Espías en la sombra (2008)

Desde la primera vez que vi el cartel me moría por verla (despertaba mucho mi apetito ver a Sophie Marceau, Marie Gillain, Julie Depardieu y Déborah François en plan "Libertarias" o "13 rosas"). Así que fui verla pese a que Jean-Paul Salomé no es un gran director (aunque simpatizo con "Belphégor, le fantôme du Louvre" y "Arsène Lupin" por su ausencia de maniqueísmos y su ironía demodé).

Están espléndidas Sophie Marceau (entre la Uma Thurman de "Kill Bill" y el Ed Harris de "Enemigo a las puertas"), Julie Depardieu a lo "Nikita" graciosilla, y Marie Gillain a lo "Miss Agente Especial". A Déborah François la vi más perdida como "Mata Hari" beata (claro que a la genia de "La última nota" le perdono el resbalón).
En todo caso ninguna hace el papel de su vida: estamos dentro del cine-espectáculo y además coral, así que...

El problema de "Espías en la sombra" es que como ella hay mil: una vez más tenemos los vertiginosos saltos en paracaídas; los peligrosos rescates de una prisión (u hospital); los tensos controles en los trenes; los terribles interrogatorios-tortura; las píldoras de cianuro para suicidarse in extremis, etc.
Ni la reivindicación de la mujer en la lucha anti-nazi es especialmente nueva (Simone Signoret ya se disfrazaba de enfermera, igual que Sophie Marceau, para uno de los consabidos rescates en la lejana "El ejército de las sombras").
La forma de contar la historia tampoco es apasionante: su tono es más o menos el mismo que el de la reciente "Resistencia" de Edward Zwick; aseado e impersonal.

Pero resulta francamente entretenida (no como "Valkiria"); porque corta no es, y antes de que me hubiera dado cuenta ya había terminado. Y me ha gustado ver a las actrices en unos papeles que no son los más habituales en las damas del cine francés.
También me gustó (y mucho) la música marcial que suena al comienzo y al final.

El fascismo, esa corriente ideológica-política que cobró tanto protagonismo en Europa paulatinamente después de la PGM no nació en Italia o Alemania. Sus bases teóricas y sus primeros destacados elementos salen de Francia. No es raro que sucediese eso en el país más chauvinista del mundo. Siempre que veo una película francesa que intenta hablarme de la libertad suele estar expectante para cuando insulten al vecino y saquen su vena de superhéroes.

“Espías en la sombra” es un ejemplo magnífico de ello, película ridícula donde un grupo de tías buenas van a conseguir casi solitas dar la victoria a los aliados en la SGM. Modesto baja que suben los gabachos.

Perteneciente este film a esa moda de feminismo bélico que se está imponiendo en los últimos años, nos quiere presentar como cierta una historia que es más falsa que el nuevo novio de Navratilova.

La recomendaría solamente por ver a dos pibones como Sophie Marceau -que se debe meter en formol por las noches- y mi favorita que es Marie Gillain, que hace que la primavera llegue en pleno invierno.

Una última cosa más, quiero recalcar que la Resistencia Francesa tuvo la misma importancia en el desarrollo de la guerra que la que tuvo Pepe Reina en la victoria de la selección española en la Eurocopa 2008.