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El albergue de la sexta felicidad (1958)

El albergue de la sexta felicidad
158 min.
6,6
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Sinopsis
Gladys Aylward, una intrépida misionera británica, creó en China un albergue para acoger a los agotados y hambrientos viajeros que recorrían las montañas. Consiguió, además, ganarse la confianza y la admiración de los hostiles nativos, enamorar a un coronel euro-asiático y convertir al cristianismo a un poderoso mandarín. Pero su mayor hazaña la logró cuando en 1938, ante la inminente invasión japonesa, llevó a cien niños sin hogar a través de las montañas a un lugar seguro. (FILMAFFINITY)
Género
Aventuras Drama Biográfico Años 30 Guerra Chino-Japonesa (II)
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Inn of the Sixth Happiness
Duración
158 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1958: Nominada al Oscar: Mejor director
1958: Globos de oro: Mejor película para promover el entendimiento intern. 3 nom.
1958: Premios BAFTA: 3 nominaciones incl. mejor actor (Jürgens) y actriz (Bergman) extranjeros
1958: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor director
1958: National Board of Review: Mejor actriz (Bergman) y premio mención especial
9
EXTRAORDINARIA MUJER Y MISIONERA CRISTIANA EN CHINA
"Todos en China se desean cinco felicidades: poder, longevidad, salud, virtud y una muerte dulce. La sexta felicidad es aquella especial o particular que cada uno busca en la vida por sí mismo."

Película que Fej Delvahe clasifica con toda lógica dentro del género religioso, dado que trata de la vida de Gladys Aylward (1902-1970), una misionera anglicana de Gran Bretaña que evangelizó y misionó el cristianismo en la China de la primera mitad del siglo XX. Su biografía la narró el escritor Alan Burgess en el libro "La pequeña mujer" (1957), a raíz del cual se hizo esta película en Hollywood.

Gladys Aylward, fue una cristiana básica y valiente, que no se acobardó cuando ofreciéndose a su iglesia para ir a China se lo negaron con la razón de que carecía de títulos y preparación académica. Entonces, ella se pagó con mucho esfuerzo y meses de trabajo un pasaje hasta China y allí se presentó en 1930 como seglar misionera a misionar contra viento, mareas y mentes institucionales más preñadas de titulitis que de capacidad para apreciar el valor inmenso de una vida que se ofrece, que se da con objeto de servir a los más necesitados (nada más y nada menos).

El guión se centra en los ocho primeros años de Gladys Aylward en China, tiempo en el cual esta mujer fuerte y arrojada se dedicó a trabajar con los más pobres, inculturizándose entre el pueblo chino y sus costumbres aunque sin renunciar a su fe y a sus valores judeo-cristianos-occidentales. Poco a poco fue hablando su idioma y siendo apreciada por los nativos chinos de la región donde se instaló, además de por las autoridades del lugar. Los lugareños la empezaron a llamar en chino, "Virtuosa". Hasta tal punto encajó bien en aquella zona remota que el gobierno chino le dio un cargo de funcionaria y también la ciudadanía china. Su personalidad valerosa y humanitaria la demostró una vez más, allá por 1938, cuando la invasión japonesa de China: Gladys Aylward actuó como una heroína.

Despues de publicarse este filme, Gladys Aylward adquirió mucha fama mundial, pero ella personalmente lamentó y sufrió mucho con las licencias románticas que la película se tomó acerca de algunos aspectos de su vida: en concreto el filme narra o inventa el romance, el enamoramiento, besos y declaraciones de amor entre Gladys Aylward y un militar chino destinado en la zona donde ella misionaba.

La película, a pesar de sus dos horas, nos emociona, nos hace llorar, es una notable cinta de buenos ejemplos, un acicate a ser extraordinarios.
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40 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un ejemplo de compromiso con los necesitados.
El canadiense Mark Robson, es un cineasta todo-terreno autor de melodramas y cine social muy relevantes: “Más dura será la caída”, “El ídolo de barro”, “Desde la terraza” o “El premio”, nos ofrece la biografía novelada de la británica Gladys Aylward, una misionera de vocación con una voluntad inquebrantable, que pese a las adversidades, logra su propósito de servir a sus semejantes desde la fe más profunda, además de encontrar el amor como mandan los cánones cinematográficos.

Robson, que es un artesano al más puro estilo Hollywood, realiza una narración lineal y detallada, desde que Gladys (una Ingrid Bergman, que hipnotiza al espectador con su talento y belleza madura) llega a Londres procedente de Liverpool y con la intención de viajar a China como misionera, pues según ella, ha escuchado la llamada de Dios. La película se mueve entre el melodrama y la aventura, en un periodo convulso en esa zona asiática. Estamos en 1938 y los japoneses en su política agresiva de expansionismo, está a punto de invadir unas tierras feudales, donde reinaban los mandarines.

Gladys trabaja denodadamente para crear ese albergue soñado para ayudar a niños huérfanos y pobres enfermos, ante la hostilidad de los nativos, de los que ella que casi desconoce su cultura y lengua, los conflictos políticos y sociales le llevan a conocer al un coronel euroasiático (estupendo Curd Jurguens) y a un jefe Mandarín (discreto Robert Donat), estupenda fotografía de Freddie Young en Cinemascope, rodada en escenarios naturales y con una espléndida música. Entretenida y a ratos emocionante. Bajo las peripecias de nuestra infatigable heroína, subyace esa conocida máxima: Todos en China se desean cinco felicidades: poder, longevidad, salud, virtud y una muerte dulce. La sexta felicidad es aquella especial o particular que cada uno busca en la vida por sí mismo.
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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