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Camino a la perdición (2002)

Camino a la perdición
119 min.
7,6
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Sinopsis
En los oscuros años de la Gran Depresión, Michael Sullivan (Tom Hanks) es un asesino a sueldo que profesa una lealtad inquebrantable a su jefe, el señor Rooney (Paul Newman), pero es también un buen padre de familia. Son tiempos duros en Rock Island, donde domina la mafia irlandesa, la Ley Seca sigue vigente y los gángsteres, especialmente Al Capone en Chicago, están en la cima del poder. Un día, inesperadamente, el hijo de Sullivan, Michael Jr. (Tyler Hoechlin), decide seguir a su padre para saber en qué consiste exactamente su trabajo. (FILMAFFINITY)
Género
Cine negro Intriga Drama Años 30 Mafia Crimen Gran Depresión Neo-noir Cómic
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Road to Perdition
Duración
119 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2002: Oscar: Mejor fotografía. 6 nominaciones, incluyendo actor secundario (Newman)
2002: Nominada al Globo de Oro: Mejor actor secundario (Paul Newman)
2002: 2 premios BAFTA: Mejor fotografía y diseño de producción. 3 nominaciones
2002: Festival de Venecia: Mejor director (Sam Mendes). Nominada al León de Oro
2002: Critics' Choice Awards: Nominada a mejor película, actor sec. e intérprete joven
"Obra maestra (...) extraordinaria, reinventa el mejor cine negro sin traicionar los códigos de este glorioso género (...) Newman y Hanks bordan sus papeles"
[Diario El Mundo]
"Paul Newman y Tom Hanks renuevan con un golpe de genio el viejo cine de gánsteres (...) un guión y un reparto de altísima solvencia"
[Diario El País]
16
14
Positiva
2
Neutra
0
Negativa
9
Cuando el silencio lo es todo
Silencio, eso es lo que oiríamos en la enorme "Camino a la perdición" de no ser por la colosal y reiterativa (debido al excesivo uso que se hace de ella) banda sonora de Thomas Newman. El silencio que hay entre un padre y un hijo, el primero, uno de esos que llevan el sentimiento por dentro, que se nos advierte como alguien parco en palabras pero no corto en gestos de agradecimiento, y el segundo con la desazón que podría producir el llegar a creer que su padre nunca le dio un trato equitativo junto a su otro hermano. Y ese es el silencio que desentraña una relación dolorosa, emotiva y franca hasta el último segundo, una relación que, de vez en cuando, se va abriendo paso en base a cortos diálogos o cuestiones que surgen de la cabeza de los protagonistas y nos empapan con sus dudas, pensamientos e intenciones, haciendo que al final, uno llegue a comprender que había tras todos esos silencios, esos tiempos muertos de viaje hacía un nuevo destino, de escape, pero de reencuentro con el ser querido, con el único que en ese preciso instante podría insuflarte un poco de vida y desvelarte con un sincero gesto.

Mendes construye así un relato de auténticas emociones donde la venganza sólo está en un primer plano, y se muestra como un mero trámite para alentarnos con esa emotiva relación padre-hijo.
La ambientación y todos los exquisitos aspectos técnicos sólo contribuyen a que creamos que podemos volver a esa era donde los trajes de punta en blanco, los sucios disparos en el más recóndito rincón de Little Italy y los más inesperados sucesos se podían cerner sobre nosotros, sólo que retratado aquí con un sosiego muy distinto, pero con una sobriedad y un estilo patentes que impregnan cada edificio, cada gota de lluvia y cada minuto de modo impecable.

La destreza del director norteamericano contribuye a hacer de "Camino a la perdición" una sublime delicia para todo aquel que se quiera dejar llevar de nuevo por cine negro soberbiamente culminado, alcanzando su cúspide en un par de secuencias durante su tramo final y dejando al espectador en un halo de magnificencia y sorpresa por ver tales momentos perpetrados con ese monumental pulso.
Apariciones en el elenco como la de Newman y su increíble presencia, Baker o Craig son sólo una nota más para que la segunda cinta de Mendes se erija como un auténtico ejemplo de cine ejecutado con tacto, instinto y talento, mucho talento.
Observar las contadas pero secas y cortantes apariciones de un Jude Law en estado de gracia, la pertinente forma de Hanks para palpar cada gesto y cada palabra, traduciéndolos en su personaje con mesura, pero gran intencionalidad y las abarrotadas calles de la gran ciudad en pleno hervor supone otro de los tantos alicientes para no perderse esta grandiosa joya del cine de gángsters. A la altura de pocos.
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180 de 213 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Mi perdición
Quizás le falte un pelín para estar al nivel de “Uno de los nuestros”, “Muerte entre las flores” o cualquiera de los tres padrinos, pero “Camino a la perdición” es, incuestionablemente, una de las mejores pelis de cine negro en color. Y eso ya es mucho. Suficiente, al menos, para concederle y ratificarle esas ocho estrellitas que, hoy por hoy, resplandecen en su marcador filmafinitero.

Cualquier amante del género que se precie, así pues, disfrutará como un niño con la peli de Mendes. Una peli de gángsters como Dios manda, con tipos que fuman y beben whisky sin inmutarse. Con la misma naturalidad con la que vaciarían su cargador a costa de cualquier listillo que quisiera pasarse de la raya. Tipos con sombreros, trajes y zapatos de charol impolutos. Tipos sin escrúpulos que se mueven como peces en el agua en clubes de alterne, en lúgubres y enmohecidos almacenes, en fastuosos salones con muebles de marquetería, chimenea y piano de cola. Tipos de gatillo fácil, habituados a las gabardinas y a la lluvia sobre el asfalto. A berlinas negros y maletines repletos de billetes. Al jazz, a la nocturnidad y a la alevosía.

Pero entre todo esto “Camino a la perdición” ofrece algo más. Una hermosa historia de amor paternofilial, por ejemplo. Seca, áspera y austera, tal vez. Pero hermosa. Una historia magníficamente fotografiada y extraordinariamente interpretada. Narrada sin prisa, pero sin pausa. Con una sangre fría encomiable. Un verdadero festín, en suma, para todos aquellos a los que este género nos pierde. Para todos aquellos a los que la simple mención de Al Capone, la ley seca o la matanza del día de San Valentín nos pone el vello como escarpias.

Ah, se me olvidaba. Por si fuera poco, en “Camino a la perdición” interviene Paul Newman. Solo añadiré que no os perdáis por nada del mundo su último encuentro con Tom Hanks. Disfrutar de esa secuencia constituye motivo más que suficiente como para tragarse todo lo demás.

¿Alguien necesita más razones?
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119 de 135 usuarios han encontrado esta crítica útil
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