Culpables son los otros (2012)

Como si de un crimen se tratara, Lars-Gunnar Lotz nos lanza una cuchillada certera con su última película. Una historia dura, de las de verdad, llena de mucha rabia contenida, la de su protagonista masculino, Edin Hasanovic, bastante dolor latente, el de Julia Brendler, y un atisbo de redención que asoma en algunos instantes. Lotz ha podido demostrar que sabe llevar una historia dolorosa por el buen camino, un camino que recorremos junto a los protagonistas, y con ellos nos sumergimos en sus sentimientos, en su mundo. Largas escenas sin una palabra que pretenden evocar un estallido de sensaciones en el espectador. El guión se mantiene durante todo el metraje bastante sólido, tanto que se da hasta el capricho de introducir pequeños golpes de efecto o giros inesperados que, a un servidor, dejaron con la boca abierta.
Hasanovic y Brendler son la sensación de la historia. Dos personajes enfrentados, pero a la vez muy cercanos. Juntos exploran la idea del perdón, del arrepentimiento, de los escrúpulos con visiones distintas de un mismo hecho. Sus expresiones faciales y corporales lo dicen todo. Sus arranques de rabia contenida y de dolor insoportable le dan ese punto humano a la cinta, nos acerca más a la historia y consigue introducirnos en ella. Resulta imposible no tener algún sentimiento encontrado al terminar de ver 'Culpables son los otros', una película que además consigue que no seamos capaces de posicionarnos de un lado u otro sin entrar en un dilema ético o moral. Y lo que es más importante, Lotz trata el tema central sin entrar en sensiblerías ni historias lacrimógenas manipuladoras.
'Culpables son los otros' será una película que pase sin pena ni gloria por nuestra cartelera (si es que llega a hacerlo), pero que desde aquí recomiendo encarecidamente.