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Daguerrotipos (1976)

Daguerrotipos
80 min.
7,4
536
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Disponible en:
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Sinopsis
Agnès Varda filma la calle Daguerre, en el distrito 14º de París, donde ella vivía. Filma a los comerciantes, al carnicero, a la panadera, al tendero de ultramarinos, al peluquero, a sus vecinos. Trasciende la vida apacible del francés medio. Hace un homenaje a lo cotidiano. (FILMAFFINITY)
Género
Documental
Dirección
Reparto
Documental
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Daguerréotypes
Duración
80 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Alemania del Oeste (RFA);
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6
La gente de mi calle Daguerre
El microcosmos de lo más cercano y observado con lupa amistosa, complice, y hasta cariñosa. Agnès Varda filma a las gentes de la calle donde vive en 1976, pero la película puede verse cómo la realidad cotidiana intemporal de una comunidad de seres humanos viviendo en armonía. Costumbrismo en estado puro desde la siempre personalísima mirada de esta mujer tan singular.

Su óptica gana matices y perspectiva según pasan los años. Lejos de envejecer, se reivindica.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Daguerre tiene su encanto
El documental es cotidianidad y trivialidad, y con trivial no me refiero a la forma, porque Daguerrotipos es lo contrario a trivial. Es un recorrido por diferentes tiendas y una muestra de los 'personajes' que 'habitan' en ellas. Es un extracto de la rutina de un par de personas comunes y corrientes que 'viven' en la calle Daguerre que, salvo por su nombre, no tiene mucho de especial. Lo interesante de esto que a priori no parece muy llamativo, es que Varda lo hace con mucha sensibilidad; hay pequeños momentos que llegan a estremecer, pequeños detalles que hacen que el documental tenga un cierto encanto. Aunque bien, si trato de ser imparcial, también hay momentos en que dices: '¿es necesario ver como compran estos sujetos?, para eso voy al almacén', pero lo que prima es ese intento de la directora de encontrar la belleza en lugares ordinarios: nos muestra las particularidades de ese microcosmos francés que, en el fondo, tiene aspectos muy universales y, quizás, atemporales.

A lo largo del metraje se exponen varios trabajadores (principalmente parejas), desde vendedores de carne hasta un mago muy carismático, aunque lo que predomina en la calle Daguerre y en el documental son los vendedores, como los que hay en cualquier esquina. Difieren en productos, pero todos tienen en común la perseverancia, la eterna espera por la llegada de alguien. Es un trabajo lleno de rituales y repleto de momentos muertos como se señala en el documental.

Sin embargo, Varda muestra vital interés por una pareja de ancianos de una tienda de perfumes, principalmente la mujer del matrimonio. Su mirada triste y resignada es enfocada a lo largo del metraje, como si la directora quisiese adentrarse en sus pensamientos. Lo normal sería pensar que solo esta a la espera de clientes, pero esos suspiros y esa mirada fija hacia el exterior de la tienda sugieren algo más: inevitable sentir cierta melancolía.

En definitiva, es un documental curioso que logra generar empatía de una manera honesta. Pero, hay que decirlo, no niego que pueda resultar algo aburrido, por la temática y el ritmo, es entendible, así que no lo vean después de comer. Solo lo recomiendo a los que quieran ver algo 'distinto' (detesto esa palabra), pausado y contemplativo, o bien, a los interesados en la idiosincracia de la Francia de los 70 o qúé sé yo, es un documental difícil de recomendar, en fin: solo para cinéfilos curiosos.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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