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Billy Wilder: Un hombre perfecto al 60 por ciento (1982)

Billy Wilder: Un hombre perfecto al 60 por ciento
59 min.
6,8
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Sinopsis
"Un hombre perfecto al 60%" es la definición que Billy Wilder hizo de sí mismo. Desde su Viena natal a Hollywood, el director cuenta su vida en su oficina de Santa Monica Bulevard y en su apartamento de Westwood, muy cerca de Malibú (California, USA). Incluye intervenciones de dos de sus grandes amigos y actores fetiches, Jack Lemmon y Walter Matthau. (FILMAFFINITY)
Género
Documental Documental sobre cine Mediometraje
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Portrait d'un homme 'à 60% parfait': Billy Wilder
Duración
59 min.
Fotografía
Compañías
7
Genio y figura
Pues aquí nos encontramos básicamente con una entrevista a este carismático y gran director, en la que se abordan diferentes cuestiones: la juventud de Wilder, sus inicios como guionista, posteriormente como director, anécdotas de algunas películas...

Hay hueco para todo, con las típicas respuestas sarcásticas, irónicas y con mucho sentido del humor a las preguntas más o menos típicas del entrevistador.
La entrevista se desarrolla en ambientes relajados, en su despacho con él paseando de un lado a otro de la habitación mientras habla, o tumbado en la tumbona mientras se fuma un puro. En ningún momento se le ve incómodo, al contrario, se le ve entretenido y con ganas.
También hay sitio para las anécdotas de rodaje con Marilyn Monroe y sus dificultades para rodar una simple escena, o lo mal que le cayó Charles Boyer en la etapa de Wilder como guionista... pasando por comentarios de Mattau y Lemon sobre su amistad y su personalidad.

Muy amena, divertida y fácil de ver.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El dinamismo de Wilder
Action –Films: Portrait of a “60 perfect man” (Billy Wilder un hombre perfecto al 60%) realizado en 1998. Un film de Annie Tresgot en la dirección y Michel Ciment como entrevistador, nos acerca ampliamente al mundo del gran Billy Wilder: “Es muy amable Michel (al entrevistador), pero estrictamente, entre usted y yo, no creo que hacer películas sea toda mi vida; pero hay una cosa que odio más que el que no me tomen en serio y es que me tomen demasiado en serio” (Billy Wilder). Así fue siempre el dinamismo de Wilder, un hombre que, por expreso deseo paterno iba para abogado, se convirtió en periodista, guionista y finalmente director, un proceso que nos explica con todo lujo de detalles, superando diversas vicisitudes sociales y políticas.

Tras un amplio repaso a su infancia en el entorno austrohúngaro, Wilder nos pone en situación con sus primeras experiencias como periodista que le llevaron a conocer, entre otros, personajes emblemáticos como Richard Strauss, Schnitzler, Alfred Adler o Sigmud Freud de quien nos habla extensamente sobre su encuentro con el padre del psicoanálisis, destacando además un periodo magnífico en Berlín atraído por una ciudad moderna donde pasaban cosas con creadores tan emblemáticos como Brecht, Schönberg o la Bauhaus, un hervidero de movimientos artísticos donde Wilder además de desarrollar el periodismo, no podía dejar de pasar por alto sus preferencia musicales o su afición al jazz, todo en general rezumaba innovación y novedad. El entorno en el que nos ubicamos, produjo infinidad de guiones, entre los cuales ‘Gente en domingo’ que le supuso dar el salto profesional al mundo del cine como guionista a finales de los años veinte.

La situación política lo lleva hasta París donde participa en la interesante ‘Curvas peligrosas’ antes de dar el salto a los Estados Unidos, poniendo en práctica a su manera lo que entendía por inmersión lingüística. Paramount fue la puerta de entrada como guionista de modo que una cosa le lleva a otra: conoce a Charles Brackett y Ernst Lubitsch del que siempre tuvo buenas palabras, pero Wilder no olvida ‘Bola de Fuego’ su último guión antes de consagrarse definitivamente a la dirección: “Yo quería dirigir, de hecho me pasé todo el rodaje observando a Howard Hawks en el plató, no cobraba sueldo, fue como un cursillo de verano” (Billy Wilder).

Interesante resulta el acercamiento que Michel Ciment sugiere a Billy Wilder sobre su modo de trabajar las ideas, las diferentes etapas, los guiones, el elenco adecuado y el resultado final convertido en película tras haber trabajado individualmente y en grupo con el grupo de artistas correspondiente (interesante como Wilder consiguió finalmente la excepcional actuación de Marilyn Monroe en ‘Con faldas y a lo loco’), contado con tanto detalle (junto a la aportación que Jack Lemmon hace al respecto) que a ningún interesado le podrá pasar desapercibido, convirtiendo sus declaraciones en toda una escuela de aprendizaje, como él apredió en su día de Lubitch o Hawks. Más de 25 películas de Bill Wilder avalan una carrera como en contadas ocasiones se ha dado en Hollywood.

En Wilder se acrecienta la necesidad de dirigir y de aplicar sus guiones tal y como los tenía pensados; al respecto nos cuenta con todo lujo de detalles una anécdota previa que implica a Charles Boyer y el guión escrito conjuntamente con Brackett de la película ‘Si no amaneciera’, mostrándonos el Wilder más rebelde contra quienes por algún capricho interpretativo decide unilateralmente obviar alguna escena por considerarla no adecuada a su estatus, a su personaje, lo que dio pié posteriormente a la primera película dirigida por Billy Wilder, tras la bendición de la Paramount al dúo Brackett-Wilder: ‘El mayor y la menor’, marcando así la inflexión de un director que en décadas posteriores realizaría grandes películas como ‘El gran carnaval’, ‘Con faldas y a lo loco’ o ‘Sabrina’ de la que Billy nos cuenta algunas sustanciosas anécdotas sobre las primeras opciones del elenco principal junto a algunos encuentros dialecticos con Bogart. Más de 25 películas de Bill Wilder avalan una carrera como en contadas ocasiones se ha dado en Hollywood.

“Contaré una anécdota de Billy, que creo que es típica suya: unos cuatro meses después de terminar ‘El apartamento’, fuimos a cenar y nos sentamos en la barra para esperar mesa. Billy dijo: “ahora sé cómo había que hacer la película, teníamos que darle a Lemmon una deformidad, un pie zopo o así, hubiera resultado mucho más simpático”; le dije: que bobada, eso lo convierte en un mirón, en algo más sucio”; para entonces ya se había estrenado y había tenido éxito, pero Billy seguía reescribiéndola en su mente y dirigiéndola un poco aún.”(I. A. L. Diamond)
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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