El infierno tan temido (1980)

Raúl de la Torre adapta con fidelidad y corrección un cuento de Juan Carlos Onetti, aunque está lejos de captar la ironía melancólica que se respira en la literatura de este autor. El periodista deportivo, inculto y conformista, interpretado por Alberto de Mendoza tiene que cubrir casualmente una información cultural y conoce así a la actriz interpretada por Graciela Borges, que parece encontrar en él el refugio sentimental que estaba necesitando, tras una trayectoria amorosa insatisfactoria, y ambos inician una relación que se encamina hacia la boda. Por saldar una vieja cuenta de orgullo con un compañero de trabajo, la actriz accede a acostarse con él y se lo cuenta a Mendoza sin darle mucha importancia, pero él es incapaz de asumir la noticia y rompe la relación. La venganza de la mujer consistirá en ir enviando por correo a él y a los amigos y familiares de su círculo fotografías de ella misma desnuda en la cama con otros hombres diversos, lo que se convertirá gradualmente en una tortura insoportable para el hombre, un auténtico infierno. La música de Piazzola es otro aliciente del film.