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Un amor de verano (1982)

Un amor de verano
98 min.
5,2
370
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Una pareja de jóvenes norteamericanos llega a las islas griegas para pasar unas vacaciones de verano. Se enamoran del clima, las playas y los hábitos desinhibidos de los que, como ellos, disfrutan del lugar. El joven conoce a una arqueóloga francesa, e inicia una relación que confiesa a su novia. Esta se decide a conocer a su oponente y se hace amiga suya. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Drama Drama romántico Amistad Cine independiente USA
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Summer Lovers
Duración
98 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
5
Cine de verano
En agosto de 1982, Marimar y Nini (dos de mis numerosas primas almerienses), me sugirieron ir a ver “Un amor en verano”. Bueno, en realidad más que una sugerencia se trataba de un mandato en toda regla. Un mandato, eso sí, expuesto con una zalamería tan sencilla y natural que cualquier negativa por mi parte hubiera sido interpretada como una auténtica grosería. Y una osadía, claro. ¡Cualquiera se atrevía a llevarles la contraria a ese par de torbellinos precisamente allí, en territorio 100 % spaghetti!. Así pues, resignado a mi triste suerte, monté con mis dos primas en el coche de mi tío para dirigirnos al cine que proyectaba el presunto bodriete.

Cuál fue mi sorpresa cuando me apercibí que el cine de marras no tenía techo ni butacas. “Chiquillo -me espetaron mis dos primas casi al unísono- ¿habías estado alguna vez en un cine de verano?”. Huelga decir que mi expresión facial aclaraba cualquier duda. Doblemente resignado, acomodé mis posaderas en la silla de tijera asignada e inicié una especie de cuenta atrás interna con el propósito de acabar cuanto antes con aquel calvario cinéfilo-postural. Sorprendentemente, a medida que la peli iba avanzando, empecé a despojarme de mis prejuicios iniciales y conseguí entrar en ella. En la peli, digo. La trama argumental versaba sobre las vacaciones en Santorini de una joven pareja norteamericana. A bote pronto, me atrajeron dos cosas: el paradisíaco paisaje de esas islas esparcidas por el Egeo, con sus encaladas casitas recortándose en el intenso añil mediterráneo, y una rubia de ¡uáu!. Espectacular, deslumbrante, arrebatadora. No, no estaba entre el público. Lástima. La tenía delante de mis narices, en la pantalla. Algún tiempo después supe que se trataba de Daryl Hannah, la sirenita de “Un, dos, tres... splash”. Me froté las manos y respiré, aliviado. La cosa pintaba bien y dejé mi particular cuenta atrás para la gente de Houston. Lo mejor, sin embargo, estaba aún por llegar.

Narrativamente, la peli empezó a ponerse interesante con la aparición de Linda (Valérie Quennessen), una preciosa arqueóloga francesa con la que Michael (Peter Gallagher, el maromo de Cathy, la rubia) iniciaba una vertiginosa aventura que no tardaría en confesar a su parienta. Pero cuando ese inesperado giro parecía tomar visos de insoportable drama romántico, un nuevo giro de tuerca aceleraba implacablemente mis pulsaciones haciéndome partícipe del sueño más quimérico y ardiente que cualquier varón heterosexual pudiera imaginar: el triunvirato erótico-sentimental. O dicho de otra manera: un trío de buen rollito entre dos bellezones de ‘toma pan y moja’ y un tío corriente y moliente. Como tú, como yo, como el que toma la lectura del gas.

(al spoiladero)
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
"Ménage à trois" en Santorini confortado con vino y comida
La película es interesante como introducción a la isla griega de Santorini. Rodada en este lugar, se llena uno de su solazo, de su Mediterráneo, de sus playas, rocas, cuestas empinadas, escalinatas, casas de cal, de desnudismo, del desmadre amoroso que los jóvenes turistas de Occidente van allí a vivir o a buscar, del sentido paradisiaco, sexual y libertario de la vida.

Trata de una historia de amor sexual y doméstica donde participan tres personas de mutuo acuerdo y atracción. Dos mujeres compartiendo a un mismo hombre.

En definitiva, la película es un resumen de aquello que dice un viejo refrán:

"Sin Dionisio y Demeter, Afrondita no es nada."
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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