Tilva Ros (2010)

Viendo su "Tilva Roš", sorprende que el primer trabajo de Nikola Lezaic haya sido una adaptación de una historia de Ernest Hemingway. Otros realizadores como Andrei Tarkovsky también probaron suerte inicialmente adaptando las historias del escritor americano (Ubiytsy, 1958), si bien incluso éste debutó con un magnífico primer trabajo (obviemos sus mediometrajes, hablo de "La infancia de Iván") cercano al cine narrativo. Lezaic va más allá, no cualitativamente (por supuesto) pero sí en cuanto al intento de romper moldes y deconstruir las formas de contar las cosas.

"Tilva Roš" se acerca más al estilo del penúltimo Gus Van Sant (cámara en mano, silencios, largos planos estáticos) que a lo que podía esperarse de un realizador serbio de veintinueve años. Un tío con las ideas claras, a pesar de que gran parte del presente film resulte improvisado en su guión, tanto que de hecho lo poco que tenía claro había surgido casi al azar, cuando descubrió en YouTube unos vídeos de unos chavales de su ciudad natal (Bor) que se dedicaban a hacer capulladas al estilo "Jackass". De este pequeño concepto surge un pequeño reflejo de varios adolescentes, tan libre de maniqueísmos como era de esperar, aunque a cambio se prescinda de un hilo narrativo formal y las diferentes subhistorias, anexas eso sí al viaje del protagonista (un correcto Marko Todorovic). Interpretaciones que no destacan en demasía (no hacía falta, de hecho gracias a esto encontramos momentos bastante creíbles, de cierta validez semi-documental) y una notable dirección especialmente en su último tercio (desde que da inicio un tremendo falso plano secuencia, de apenas dos cortes, que comienza en un pasillo y finaliza en una manifestación), hacen que "Tilva Roš" funcione a pesar de que requiera un poco de paciencia por parte del espectador.

Lezaic juega a ser Gus Van Sant, recordando a "Paranoid Park" pero sin llegar tan lejos, y debuta convincentemente aunque quede la sensación de que su habilidad y el material disponible podrían haber dado para un poco más. Pese a todo, es un trabajo más que correcto de un realizador al que habrá que seguirle la pista en el futuro.

Presentada en el festival de cine de Varsovia, la película serbia aburre hasta límites sospechosos.
Terrible, barata, aburrida, sin guión, sin ideas, simplemente una película vacía, una película que no cuenta nada, simplemente, nada.
Bueno, nada es exagerar pero simplemente el espectador pasa una hora y media en el cine sin saber que pasa o que se pretende narrar.
Con actores amateurs y unos jóvenes que acabaron los estudios de cine en Serbia se arriesgan con un largo que podría ser contado en unos quince minutos pues cuando ya han pasado cinco minutos el espectador ya empieza a sospechar que aquí no va a pasar nada de nada.
La historia se desarrolla en una ciudad muy secundaria de Serbia donde no pasa nada y donde los jóvenes pasan su tiempo haciendo el tonto y haciéndose daño físicamente, literalmente, sin efectos y sin trampas el espectador ha de presenciar escenas tan baratas como estos jóvenes disfrutan con el dolor físico.
Después de quince minutos ya está visto todo, toda la historia ya está narrada, no pasa nada más, nada es el fondo de esta película extremadamente aburrida donde la gente salía del cine aburrida y otros no lo hicimos por la comodidad de las butacas del cine.
Quizás luego vengan los críticos y nos digan que es una obra fresca y original pero a mi me pareció una tortura de una hora y media.