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Las chicas de Harvey (1946)

Las chicas de Harvey
102 min.
6,0
138
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Official Trailer
Premios
1946: Oscar: Mejor canción. 2 nominaciones
9
Luminoso antídoto contra la depresión
La descubrí hace ya unos años, en una época particularmente difícil en lo personal en la que recurrí con frecuencia al musical clásico hollywoodiense para combatir la zozobra y elevar el espíritu. Y sigo volviendo a ella de vez en cuando si me encuentro algo deprimido, siempre con muy buenos resultados terapéuticos. Y, desde luego, es una de mis pelis favoritas. La verdad es que me resulta inexplicable lo poco valorada que está y el poco conocimiento que, en general, hay de ella.

Toda la parte inicial del tren, hasta que las chicas llegan a Sandrock, y especialmente el número de la estación, es de una vitalidad tan intensa que vuelve siempre a emocionarme cada vez que, como hace un rato, veo la peli. Y es que si hay un género "para sentir" es el musical. Aunque también sea necesario que, como al menos a mí me sucede con "The Harvey Girls", la historia que se cuenta, por sencilla que sea, te cautive.

Y eso es algo que aquí Judy Garland consigue conmigo con su naturalidad y simpatía, y esos ojazos que te parten el alma, desde que en los primeros minutos les cuenta en el tren a las otras chicas su historia mientras se come el sandwich de pollo a que la han invitado. Porque (y es imprescindible, por supuesto, ver la peli en versión original) Doña Judy el sandwich se lo come. Y se oye y se ve que cuando les cuenta a las otras chicas que va a Sandrock a casarse por correspondencia, lo hace con su boquita de piñón llena. Igual que cuando les explica, con simplicidad desarmante, los motivos que la han llevado a salir del pequeño pueblecito de Ohio en que nació (aunque la Constitución de los Estados Unidos reconozca el derecho a buscar la felicidad, encontrarla "it's up to you", o sea que está en la mano de cada uno), se nota en cada bocado que da mientras habla con la boca llena el agradecimiento a la vida y a sus compañeras de viaje por haberle permitido saciar su gazuza.

Vamos, que a mí desde la secuencia del sandwich, que me sigue emocionando tanto o más que la primera vez, Judy Garland y la peli me tienen ganado. Y por eso cuando poco después, a la llegada del tren un vaquero grita eso de "here she comes" y empieza lo de "Atchison, Topecka y Santa Fe", con unos movimientos de gruas acadababrantes hasta que Susan Bradley (o sea, doña Judy) baja las escaleras del tren, yo ya estoy desde hace tiempo en el séptimo cielo y a punto de entrar en el octavo.

Y luego está el resto de la peli, claro. En el que la implosión del inicio será muy difícil de superar, pero que no desmerece en absoluto. No hay ningún tiempo muerto y en ningún momento miras el reloj, pese a los casi 105 minutos de metraje, porque el ritmo sigue siendo trepidante y vivísimo. Porque siguen pasando cosas. Y porque, discrepo diametralmente de lo que otras personas han dicho aquí, todos los números musicales están perfectamente ligados con el resto de la peli y son excelentes, incluido, por supuesto, el tema "Its a great big world" que Judy canta al acostarse junto a Virginia O'Brien y Cyd Charisse, y cuya letra no hace sino expresar algo tan universal como la inquietud que ante su porvenir cualquier joven siente.

Por cierto, que el "desconocido secundario" que baila claqué en uno de los números de la fiesta que alguien ha mencionado aquí es nada más y nada menos que Ray Bolger, el espantapájaros de "El Mago de Oz" (Victor Fleming, 1939), otra de Judy Garland.

También se ha reprochado a la peli, en alguna de las pocas críticas que hasta ahora tiene, el haber quedado desfasada o envejecida. O incluso contar con un argumento puritano, Nada más lejano de la percepción que tengo de ella: más bien uno diría que teniendo en cuenta lo que se narra, y el protagonismo casi total de las mujeres -y del trabajo femenino (!!) en la trama, incluso nos encontramos ante una película feminista y que, desde luego, es mucho más audaz al tratar las relaciones entre hombres y mujeres que lo que era habitual entonces. Y la muestra más explícita de ello es el tema "Wild, wild, west" en el que Virgina O'Brien se pone manos a la obra a herrar un caballo y a explicar el oficio de herrero a Ray Bolger.

Tampoco me parece en absoluto que haya. como alguien ha sugerido, un tratamiento estigmatizador ni despreciativo de la prostitución a través de los personajes de las chicas del saloon. Antes al contrario, se trata a dicho oficio con todo respeto y naturalidad, y eso es muy evidente en la evolución del personaje de Angela Lansbury, Por no hablar del hecho de que la protagonista se enamore de alguien (John Hodiak) que, como dueño del saloon, podría ser considerado un proxeneta. Aunque, eso sí, se contraponga al colectivo de prostitutas con el de otro colectivo de trabajadoras, las camareras, algo que no sé si se ha hecho en algún otro western.

En definitiva, una cinta luminosa y optimista, que sinceramente creo que cautivará a cualquiera que se acerque a ella sin prejuicios y dejándose arrebatar por lo que con su visionado puede llegar a sentir.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Para curiosos del musical
Colorido musical a mayor gloria de Judy Garland, la inolvidable intérprete de "El mago de Oz" y madre de nuestra querida Liza Minnelli, que en esta ocasión interpreta a una muchacha que acepta una proposición de matrimonio por poderes de un ranchero del Oeste.
En el tren en el que viaja hasta allí, se topará con un montón de mujeres bonitas, contratadas para una cadena de restaurantes que están abriendo sus franquicias allí donde todavía no ha llegado la "civilización".
Cuando Judy llegue a la ciudad y conozca a su futuro marido, rectificará inmediatamente y aceptará un empleo como chica Harvey , que es como se llaman los restaurantes.
El dueño del hotel de la ciudad, que también cumple la función de saloon, casino y prostíbulo se alarmará por la llegada de estas chicas. Si en el restaurante de enfrente trabajan un montón de chicas guapas y "decentes", los hombres del pueblo les harán la corte y dejarán de frecuentar la taberna.
Este simple y puritano argumento, rodado con la vistosidad y colorido que Sidney siempre otorgaba a sus películas,( es el autor de Scaramouche, Los tres mosqueteros, Magnolia...), sirve para el lucimiento de la actriz, aunque en esta ocasión los números musicales, que son abundantes, no destacan mucho, siendo la mayoría canciones melódicas muy propias de aquella época.
De hecho, yo solo destacaría un baile de claqué muy divertido a cargo de un secundario que no conozco y poco más.
La trama hoy resulta muy anticuada e incluso risible y lo único que puede causar admiración son los vestuarios de colores imposibles que utilizan. Angela Lansbury ( la detective de "Se ha escrito un crimen"), interpreta a la prostituta rival de Garland y es alucinante los trajes de colores chillones que lleva.
Este tipo de musical, no ha envejecido bien y está lejos de las grandes del género.
Sólo para admiradores de George Sidney, que era un buen director y para incondicionales de Judy Garland.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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