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El reloj (1945)

El reloj
90 min.
6,8
318
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Sinopsis
Una chica conoce a un soldado en la Estación de Pennsylvania en Nueva York. El joven tiene un permiso de 48 horas, tiempo suficiente para enamorar a la muchacha y casarse con ella. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Drama Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Clock
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Paul Gallico
Links
Premios
1945: National Board of Review: Mejores diez películas
9
Cuando suenan las campanas del destino
Para vivir una bella historia de amor no hace falta ostentaciones, ni descrestes, ni nada que sobrepase lo innato en el ser humano… Lo único que se necesita es darse incondicionalmente, desde adentro, desde la sinceridad, el respeto, la ternura… es ser prodigo en palabras limpias, en miradas transparentes y en propuestas edificantes.

Para vivir una inolvidable historia de amor, no has de buscarla, y sólo has de sentir que estás dispuesto(a) a darte por entero cuando sientas que, ante ti, se cruce ese ser que, como una campanada del destino, sientes que es el elegido.

Con una pareja perfecta, la maravillosa Judy Garland y el eficiente Robert Walker, ambos pequeños de estatura pero grandes de corazón, una historia original del matrimonio Paul y Pauline Gallico, tan simple como las hojas secas que se asientan alrededor de un árbol, pero tan grande como su capacidad de ver el potencial humano y el infinito amor que pueden translucir dos seres sencillos y comunes.

En tiempos de guerra, en la estación Grand Central de Nueva York, se encuentra un soldado llamado Joe Allen quien dispone de dos días de asueto antes de viajar a Europa para hacer parte allí del conflicto bélico. Ajeno a la ciudad, Joe se siente a la deriva… hasta que, un pequeño incidente, lo pone en presencia de una joven empleada de oficina de nombre Alice Mayberry. Alice y Joe. Joe y Alice. Dos nombres que abundan en las calles y que parecieran perderse entre las multitudes.

Pero, estos dos seres modestos, habrán de llevarnos por un sendero sin rosas donde podemos ver las rosas, un mundo en blanco y negro que luce lleno del color de la sensibilidad y la dulzura. Y con ellos, otros singulares y encantadores seres humanos nos darán cuenta de la calidez, la generosidad y la grandeza simple que abunda en cada calle.

Vincente Minnelli se sale del marco colorido, y casi ostentoso, que caracterizó muchos de sus filmes (musicales especialmente) para adentrarse, con intencionada modestia, en una historia más honda y significativa que muchas de aquellas, de altísimo presupuesto y compleja parafernalia, que le financiaba la MGM. Y de aquí surgiría luego, el matrimonio Minnelli-Garland, que pronto engendraría a esa voz prodigiosa de la gran Liza Minnelli.

Si eres de aquellos que consigue ver belleza en la firme pared de bahareque de una vieja casa, en la rama doblada de un árbol a punto de caerse o en una gota que cae intermitentemente formando ondas en un pequeño estanque, “EL RELOJ” te llegará al alma.

Razón tenía Maximo Gorki cuando escribía: “Todo lo que es verdaderamente sabio es simple y claro”.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Preciosa historia de amor urbano.
Antes de comentar esta estupenda comedia sentimental, hablemos un poco de este maravilloso director de cine. Nacido en Chicago y bautizado Lester Anthony Minnnelli, nuestro admirado Minnelli tenía olfato, y sin dudarlo, se apropió del nombre de su padre y su abuelo ambos llamados Vincent. Descendiente de inmigrantes sicilianos dedicados al espectáculo, fue criado entre escenarios por toda América, aunque ello no le impediría acabar los estudios y graduarse en la universidad, si bien tras una breve incursión como obrero en una sastrería, pronto se vio tentado por la farándula. Trabajador infatigable, polifacético y tenaz, Vincente fue asistente de fotografía, ayudante de producción, decorador, figurinista, pintor… En 1935 empieza a dirigir algunos musicales en los escenarios de Broadway. Pero es en 1937 cuando entra en la industria del cine. Hace sus primeros pinitos en la Paramount hasta que Arthur Freed le catapulta a la fama. Este legendario productor de teatro musical en la Metro Goldwyn Mayer le da la alternativa a Minnelli permitiéndole debutar como director en 1942 con “Cabin in the sky”, nunca estrenada en España, salvo en una versión para televisión. El film pasa desapercibido entre crítica y público quizás por tratarse de una producción modesta, rodada en blanco y negro, interpretada íntegramente por negros, entre ellos, eso sí, los célebres Duke Ellington yLouis Armstrong. Ello no impide que la película marque su rumbo cinematográfico, haciendo gala de una tenacidad sin par y apostando por su capacidad y talento como director, se enfrenta con la MGM y junto a la rutilante protagonista de “El Mago de Oz”, Judy Garland, acomete la realización de “Cita en San Luis”. La película se estrena en 1944 y recaba un éxito rotundo. Junto a la actriz, el director consigue dos de sus objetivos, una esposa, se casaría con Judy Garland al año siguiente, y una de sus primeras canciones legendarias, “The Trolley Song”. El resto es historia y no nos vamos a extender en ella, centrémonos en “El reloj”.

“El reloj” supuso el ingreso de Judy Garland a un cine sin música ni canciones de fondo, sólo ella como actriz con sus emociones al desnudo, en una historia real, sin artificio, pero con ensueño. Vemos a un Minnelli capaz de ampliar sus horizontes de autor más allá de los musicales, eso sí, sin perder nunca el ritmo, consolidando no solo una relación fructífera entre actriz y director, sino su propia y compleja historia de amor juntos. Minnelli consigue también rescatar del olvido a un actor atormentado que murió demasiado pronto, el gran Robert Walker, y dejarnos una de esas historias donde unas cuantas horas, los relojes siempre lo recuerdan, suponen toda una vida…

Minnelli, con Nueva York, los sonidos y sus dos protagonistas, más los desconocidos de toda gran ciudad…, logra levantar una preciosa historia de amor urbano. Entre la realidad y el ensueño de dos enamorados construye un poema, porque a pesar de la hostilidad y deshumanización de la gran ciudad, que en ningún momento se evita, se encuentra grandeza en los pequeños gestos y se logra que los protagonistas, Joe y Alice, unan sus destinos… aunque la ciudad los engulla y arrastre. Aunque las horas del reloj pasen, aunque todo juega en su contra, ellos no cejan en su empeño de imprimir un halo especial a su encuentro, no tienen apenas tiempo, la burocracia pone todas las trabas posibles, se pierden ante la marabunta humana y solo se saben sus nombres; las almas solitarias de la ciudad, como un hombre alcohólico, les recuerdan que la vida es triste, ni siquiera saben si recibirán apoyo de los seres más cercanos a ellos… Pero también se topan con aquella bondad de los desconocidos, como ese repartidor de leche de la gran ciudad o todos aquellos que contribuyen, a su manera, a que puedan celebrar una ceremonia imposible, y nada impide que los dos puedan construirse su propio mundo especial e íntimo: en una furgoneta de reparto de leche, en el banco de una iglesia, en un parque o en un museo, en una habitación…
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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