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La pequeña Venecia (Shun Li y el poeta) (2011)

La pequeña Venecia (Shun Li y el poeta)
93 min.
6,7
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Sinopsis
Shun Li, una inmigrante china que trabaja en una fábrica textil de las afueras de Roma, intenta legalizar su situación para poder llevar a Italia a su hijo de ocho años. Inesperadamente, la mandan a Chioggia, una población situada en una isla de la laguna veneciana, a trabajar como camarera en un bar. Allí conoce a Bepi, un pescador eslavo apodado ‘El Poeta’. La relación que se establece entre ellos es una especie de huida poética de la soledad, un diálogo silencioso entre dos culturas distintas, pero no muy distantes. Lo malo es que ni los chinos ni los lugareños ven bien su relación y tratan de obstaculizarla. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Inmigración Amistad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Io sono Li
Duración
93 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-Francia;
Links
Premios
2012: Premios del Cine Europeo: Nominada a Mejor música
2011: Premios David di Donatello: Mejor actriz (Tao Zhao). 4 nominaciones
2011: Festival de Sevilla: Premio Eurimages
8
El reverso humano de las mafias chinas
Acostumbrados como estamos a creernos el ombligo del mundo, se nos pudiera olvidar que no sólo hay inmigrantes chinos en España, sino en casi cualquier parte del mundo. También los hay en Italia, bien cerca de aquí. Y el choque cultural (un choque siempre silencioso, caracterizado por la desconfianza mutua) es el mismo allí que aquí, más aún tratándose de culturas tan afines como la italiana y la española. Es por eso que el film de Andrea Segre se nos antoja tan cotidiano, y su historia tan potente. El debut de Andrea Segre funciona como si se tratase del reverso humano de las morbosas noticias sobre la mafia china que copan estos días los informativos. Hasta pareciera que dichas noticias forman parte de una calculada (aunque extraña) campaña de promoción.

El film se ocupa de Shun Li, una inmigrante china residente en Italia, que por órdenes del jefe de la empresa (¿mafia?) para la que trabaja, es trasladada a Chioggia (la “pequeña Venecia” del título, siempre lluviosa) para regentar un bar del puerto. Allí Shun Li entrará en contacto con los habitantes del pueblo, y en particular, entablará amistad con Bepi, “el poeta” (Rade Serbedzija), un viejo lobo de mar cuyo apodo nos habla de su especial sensibilidad. Bepi, tan sólo como Shun Li, se esforzará en conocerla, en comprenderla, en darle alguna ilusión entre tanto trabajo. Es así como Shun Li empieza a disfrutar un poco de las pequeñas cosas de la vida: de una conversación sobre sus raíces, de un paseo en barca y un día en la cabaña de la laguna de Bepi. Pero pronto la desconfianza se interpondrá entre ellos. No la de ellos dos, sino la de las gentes del pueblo hacia Shun Li y las “mafias” chinas, y la de los propios chinos hacia la relación prohibida de Shun Li con Bepi. Para ellos, “los italianos no son amigos, sólo clientes”.

Como su melancólico escenario, el pueblo de Chioggia, “Shun Li y el poeta” es un precioso y entrañable film, dirigido por Segre con una sensibilidad especial, nada maniquea, para indagar en el alma de unos personajes y de un conflicto tremendamente cercanos. El conflicto lingüístico, siempre tan cómico, también está presente (aunque en ningún momento se abusa). El contenido duelo interpretativo entre Serbedzija y Zhao Tao hace el resto. El film solo se trastabilla algo en su recta final, en mi opinión, algo confusa y anticlimática.

Esta pequeña joya sólo tiene otra pega: después de verla, podríamos caer en la cuenta de que el camarero del chino de la esquina, el que lleva la frutería del barrio y el del badulaque de debajo de casa, además de unos “currantes” que nos están invadiendo, son también seres humanos con sentimientos, con heridas y con sueños. Y eso podría ser un poco incómodo.
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22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La otra cara de la inmigración
Ambientada en Chioggia, un pequeño pueblo sustentado en parte gracias a su actividad pesquera, La pequeña Venecia nos introduce en una de esas historias sencillas a la par que sensibles donde ese encantador lugar se comporta como un personaje más. Para que así sea, Segre deja estampas que logran encandilar más que por su belleza por lo particular de las mismas, pues Choggia flota, como Venecia, sobre las aguas y de ello se aprovecha el realizador transalpino para juguetear con la romántica idea de una ciudad que convive con las inundaciones como si no existiese mañana.

Lejos de esa visión romántica, sin embargo, Segre nos traslada a un relato de contenido social tocando una de esas temáticas que más de actualidad no podría estar. En ella, Shun Li, una mujer china con un hijo que ha llegado sola a Italia gracias al poder de la mafia de su país, será enviada a Chioggia para encargarse de regentar un bar y así poder pagar todas sus deudas, para lograr de este modo que la mafia le reuna de nuevo con su pequeño. En el pueblecito costero conocerá a Bepi, un italiano jubilado apodado «el poeta» que todavía continúa con sus quehaceres relacionados con la pesca, con quien llegará a establecer una cálida relación de amistad.

Sorprendentemente, y pese a tener visos para ello, La pequeña Venecia no empieza a hacer gala de su componente social hasta bien avanzada la película, y es que aunque nos encontramos ante un retrato que nos habla en parte sobre el funcionamiento de esas mafias, el cineasta italiano prefiere centrar sus esfuerzos en construir esa relación entre Shun Li y Bepi, que terminará siendo el principal motor de una cinta a la que en ese sentido se podría tildar, en parte, de previsible por repetir esquemas y ofrecer soluciones ya vistas pero, sinceramente, sería injusto dado la honestidad y candor de una obra que en todo momento se siente más cerca de lo que cualquier espectador ya acostumbrado a este tipo de cintas podría esperar.

A través de esa relación, se nos habla acerca de las raíces de ambos protagonistas como parte realmente significativa de sus vidas pero, más importante todavía, como nexo entre dos personajes que no se podrían sentir tan próximos el uno del otro de no ser por ese factor. Con ese vínculo afectivo de por medio, que los acerca, se entreteje una amistad donde los orígenes de cada uno entran en escena ya sea a través de diálogos, fotos o una nostalgia que nunca se torna lo suficientemente compasiva como para tomar una senda sensiblera que Segre evita en todo momento.

Aun así, los únicos méritos de La pequeña Venecia no quedan tras una historia de comprensión y apoyo, también se encuentran en la descripción de una situación verdaderamente delicada huyendo en todo momento de un planteamiento maniqueo que hubiese enterrado, en buena parte, las posibilidades de una propuesta que incluso hace bien intentando no contextualizar (más allá de los detalles debe obtener el espectador para establecer el pacto ficcional) ni posicionar al espectador; el relato se muestra de este modo cristalino y pocos achaques se le pueden realizar a un film en el que se siente algo que hoy en día los realizadores reivindican en exceso acerca de sus creaciones, pero aquí parece existir sin más: el cariño.

A resumidas cuentas, el debut en largo de ficción de Andrea Segre es una de esas pequeñas delicias que merece la pena no perderse, tanto por lo cálido de la propuesta, como por distintos aspectos que nos llevan desde el magnífico trabajo de sus actores (entre los que se encuentra, en el rol de Bepi, al internacional Rade Serbedzija) hasta la proximidad de una historia que, pese a poder resultar lejana (ya sea por la no-vivencia de una experiencia de esas características o por los distintos elementos sociales que en él se encuentran, y que estamos más acostumbrados a ver de modo frío y distante —a través de la televisión—), en manos de Segre logra insuflar vida a un celuloide que parece tocado por la varita de un auténtico artesano. Habrá que seguir viendo si le queda grande la etiqueta al italiano, o si en posteriores trabajos da fe de lo demostrado en este.


Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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