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El hombre que ríe (1928)

El hombre que ríe
110 min.
7,3
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Escena (Español)
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Sinopsis
Queriéndose vengar de Lord Clancharlie, El Rey Jacobo II ordena la muerte y el secuestro de su hijo. Como venganza contra su padre, el niño es secuestrado y deformado su rostro quedándole una sonrisa monstruosa. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Intriga Thriller Siglo XVII Melodrama Drama romántico Expresionismo alemán Cine mudo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Man Who Laughs
Duración
110 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Victor Hugo
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7
Amago De Erección.
Más que estimable andanada de cine mudo, silente, que diría un buen pedante, material de filmoteca, que diría Stone. La función promete lo indecible en sus primeros pasos, que remiten al cine mudo alemán, con esa galería de rostros crudos, cierta sensibilidad punzante, la atmósfera. Me sorprendió después comprobar que es una producción americana pero, en efecto, el tal Paul Leni, un tipo interesante, por cierto, es alemán. Y ya digo, ese aire bávaro inicial y el planteamiento del relato son harto prometedores, pero luego va bajando el pistón lenta e inexorablemente, aunque ojo, arrojando un balance nada desdeñable. En la licorería se alzan voces que aluden a la grandeza de la novela de Victor Hugo en la que se basa, y al reduccionismo argumental y la pérdida de aristas que sufre en esta traslación fílmica. Y supongo que estaría de acuerdo con ellas si hubiera devorado la novela, por que ni el filón que supone el personaje del hombre que ríe, indudable precedente del Joker de Batman y fantásticamente interpretado por Conrad Veidt y con una caracterización que resulta inolvidable ya desde el mismo cartel, acaba de ser explotado como debería, ni los secundarios ofrecen las vísceras que uno ansía, ni la atmósfera de esos primeros compases se adueña del evento, que acaba un poco diluido por el "exceso de trama" y la ausencia de los misiles emocionales que uno desearía. En el tercio final, especialmente, cuando el ritmo y el tono se vuelven más socorridos y aventureros en perjuicio del dramatismo, la sensación es la de una gran oportunidad perdida, y ese final más rebozado en almax de lo deseable acaba por no dejar un gran sabor de boca. Pero sólo por el hombre que ríe, un personaje memorable, y un buen número de secuencias donde el tal Leni demuestra que era un tipo a tener en cuenta a los mandos de una cámara, la película ya merece una reivindicación. El amago de erección está servido.
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41 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un barroco preludio semiexpresionista de Freaks (1931)
Si nos viéramos obligados a calificar el film El hombre que ríe con un solo adjetivo, este sería sin lugar a dudas barroco. Esta adaptación de la novela homónima de Víctor Hugo nos introduce en la Inglaterra de inicios del siglo XVII en el que las miserias humanas fruto de la marginalidad y la pobreza se confrontan a la falsedad y al derroche de la aristocracia, siendo ambos mundos unidos por la codicia y la maldad humana, las cuales establecen un hipervínculo por el que nuestro protagonista deberá divagar en su incesante camino hacia el amor y la felicidad.

Paul Leni, aun rodando esta película en Estados Unidos, no puede sino hacernos pensar que nos hallamos ante un film alemán. A partir de una fotografía barroca que concuerda totalmente con el relato y un uso de lo grotesco que sirven tanto en los momentos cómicos como sobre todo en los dramáticos, siendo una especie de preludio semiexpresionista de Freaks (1931), encontramos, sumergido en el más que arquetípico viaje del héroe, un sinfín de pequeños detalles y momentos de brillantez que lo elevan como una cinta de lo más notable en el periodo del cine mudo.

Un brillante Conrad Veidt será capaz de hacernos sentir aquello que su personaje siente a través del brillo de sus ojos, compartiendo todas sus dudas, temores y aventuras, durante casi dos horas de metraje. Los pequeños detalles, como el cuidado de la fotografía que comentaba así como el inciso en sentimientos de los protagonistas y la moralidad de la gente que les rodea la convierten en un producto de calidad que va más allá del entretenimiento, aun contando con un final un tanto alargado, movido por una acción que a día de hoy consideraríamos palomitera, quizás necesaria para satisfacer las expectativas del espectador de cine del momento.

Cabe destacar, a parte de la utilización de un ser monstruoso como protagonista, algo poco convencional, el poderío visual que contienen las escenas de alto nivel erótico, siendo presentado el personaje de la duquesa en su cama, dejando bien claro, tanto a Gwynplaine como al espectador, que esos son sus dominios, y claro está, es donde mejor sabe desenvolver su papel. Este tipo de caracteres de alta sensualidad serían censurados tras la aplicación del código Haus en el año 1934, dejándonos hasta entonces, desde los inicios del sonoro, sabiendo que este film es una especie de mezcla de cine mudo con algunos elementos audibles, un seguido de temáticas que tardarían lustros en volver a aparecer en las grandes pantallas estadounidenses.

http://cinemonogatari.blogspot.com.es/2014/07/the-man-who-laughs-1928-el-hombre-que.html
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
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