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El presidio (1930)

El presidio
87 min.
6,5
140
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Sinopsis
Kent Marlowe, bajo la influencia del alcohol, atropella y mata accidentalmente a dos personas. Recibe cargos criminales y termina en una prisión cumpliendo 10 años al lado de criminales de diverso pasado; Butch Smith es un avezado criminal, con varias reincidencias, y es quien manda en el bloque de celdas. John Morgan (un individuo agradable que comparte la celda con Kent) es un falsificador que aparentemente se ha regenerado y desea rehacer su vida. Pero no es lo que otros desean para Morgan. Kent es forzado a plantar una navaja entre las pertenencias de John y éste pierde la posibilidad de salir de prisión bajo palabra. Desesperado, John huye de prisión... (FILMAFFINITY)
Género
Drama Thriller Drama carcelario Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Big House
Duración
87 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Frances Marion
Links
Premios
1929: 2 Oscars: Mejor guión y mejor sonido. 4 nominaciones
8
Magnifico drama carcelario, y toda una sorpresa que pese al año de producción luce como si se hubiera rodado anteayer.
Arranca con Kent Marlowe (Robert Montgomery), un hombre que en la noche de fin de año atropello a un hombre cuando conducía en estado de embriaguez, entrando a cumplir la condena de 10 años a la que ha sido condenado a una cárcel llamada “The big house” y que a la llegada del furgón vemos como una inmensa y amenazadora mole.
Tras el protocolo de rigor, que consiste en requisa de sus efectos personales, cacheo, entrega de uniforme y charla del alcaide James Adams (Lewis Stone), es encerrado en una pequeña celda con 2 consumados delincuentes, un fornido y duro criminal llamado 'Machine Gun' Butch Schmidt (Wallace Beery) y John Morgan (Chester Morris) un consumado ladrón.
A partir de aquí tenemos un magnifico y recio drama carcelario, que nos muestra por primera vez (al menos que yo sepa, que hasta el descubrimiento de esta película creía que “Soy un fugitivo 1932” de Mervyn LeRoy era la pionera, lo cual no resta un ápice a la extraordinaria película protagonizada por Paul Muni) la dura vida en el interior de una prisión, en la que solo los más fuertes sobreviven, con todo tipo de personajes y situaciones que luego hemos visto en 1001 producciones de todo pelaje ambientadas entre los muros de una carcel y con un muy entretenido desarrollo de la trama, en base a la relación que se establece entre los 3 compañeros de celda, la trama amorosa entre Morgan y la hermana de Kent, Anne (Leila Hyams), cuando este consigue fugarse y va tras ella para vengarse por lo que cree que le hizo John antes de evadirse y el extraordinario film de acción en que se convierte en su tramo final (sorprende la intensidad y poderío con que están rodadas para la época de producción).
Súmese la excelente actuación tanto de Wallace Beery (nominado al Oscar de 1930 por este papel) en el papel del duro “Ametralladora” Butch, como de Chester Morris en el del otro kíe carcelario, un digno trabajo por parte del resto del casting y la innovación por parte de MGM (en un tipo de producción dominado por Warner) de adaptar un guion escrito por una mujer (Frances Marion), la cual se documento en la mítica prisión de San Quintín para ello y gano justamente el Oscar al mejor guion (además también obtuvo el Oscar a la mejor banda sonora) y tenemos una extraordinaria película de visión obligatoria.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
“La cárcel no produce una mancha en el hombre, pero si tiene una se la resalta”
Primera mujer estadounidense en actuar como Corresponsal de guerra (durante la I Guerra Mundial) y ganadora de dos premios Oscar: El primero por el filme que nos ocupa, “EL PRESIDIO”, y el segundo, al año siguiente por “El campeón” (ambos filmes protagonizados por Wallace Beery, convertido desde entonces en una cotizada estrella), la periodista, novelista y guionista, Frances Marion, es la autora de una frase que, sobre todo en Hollywood, se ha aplicado con rigor en muchas ocasiones: “Escribir guiones para cine es como escribir en la arena cuando sopla el viento”.

Aunque la frase apenas aplica levemente en el filme que dirigiera George W. Hill, quien sólo hizo las modificaciones indispensables por las condiciones de rodaje, la usamos para resaltar que Frances Marion fue una persona muy crítica con la sociedad que le tocó vivir y el problema carcelario la comenzó a preocupar desde que se enteró del motín que, el 3 de octubre de 1929, se produjo en la prisión de Canon City, la cual causó numerosas muertes, incluida la del líder de ese cruento hecho. Respaldada por la MGM, la valiente señora Marion, personalmente comenzó a visitar la cárcel de San Quentin, pues, quiso documentarse sobre todo lo concerniente con aquellos sitios donde, comúnmente, los seres humanos llegan, no para rehabilitarse y encontrarse, sino para degradarse hasta el punto de perderse.

Trabajando muy estrechamente con el director Hill -hasta resultar que su relación termináse en matrimonio-, “EL PRESIDIO” se ofrece, entonces, como un efectivo filme que pretende demostrar los grandes vacíos e imperfecciones del sistema penitenciario, donde hasta a los tanques de guerra es capaz de acudir cualquier loco alcaide, para apagar una sublevación que, casi siempre puede evitarse, asegurando un trato digno y condiciones humanas de retención.

Dadas las particularidades de la censura de la época, al filme le falta cierto rigor al recrear bastante blanda a la guardia del penal; al pulir un lenguaje que, en la vida real, abunda en palabras soeces y en frases poco elaboradas; y también al mostrar a los reclusos de muy buen aspecto en general, cuando bien sabemos que, en la realidad, suele haber unos cuantos bastante intimidantes. Aquí, hasta los dos más “temidos” son un par de tipos encantadores, cuya “dureza” es más una máscara para protegerse, que algo que realmente les salga del corazón.

Pero, la trama llega porque hay en ella mucho calor humano, detalles muy significativos que ponen en cuestión de que lado es que se ubica el mal, y porque deja bien claro que, desde entonces, el sistema penitenciario muy, pero muy poco, asume su obligación de respetar los derechos humanos. Y ¡qué curioso que, es por esta misma razón, por la que los hombres -casi todos del pueblo raso- se llevan allí para castigarlos!

Logrando un significativo tono gris en su eficiente fotografía y con unos imponentes planos que ubican a los presos en sus precisas condiciones (ocasional arrogancia, estados de sumisión, ovejas de rebaño, maña y rebeldía), el director solidifica un filme al que Wallace Beery (Butch), Chester Morris (Morgan) y Leila Hyams (Anne), añaden altas cuotas de espíritu humano, con lo que, “EL PRESIDIO”, se convierte en la gran antecesora de los filmes carcelarios, siendo inevitable hallar elementos, aquí incluidos, en los títulos posteriores.

La MGM confió tanto -y acertadamente en esta historia- que, simultáneamente, encargó que se hicieran versiones en español, francés y alemán, asignándolas a otros directores y con diferentes repartos para cada idioma.

Y bueno es recordar las palabras del alcaide: “La cárcel no produce una mancha en el hombre, pero si tiene una se la resalta”.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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