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La reina de Nueva York (1937)

La reina de Nueva York
77 min.
6,6
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Sinopsis
Para evitar que le dejen en la sección de obituarios -a donde fue enviado como castigo-, el corresponsal del Morning Star, Wallace Cook (Fredrich March), convence a su jefe Oliver Stone (Walter Connolly), para que lo deje ampliar la noticia del envenenamiento por radio que se dice sufrió una mujer de Warsaw, Vermont, llamada Hazel Flagg (Carole Lombard), y queriendo sacar provecho del caso, la mujer es traída a Nueva York con la venia de su médico, y tras publicitar ampliamente su caso para despertar la sensibilidad del pueblo... una buena sorpresa se les tiene guardada. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Comedia Comedia screwball Comedia romántica Periodismo Comedia sofisticada
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Nothing Sacred
Duración
77 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
Burbujas de antaño
Hubo una vez un tiempo, que ninguno de nosotros vivió y que muchos, sin embargo, añoramos cada vez que salimos de una sala de cine, en que las comedias de Hollywood no sólo no tenían por qué ser los insípidos platos precocinados y recalentados que son actualmente, sino que eran películas hechas con el primor y la profesionalidad que hoy parece destinarse, únicamente, a bobadas supuestamente profundas y turbadoras que resultan ser luego simples paseíllos de gaseosa solemnidad por la epidermis de asuntos de lo más nimios y sobados. ¿Qué chicles blandengues y bobalicones no estirarían y estirarían hasta la náusea (y, ¡Dios mío!, con música de Björk) algunas de las vacas sagradas del cine actual con periodistas sensacionalistas al borde del despido y brutalmente sometidos a su codicioso e insensible director, pobres chicas de pueblo asfixiadas por el mundo en el que viven, enfermedades terminales, intentos de suicidio, médicos más fieles al whisky o el dinero que al juramento hipocrático, una ciudad y una sociedad que crean, usan y tiran a la basura a sus héroes cuando sus cinco minutos de gloria han pasado ya?
Pero conviene no olvidar que esta película, en su versión original, se titula “Nada es sagrado”. Y es que las cosas, entonces, se hacían así: se cogía al periodista, al director, a la chica de pueblo, al médico, la enfermedad, el suicidio y la ciudad, se introducían en una coctelera, se agitaban con mimo y se servía el resultado, bien frío, con una rajita de limón y una aceituna. Tal vez sea cierto que no es el mejor de los combinados que ideó la década de los 30, aunque se halle, sin duda, entre los más notables, y que la ha perjudicado ese color aplicado a brochazo limpio tan propio de la época, pero es un trago corto, de apenas 75 minutos, repleto de chispeantes burbujitas, que refresca, relaja, pone de buen humor y es de fácil digestión. Y conste que no estamos de acuerdo con que no haya nada sagrado: nada es sagrado, salvo Carole Lombard, esa diosa que vivió 33 años en la Tierra y regresó en avión al Olimpo.
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19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
EL GRAN CARNAVAL
Correcta y entretenida comedia de uno de los clásicos del cine estadounidense, William A. Wellman, que combina eficazmente el tema del amarillismo periodístico con el de la rentabilidad de una mentira bien ideada y contada.

Fiel al estilo característico de la comedia de los años treinta, "Nothing Sacred" basa su estilo en el tono desenfadado, ligeramente crítico pero nunca verdaderamente corrosivo, y en los diálogos ágiles e irónicos, que condicionan el ritmo del filme; si la película resulta siempre agradable y de fácil digestión ello es debido al buen trabajo del guionista Ben Hecht, otro clásico del cine norteamericano, que recurre a la figura de un periodista a punto de caer en desgracia, y que en busca de una gran exclusiva, topará con una que realmente lo parece, pero que no es más que el resultado de un equívoco. A partir de ahí la narración desarrolla el "gran carnaval" que se monta en Nueva York a costa de la explotación del drama fácil por parte de la prensa y las autoridades, que en su hipocresía, juegan con las sencillas emociones del público. Posteriormente, y a modo de colofón, otro de los temas que el guión apunta es el ya mencionado acerca de la rentabilidad de la mentira, muy en la línea de aquella frase que afirmaba que "la realidad no debe estropear nunca una buena noticia".

Con unas interpretaciones correctas (en ningún caso deslumbrantes), acertados gags -no demasiados-, como el de la pelea en el Madison Square Garden, y algunos momentos de humor más trabajados -la secuencia en que Fredric March interroga inútilmente a los habitantes del pueblo, todos ellos lacónicos y hostiles- la película se disfruta moderadamente, quedando lejos de la excelencia de la que era capaz el mejor Wellman (pensemos en "El Enemigo Público", "Incidente en Ox-Bow", "Beau Geste" o "Cielo Amarillo", por citar algunas); no obstante, debe valorarse que los temas del filme resultan interesantes y sugerentes, hasta el punto de que en manos de un realizador más inspirado -Billy Wilder- darán lugar a dos obras maestras como "The Fortune Cookie" ("En Bandeja de Plata", que aborda también la explotación de los buenos sentimientos ajenos a partir de una falsa enfermedad) y "El Gran Carnaval", que retrata como pocas el circo que es capaz de montar un periodista aprovechándose de una desgracia.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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