador (Clint Eastwood) que se pone de parte de los colonos, y comienza a enfrentarse al temido cacique local. (FILMAFFINITY)
Género
Western Remake
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Pale Rider
Duración
113 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1985: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
8
Un héroe espectral
Tercer western de los cuatro realizados por Clint Eastwood. Escrito por Michael Butler y Dennis Shryack ("Ruta suicida", Eastwood, 1977), presenta paralelismos con "Raíces profundas" (Stevens, 1953). Se rueda en exteriores de Columbia State Historic Park (CA), Railtown (CA) y Sawtooth National Recreation (Idaho) y en los platós de Warner Studios. Se presenta en el Festival de Cannes. Producido por Eastwood, se proyecta en público por primera vez en mayo de 1985 (Cannes).

La acción principal tiene lugar en Yuba City (CA), Carbon Canyon (CA) y alrededores, en 1850-59, antes de la Guerra Civil (1861-65). Los colonos buscadores de oro acampados en Carbon Canyon son intimidados por el malvado Coy LaHood (Dysart) que quiere que abandonen el lugar. Un pistolero apodado "Predicador" (Eastwood), llegado de fuera, apoyará a los colonos. El pistolero es un hombre maduro, austero, de pocas palabras y muchas habilidades, generoso y valiente, que oculta un pasado misterioso.

El film es un western clásico que recupera las esencias del género: lucha del bien contra el mal, exaltación de la amistad y lealtad, generosidad (el héroe no quiere nada a cambio de su intervención), peleas, tiroteos, duelos, ansias de venganza... Incorpora referencias que evocan westerns clásicos, como "Raíces profundas" (escena final) y "Solo ante el peligro" (calles desiertas a la hora del duelo) y otras que rinden homenaje a Segio Leone (héroe sin nombre, laconismo, ritmo pausado...). Como en otros films, el realizador incluye citas bíblicas (Apocalipsis) e imágenes de carácter religioso (alzacuellos). Hace uso frecuente de la técnica de planos paralelos.

La narración es estilizada, equilibrada, sobria y austera. La estética del film se enmarca dentro de los parámetros realistas y clasicistas del autor. Con todo, el protagonista se mueve entre la realidad y la fantasía. Entre la realidad de su tangibilidad y el misterio casi espectral que le rodea. Contribuyen a ello las heridas de bala, mortales de necesidad, que muestra su espalda, la afirmación de que murió tiempo atrás en boca de quien le conocía, la palidez de su piel y su delgadez cadavérica. ¿Es un ser vivo o un espectro? ¿Es un ser real o una sombra del masallá? ¿Es un ángel o un enviado del Averno?

La música, de Lennie Niehaus ("Mystic River", 2003), ofrece un tema principal ("Sarah's Theme") de gran lirismo, muy emotivo y romántico. Acompaña el duelo final con una melodía de percusión de aires estremecedores y fúnebres. La fotografía, de Bruce Surtees, en color, se apoya en la belleza y grandiosidad del paisaje, el colorismo de las luces filtradas de los árboles y una excelente labor de montaje. Los planos de interior están rodados con luces escasas (velas, candiles, fuego del hogar) en busca de contrastes de claroscuros vigorosos, de acusado clasicismo. De ese modo crea imágenes que imitan, con fervor no disimulado, la pintura culminante de Caravaggio y Rembrandt.
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83 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Maravilloso, sabio y clásico western tenebrista.
Un hombre (Eastwood) salva de una paliza a manos de los matarifes del cacique local a otro hombre que vive junto a un grupo en un pequeño campamento buscando oro. El cacique está intentando monopolizar la zona y por eso busca echar de allí ese campamento. El hombre se hace pasar por reverendo y se une al campamento, ocultando en realidad un pasado de heridas y no olvidado, por el que ahora precisamente se encuentra allí...
Una película maravillosa que empalidece con su sola existencia (habría que unir el "Sin perdón" del propio Eastwood) todo lo que el western haya dicho o querido decir desde la época gloriosa de éste - Aldrich, Mann, Ford, Sturges - hasta la realización de ésta.
Sirviéndose del argumento del inolvidable clásico de Stevens "Raíces profundas" (cambiando el personaje del niño por el de una chica adolescente y a los campesinos por mineros) Eastwood hace una película solidísima y cabal, una obra maestra que derrama sapiencia de western, un sentido de madurez y del equilibrio, que rescata los mejores rasgos del género (el uso de los paisajes, la figura del heroe que luego renuncia a todo una vez cumplida su venganza y tranquilizada su alma, los buenos y los malos, los débiles y los poderosos, la presencia del pasado en el heroe, que guarda un secreto...) a la que Eastwood añade un tono tenebrista en los interiores que redondean el significado último de la película: tras el clímax final no se admite la más nimia concesión ni el más pequeño recodo a que el pistolero, ya con la conciencia tranquila, se detenga siquiera a escuchar como le dicen gracias. Eso habla a las claras del tono pesimista, muy pesimista, de la película, que por otra parte no deja de ser una alabanza a la resistencia y persistencia por objetivos legítimos y humanos, a la solidaridad altruista, al espíritu humano y a la capacidad de iniciativa, y una reflexión melancólica, pese a todo ello también, sobre el individualismo. Son contradicciones que se emparejan y por ello hacen más grande y compleja a la película.
Con "El jinete pálido" (título precioso, poético y certero) Eastwood compone, probablemente su mejor papel: un heroe solitario, disfrazado de predicador, desencantado y maduro, elegante y con barba de transeúnte y mesiánica, curtido e impasible, un pistolero de oscuro pasado defensor de los débiles, espectral y desengañado.
Película soberbia, un clásico para quien esto escribe, de fenomenal fotografía de Bruce Surteen y formidable guión de Michael Butler y Dennis Shryac, que es la enésima demostración de que su director/actor/protagonista es absolutamente imprescindible en los tiempo que vivimos. Amo esta película.
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61 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
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