Gaudí (1989)

Gaudí de Manuel Huerga es una obra difícil de clasificar. Acostumbra a llevar la etiqueta de documental, aunque tal consideración dista mucho de acercarse a la realidad. Ciertamente la obra es un rompecabezas con la que Huerga intenta impresionar al espectador, pero finalmente el trayecto acaba por convertirse en una propuesta pretenciosa y sin mucho fundamento. La película, para más Inri, se acabó estrenando como obra de inauguración de uno de los canales autonómicos de Catalunya (que por cierto, es la televisión más subvencionada de todo el estado, pero eso sería otro cantar).

La película se divide en dos partes. En su primera parte, ofrece una especie de documental, aunque nunca se sujeta a ninguna regla. Lo cierto es que nunca persigue un objetivo documentalista en el sentido de ofrecer una información auténticamente real, sino que mezcla de manera totalmente intencionada la información y los testimonios reales con la pura ficción. Por ejemplo, las entrevistas que supuestamente ofrecen personajes reales, cuando en realidad son actores que interpretan un papel. Pero luego incluye vídeos y fotografías que si pertenecen a la época, sacadas de archivo. Obviamente, para que Huerga pueda seguir con su Boutade particular, es imprescindible el tono en blanco y negro (como si intentara remitirse a una especie de tono añejo, de tal manera que intenta dotar a las entrevistas de una pátina de antigüedad que en realidad es inexistente. La voz en off del narrador de esta primera parte está en inglés, y pese a que las entrevistas sí están en Catalán, vemos subtitulos en inglés, debido a que la película intentó venderse fuera del mercado nacional.

Este recurso per se no sería un obstáculo, y podría datar al film una capa de originalidad, pero con esta técnica sucede lo mismo que con el resto del film y es que lo que cuenta la película es un discurso vacío y mil veces visto. Las falsas entrevistas no revelan que no sepa nadie que no haya tenido un contacto mínimo con la obra de Gaudí, y el material documental de la película, más que aclarar el mito, lo que hace es seguir tapándolo en la oscuridad romántica que tapa al personaje. En vez de hablarnos de temas serios el film se centra en anecdotarios que lo único que hacen es un retrato epidérmico del tema principal.

Así pues, nunca se hace una visión realista sobre el arquitecto, sino que se omiten los aspectos que podrían perjudicar al artista, como su relación de burguesía con sus promotores millonarios, o su total vuelta al mundo cuando constructivamente se estaba siguiendo precisamente una ideología técnica totalmente contraria a la derrochadora manera de construir del arquitecto.

Pero manías personales aparte, la película sigue tapando el rostro del auténtico artista. En contraposición encontramos la segunda parte del documental, que a modo de cine mudo, intenta mostrarnos una biografía del joven arquitecto, mostrándonos desde su infancia hasta algunos episodios aislados de su juventud (aquí el documental no se centra en el período más famoso del artista, sino en una etapa poco conocida).

En esta recreación fílmica, tampoco Huerga se rompe las neuronas. La película sigue las pautas del cine mudo, con una clara inspiración del cine alemán expresionista (que podemos comprobar en las escenas que más tintes oníricos tiene). Como ya decía, sigue los esquemas del artista preconcebido que tenemos en la mente, sin aclarar nada nuevo. De tal manera que Huerga, más que realizar un exhaustivo trabajo, prefiere optar por el camino fácil, intentando mostrar algunos guiños al espectador para que se esté se sienta placenteramente. El dragón, el sueño surrealista del personaje cuando ve a la madre de Dios…todos estos elementos ayudan a condimentar la figura romántica del artista, que es la que precisamente el espectador busca cuando ve este tipo de films.

Cinematográficamente tampoco la película se presenta como algo novedoso. Los referentes que toma Huerga están ahí, pero no hay nada que merezca la pena de ser destacado. La trama se vuelve caótica y la vida del arquitecto se convierte en un espejo roto que muestra fragmentos de su vida de manera totalmente aleatoria.