Las alumnas de madame Olga (1980)

Película cruda en las primeras escenas porque la situación se plantea sin rodeos y con la fuerte carga dramática que corresponde al cine negro.
Muerte, sigilo y chantaje recorren los fotogramas entre la bruma de Londres que atempera las emociones y el claroscuro del paisaje que dibuja una trama cuya voz de suspense llega a todos los rincones del patio de butacas.
Su toque erótico alerta los sentidos y añade un atractivo complemento sensual que surge de las teclas nacaradas de un piano Petrof bien afinado.

Puro espejismo.
A medida que la historia va desarrollándose, la vertiente lasciva gana enteros en detrimento de la peripecia argumental y del criterio cinematográfico que se desmorona por momentos y languidece en su inconsistencia hasta caer en el descrédito por falta fuerza, de sentido común y de prestancia.

Mujeres elegantes, que se prostituyen de lujo para millonarios pasados de años, de kilos y de pasta, bajo la tapadera de una Academia de enseñanza musical. También hay una subtrama criminal, que pierde fuelle conforme la película avanza.
El reparto no está nada mal, encabezado por una espectacular Helga Liné, con exhuberantes bellezas al natural, empleándose a fondo en las escenas sexuales...
En fin, al final no acaba siendo más que una sucesión de escenas eróticas para alegrarte la vista, tal y como era en la época el cine erótico elegante y de destape en Europa en los finales de los 70, mucho más elegante que el chapucero cine "S" español, aunque en este caso se trata de una coproducción con participación española en la dirección y algún actor también español compartiendo faena con un elenco internacional variado, y filmada en Londres.
Para nostálgicos del género.