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Fraude (1973)

Fraude
85 min.
7,6
5.475
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Trailes (no oficial)
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Sinopsis
Documental sobre el fraude y las falsificaciones que se centra en la figura del falsificador Elmyr de Hory y su biógrafo, Clifford Irving, autor también de la fraudulenta biografía de Howard Hughes. Asimismo relata la reclusión de Hughes y la carrera de Welles, que comenzó con la emisión radiofónica de una falsa invasión marciana: "The War of the Worlds". (FILMAFFINITY)
Género
Documental Pintura
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
F. for Fake (Vérités et mensonges)
Duración
85 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Irán-Alemania del Oeste (RFA);
Links
8
F de falso
Obra singular, escrita, protagonizada y dirigida por Orson Wlles. Se rodó en Ibiza (España), EEUU, Toussaint y otras localidades de Francia.

La acción principal, la del narrador, se desarrolla en 1973, en localidades de Francia, Irlanda, España y EEUU. La narración contiene una lúcida reflexión sobre los límites, imprecisos y complejos, que separan la verdad de la mentira, la realidad de la ficción. Tras el elogio a la magia, se explican fraudes célebres por su trascendencia, autoría o ambigüedad. Se refiere a Elmyr de Hory, pintor especialmente dotado para la imitación de grandes maestros, como Modigliani, Matisse, Van Dongen y Picasso; a Clifford Irving, autor de la falsa biografía de Howard Hughes; a las falsedades que jalonaron la vida de Howard Hughes; al programa radiofónico, de 1938, sobre el falso ataque alienígena a la tierra; y a otros fraudes.

La película combina fragmentos documentales y fragmentos de ficción, en un relato que contiene una interesantísima exploración de la combinación de verdad y mentira, certezas e incertidumbres, que se da en la vida, la realidad social, los relatos y biografías e, incluso, en el arte. La expresión más elevada de la acción humana, el arte, se apoya legitimamente en la ficción para provocar goce espiritual y emoción estética. La falsedad de la pintura se basa en el uso de pigmentos de escaso grosor, que producen imágenes que evocan realidades (perspectiva, profundidad, movimiento) que no están en el cuadro. Los actores dramáticos crean la ilusión de unos personajes que no están en el escenario. En el mundo nada es sencillo, ni siquiera el fraude. El autor exalta el valor de la ficción, acepta la complejidad de la verdad y rechaza el fraude basado en afanes de lucro ilegítimo. El mayor mérito de Elmyr de Hory, presunto falsificador, consistió en quebrar la creencia en la infalibilidad de los expertos en arte, dictadores de la autoría de grandes pintores. El mayor mérito del arte consiste en que "es una mentira que nos hace descubrir la verdad".

La música, de Michel Legrand, refuerza el relato con melodías coloristas, brillantes y variadas. La fotografía adopta el formato documentalista con filmaciones de los actores y del narrador. Éste, mientras pasea por un parque otoñal, sirve imágenes de singular belleza, que evocan una atmósfera grata, pero ambígua. El guión tiene la complejidad y la riqueza de la reflexión que se propone. Los interrogantes, las preguntas y las dudas, golpean con fuerza el ánimo del espectador. Los actores tienen intervenciones acertadas, pero breves frente a la omnipresencia de Welles, actor y narrador. Su intervención, pausada, es magnífica. La dirección, en plenas facultades, exhibe maestría, inteligencia y originalidad.

La película plantea un tema trascendente, similar en parte al de "Rashomon", de Kurosawa. No apta para mentalidades simples, afectas a verdades absolutas y opuestas a la complejidad y relatividad de las cosas.
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68 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ciudadano Kane era él.
En una cinta repleta de falsificadores, estafadores, ilusionistas y otro tipo de embaucadores lo más normal es que se engañe al espectador desde el principio, que lo que se presenta como tema principal no sea sino mera excusa. Es lo que sucede con “Fraude”, documental perpetrado para testimoniar la grandeza de esa fuerza artística que fue el individuo llamado Orson Welles.

No hay que dejarse engañar por el tono inicial de la obra, ni tampoco turbar por la confusa estructura de la misma. La tramposa narración acaba presentándonos a un notable falsificador de obras pictóricas como un entrañable hombrecillo, a un farolero y arribista escritor como un audaz bandolero; la mano juguetona de Welles es patente a lo largo de toda la narración, manipulando el sentido de toda afirmación de los protagonistas mediante un montaje burlón y escéptico que le confiere a la cinta un tono festivo y que pretende convencernos, al igual que según se dice en la misma cinta hacen los húngaros, de que “yo soy el mayor embaucador de todos”. Basta con ver esa media sonrisa tan estudiada que se le escapa a Welles tras decir “A ham sandwich” para corroborarlo.
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41 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
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