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Las huellas borradas (1999)

Las huellas borradas
100 min.
6,8
1.174
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Trailer (ESPAÑOL)
Sinopsis
Higueras, un pequeño pueblo enclavado en las duras y montañosas tierras de León, vive días de angustia porque va a ser anegado por un pantano. Tras muchos años de exilio voluntario en Argentina, llega al pueblo Manuel Perea, un escéptico escritor que vuelve para compartir la tragedia con sus paisanos, aunque el auténtico motivo de su regreso es recuperar el amor de Virginia, su antigua novia, e iniciar con ella una nueva vida. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Melodrama Familia Vida rural
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Las huellas borradas
Duración
100 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
1999: Festival de Málaga: Mejor película, dirección, actriz (Asunción Balaguer)
"Película de cadencia parsimoniosa, de gran intensidad lírica, tenue, delicada, elegante y llena de personajes veraces. El techo del filme es el reparto, completamente solvente, muy veraz y admirablemente interrelacionado"
[Diario El País]
"Filme directo y sincero, hecho con amor y rabia, contando las cosas con sutileza, decoro, fineza en el detalle. Un film de amor como los de antes, pero rabiosamente actual y oportuno. Uno de los mejores del año"
[Fotogramas]
3
3
Positiva
0
Neutra
0
Negativa
7
La expropiación del alma.
Tomando como base histórica y real lo sucedido en el cercano pueblo leonés de Riaño, por el cual éste desapareció tras ser sepultado por las aguas de un moderno pantano, teniéndose que ir la gente a un novísimo pueblo (también llamado Riaño) o bien emigrar a otras zonas (a mi pueblo, entre otras), el cineasta argentino Enrique Gabriel ha rodado, precisamente en tierras leonesas y palentinas, sobre todo, esta película. Y nos cuenta los últimos días de un pueblo que va a ser enterrado por la construcción de un pantano. Hasta allí llega un hombre (Luppi), oriundo del mismo pero emigrado hace largo tiempo a la Argentina, y allí encuentra a los viejos amigos, los viejos amores, las viejas sensaciones, el retorno a las raíces.
Es "Las huellas borradas" una película sólida y sobria, desnuda de pesados equipajes, diáfana y concisa. Trata de la imperdurabilidad del alma humana, del arraigamiento del individuo, de la inmortalidad de la emociones y los afectos de cada uno, de los pasos indelebles que uno ha recorrido desde su alumbramiento que dejan unas huellas borradas y aquí sepultadas por el líquido elemento, pero eternamente memorables, pues la memoria propia no se vende a materialismos. En "Las huellas borradas" se habla, en fin, de la expropiación de esa alma, de lo más grande que posee cada individuo.
Es una obra imprescindible en estos antisociales, irreconocibles y puteantes tiempos que corren y de los que apenas podemos, porque no nos dejan, disfrutar.
Magníficas interpretaciones, con momentos estupendos entre Luppi y su viejo amor Sampietro, entre Luppi y un gran Alterio, y sobre todo, de una Asunción Balaguer emocionante y emocionada.
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24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La verdad (de la buena).
Desde luego, la tercera obra del hispano-argentino Enrique Gabriel (“Krapatchouk”, “En la puta calle”) no tiene nada que ver con el apasionamiento por los efectos especiales. Su cine es limpio, fugitivo de lo fácil y anclado en un tiempo pasado pero también en el presente, también en el futuro. Porque “Las huellas borradas” puede causar somnolencia si no se comprende su admirable gesta: recuperar las raíces, estimular los afectos. Un pequeño pueblo leonés va a desaparecer del mapa porque los señores del Plan Hidrológico Nacional van a construir un maravilloso embalse que repercutirá en el bien de todos, etcétera. Sí, te suena de algo y con razón. Se trata de “La lluvia amarilla”, novela muy leída de Julio Llamazares cuyas páginas han anegado de sensaciones visuales la puesta en escena de este filme. Meditar, reflexionar sobre qué es lo que permanece y qué no en este valle de prisas. A muchos no les entusiasmará la idea (¡para un rato libre que tengo...!) pero los que acepten las reglas del juego (Renoir, estás aquí) se comprometerán a no perderse palabra de los actores. Grandes actores que no lo dan todo mascado sino que subsanan las grietas, nuestras grietas. Una película que acaso nos ponga demasiado tontos y poéticos y una cámara que quizá enfatice innecesariamente la trascendencia de algunos planos. Como lo hacía King Vidor en “El pan nuestro de cada día” , Enrique Gabriel nos devuelve a la tierra sin emplear la goma de borrar.
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19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
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