arrow

Resurrección (2015)

Resurrección
100 min.
4,3
120
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Trailer (ESPAÑOL)
Sinopsis
Ambientada en el marco de la epidemia de fiebre amarilla que azotó la ciudad de Buenos Aires en 1871, "Resurrección" es la historia de un joven sacerdote que, impulsado por una visión mística, se dirige a la ciudad para asistir a las víctimas y enfermos de la terrible epidemia. Una serie de acontecimientos inesperados lo acorralan en ese lugar y lo hacen dudar del sentido de su misión inicial, de sus creencias y finalmente de su fe. (FILMAFFINITY)
Género
Terror Siglo XIX
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Argentina Argentina
Título original:
Resurrección
Duración
100 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
8
LA CURIOSIDAD... MATÓ AL CURA
Después del salto al ruedo que hizo Martín de Salvo en 2013 con “El día trajo la oscuridad”, con el que apostaba por un lenguaje muy impresionista, sencillo, acorde a los recursos más bien escasos con los que el cine argentino se adentra en el género del terror, le toca el turno esta vez a Gonzalo Calzada: una propuesta pareja en cuanto al argumento, pero introduciendo en su narrativa un set de época, con el que vistió a “Resurrección” (2015) de una ambientación digna del “Drácula de Bram Stoker” (1992), pero más elemental e igualmente efectivo el despliegue de efectos y flashes oníricos, y menos rimbombantes éstos que en producciones de la gran factoría hollywoodiense.

La película prende la consabida temática de las angustias humanas que suscita el miedo a la muerte, reflejo candente en los sufridos cuerpos de los que, en la historia, padecen los efectos de una epidemia de fiebre amarilla que asoló el país, concretamente la capital, Buenos Aires, a principios del último tercio del siglo XIX; el misterio del “más allá de la vida”; el mundo de los “no muertos”. Por ello he citado a dos homólogas de asunto vampírico, y aunque Calzada no toque el tema directamente, recurre a una sincrética mezcla de elementos del imaginario local en lo relativo a las creencias y la espiritualidad escatológica (la devoción y el culto a San La Muerte), con lo diabólico y las creencias canónicas cristianas bíblicas sobre el Paraíso y la Esperanza en la Resurrección, promesa de Dios cumplida en primicia con Jesucristo.

En este contexto fusionado de elementos, el tormento en el que se debate el alma humana: sus expectativas de redención, sus delirios mesiánicos, sus complejos y sentimientos de culpa, encarnados en unos personajes, más humanos los que resultan víctimas de la agonía; y más sobrenaturales los dos que encarnan, uno al fiel e impasible criado (Patricio Contreras), entregado a la defensa de la hacienda a la que sirve, y el otro (Vando Villamil), el curandero que encarna la figura del mismísimo demonio: tal fuesen Van Helsing vs Drácula, o el Arcángel guardián del Edén frente al Diablo. De tal guisa que hasta a momentos podríamos pensar que nos hallamos en una especie de western. De hecho, no faltarían paralelismos si quisiéramos encontrarlos, con los dramas sureños en los que una mansión que ha albergado generaciones de una casta de rancio abolengo protagoniza el centro simbólico de la historia (sin ir más lejos “Lo que el viento se llevó”, de 1939).

Finalmente otro frente comparativo podríamos establecer, de este esquema narrativo, con las grandes clásicas del terror producidas por la Hammer entre los 50 y 70 del pasado siglo, basadas en los cuentos de terror de Edgar Allan Poe, e immortalizadas y protagonizadas por el imbatido Vincent Price, en las que también figuramos la fórmula: maldición más heredad condenada (y por ende encantada de espíritus sin reposo), a causa de alguna fechoría o pacto con el Maligno, hecho por un antepasado o algún miembro desquiciado de la familia.

Ahí no puede faltar el motor de arranque, el que pone en marcha todo el diseño de esta compleja maquinaria que, siguiendo un hilo de desarrollo que desprende un cierto aire detectivesco con el que se hace acompañar por el espectador, nos guía por el páramo, desvelando los misterios, y dando cuenta de los sucesos a tenor de lo que va descubriendo. En el caso que nos ocupa, el personaje de Aparicio (Martín Slipak), un diácono que espera ser ordenado sacerdote, último descendiente vivo de esa família martirizada por el azote implacable de la enfermedad.

Toda la acción se desarrolla en las inmediaciones de la finca de la família del joven religioso. Camino de Buenos Aires, el destino le llevará a su casa natal, donde descubrirá la realidad del horrible maleficio en el que han caído.

Los aposentos de la lujosa casa, el santuario adjunto, con su lúgubre cripta, serán los respectivos escenarios de los tres macabros actos en los que se desarrolla, de manera simultánea, mezclando lo real con la ensoñación delirante, la acción que relata la secuencia de sucesos. Así, el joven protagonista vivirá a caballo, constantemente, entre la verdad y el engaño de sus desvaríos, como no, enjundia argumental que hallamos en otras obras de referencia, como por ejemplo “El Exorcista”; tanto en la original como en sus subsiguientes dos secuelas.

La capilla, el lugar de paso o de tránsito entre la horrenda realidad terrenal de una casa infestada por la abominable peste de la que todos quieren huir, y el fantasmagórico mausoleo donde permanecen resguardados (o aprisionados) los cuerpos “no muertos”, de las que Aparicio presuponía fallecidas Lucía (Ana Fontán) y su hija, la niña Remedios (Lola Ahumada). Cuán fácil es rememorar, con ese panorama “La Tumba de Ligeia” o “La Caída de la Casa de los Usher”.

Sin grandes despropósitos de exageración artística, los responsables de dirección de arte consiguieron caracterizar estos tres ambientes, en los que el estado del alma de Aparició irá descendiendo, de uno a otro, para caer él también víctima de la desdicha de la que todos los suyos han sido presa.

Sólo con un buen uso del maquillaje, los tonos de luz y un buen juego de planos de cámara, se logra infundir una atmósfera siniestra y un estado que atrapa al auditorio, haciéndolo testigo en primerísima persona de las pesadillas de nuestro atormentado héroe, si es que así se le puede llamar. Con poco efecto visual (por ejemplo la negruzca sangre que los infectados arrojan vomitando al sucio orinal; o el esperpéntico acicalado de los cadáveres en sus ataúdes sobre la piedra yerma que se antoja tétricamente fría y húmeda únicamente de verla; los flashes de los relámpagos en las escenas de temporal, tópico invicto que no podía faltar en esta cinta; los ojos en negro del curandero cuando se revela como el mismísimo Demonio… ), se nos expone al terror, a la experiencia del miedo, a respirar la putrefacción, la inmundícia…
[Leer más +]
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Interesante idea con narración confusa.
La fiebre amarilla es una enfermedad provocada por la picadura de un tipo específico de mosquito, que provocaba unos síntomas parecidos a los de la gripe que podía llegar a provocar la muerte y que fue una seria epidemia durante varios años en África y Sudamérica. Hasta que no se supo el qué era lo que lo causaba habían múltiples teorías, sumando la fe fervorosa y bastante ignorancia hacía que la idea de que se tratara de una maldición del mismo demonio y las maneras (equivocadas) de combatirlo fueran las más predominantes. Resurrección cuenta, añadiéndole mucha fantasía, el serio problema que supuso este hecho.

En 1871, un joven sacerdote aprovecha el viaje para instalarse en Buenos Aires para visitar la vieja casa familiar, habitada por su hermano, la esposa de este y una hija. Al llegar se encuentra que su hermano está moribundo y algunos hechos le harán pensar que esto puede ser obra de una maldición.

Estamos delante de una película muy densa, con un argumento algo rocambolesco y un ritmo excesivamente lento. Se tiene la sensación de que los acontecimientos entran en una especie de bucle y no se consigue avanzar en la trama. Para rematar ocurren múltiples acciones que no hacen más que repetirse una y otra vez acentuando la sensación de estancamiento argumental perpetuo. Aún con esas, la trama es interesante cuando consigue avanzar de vez en cuando aunque de manera muy tramposa. Cuenta datos falsos para que en el último giro todo parezca revelador y sorprendente, y en parte lo es, pero por puro sabotaje.

La ambientación es su punto fuerte, mostrándonos un lugar y una época muy poco explotado en el cine que consigue representarla muy bien con los pocos escenarios que hay (es una película de casi dos horas y solo con tres/cuatro espacios). Dirige y escribe su tercer largometraje Gonzalo Calzada, que tras La plegaria del vidente repite con una cinta de género, aunque esta sería más de suspense que de terror. En cuanto al guión tiene bastantes problemas narrativos, con escenas que se repiten múltiples veces que se podrían haber suprimido y rebajar la duración de la cinta, algo excesiva. Muy acertado en su papel el veterano Patricio Contreras (Matar a todos, Papá se volvió loco), con una interpretación poderosa utilizando varios registros, aparte de poseer una voz atronadora. No tan acertado está el otro protagonista, Martín Slipak (All Night Long), al que en ocasiones cuesta de entender por problemas de dicción.

Es una cinta muy psicológica que habla sobre la crisis de fe de un sacerdote en un marco histórico interesante pero que cuesta entrar en ella. No es una mala película, tiene un ritmo muy tranquilo y algunas escenas bastante interesantes, pero argumentalmente es un poco caótica y tiene un desenlace algo confuso.

http://www.terrorweekend.com/2016/05/resurreccion-review.html
[Leer más +]
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre Resurrección
Fichas más visitadas