4 dólares de venganza (1968)

Simpático western mitad spaguetti, mitad chorizo, al ser co-producido por España e Italia. Eran tiempos donde, sobre todo estos dos países, unían esfuerzos para crear películas que resultaran un éxito, al menos, de público. Y muchas veces lo consiguieron, con lo que se ganó mucho dinero que se invertía de nuevo en el séptimo arte. Ahora, algunos, se ríen de aquellos esplendorosos años, pero fueron muy positivas dichas coproducciones, y no sólo por motivos económicos.

Esta película es mediocre, sí, pero amena y entretenida. Se olvida con facilidad pero al finalizar su visión se tiene la clara impresión de que no se ha perdido el tiempo. Está realizada con oficio, una digna puesta de escena, bonita fotografía, preciosos exteriores, una música y canción facilona pero pegadiza... Tan sólo las interpretaciones son algo vulgares, sobre todo las de los intérpretes italianos. Al menos los españoles tienen oficio (Casas, José Manuel Martín...) y Gerard Tichy, siempre distinguido en sus poco claros personajes.

A destacar la pelea final a espada, bien filmada; no le llega ni a la suela del zapato al duelo de "el signo del Zorro" ni al "el prisionero de Zenda", pero está bien rodado y deja un buen sabor de boca.

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En plena guerra de Secesión americana el ejército de la Unión captura un cargamento de monedas de oro recién acuñadas por los confederados.
Las cosas marchan bien para el capitán Roy Dexter (Woods), abandona la carrera militar para aspirar a ser Gobernador y acaba de conseguir la mano de la bella y repeinada Mercedes (Ghia), a la que también aspiraba el capitán e íntimo amigo Barry Haller (Infantil).
Sin embargo, Roy recibe un último encargo: transportar el oro hacia el Norte. Durante el traslado serán atacados por la banda de Manuel de Losa (Martín), quedando el capitán como único superviviente. Sometido a un tribunal militar acabará expulsado del Ejército sin honor y condenado a trabajos forzados de por vida en una mísera cantera.
El nombre de la protagonista ya nos daba alguna pista, lo mismo que la inocencia de Roy, pero cuando lo vemos escapar del presidio ocupando el sudario de su compañero de cadena que acaba de morir, ya no tenemos ninguna duda: estamos viendo la versión western de "El Conde de Montecristo".
La verdad es que esto animó la película un poco. Hasta entonces bastante tediosa y carente de ritmo, con un color, además, muy deficiente.
Nos dedicamos a partir de entonces a buscar los paralelismos entre los personajes. Estaban claros Mercedes (Mercedes Herrera), Roy (Edmundo Dantes) y Barry (Fernando Mondego). Clifford (Tichy) el primo sinvergüenza y jugador que heredaba la fortuna de Roy es el Barón Danglars, el mexicano simpático que ayuda a Roy bien puede hacer el papel de Bertuccio. Súmese a las similitudes un interesante duelo a sable entre los dos antagonistas.
Algunas escenas tratan de evocar imágenes fordianas, como el contraluz inicial con las tropas de Caballería rompiendo el horizonte en una pausada marcha, o los dos o tres bailes de salón con oficiales, damas y ponchera. Poco más toma el director de su colega tuerto.
Todo esto no quita para reconocer que estamos ante una cinta regular, con escasa tensión y nulo dramatismo, sobre todo si la comparamos con el modelo que trata de seguir. Personajes que, dentro de sus limitaciones, responden bastante al perfil de los de la obra genial de Alejandro Dumas.
Correctas interpretaciones de Woods, Casas, Martín y de casi todos el general. Ghia e Infantil más discretos.
Paisajes calizos que se repiten una y otra vez, típicos de algunas zonas de Aragón y de la meseta castellana.
¿Recomendable? Bueno, el aficionado al western puede entretenerse en buscar más similitudes con "El Conde de Montecristo". Seguro que se nos han escapado muchas.