Seis días para morir (La rabia) (1966)

Entremezclando realidad y ficción, el hoy y el ayer, el blanco y negro, y el color, el director Emilio Gómez Muriel, se apersonó, en el año 1966, de una grave problemática que venía causando numerosas muertes de animales, personas adultas, y sobre todo niños, en la nación mexicana y en muchos otros países de Latinoamérica. Es la zoonosis viral más antigua que se haya conocido, causada por un virus de la familia Rhabdoviridae, capaz de infectar peces, insectos, mamíferos y hasta seres humanos. Se le conoce como Rabia (RaV) y afecta de tal manera el sistema nervioso central que, sin la vacuna anti-rábica que nos aportara Louis Pasteur, la mortalidad por encefalitis aguda todavía sería bien cercana al 100%.

La rabia se transmite al solo contacto con la saliva del animal infectado o a consecuencia de su mordida, y el período de incubación suele presentarse entre uno y tres meses, pudiendo ser menor en los niños pequeños. En México, el problema perduró hasta el año 2006, cuando los casos de rabia se redujeron a 0% y la meta fue que, para el 2015, la rabia estuviese prácticamente erradicada con una amplia vacunación de perros y gatos. Entre tanto, en Asia y África, según la OMS, se siguen presentando cerca de 50 mil muertes al año, siendo tan solo la Antártida el continente libre de este mal.

Con un guion de Rafael García Travesí y Fernando Galiana, “SEIS DÍAS PARA MORIR”, entremezcla varias historias en las que se nos cuenta las problemáticas por las que pasan tres familias de diferentes estratos sociales y que, al tiempo, son padres o abuelos de alguna de las tres niñas que, en el parque central, se han visto contagiadas por un lindo perro que, curiosamente, se llama Duque.

Una de las madres (¡Madresota, Libertad Leblanc!) está a punto de separarse; la otra convive con un delincuente deseoso de redimirse; y la tercera es una abuela que sufre porque su esposo no quiere a la niña en vista de que su hija la tuvo sin haber recibido la bendición del cura. La primera historia es la dosis sexy de la película, y las otras dos, resultan bastante conmovedoras, además de muy bien actuadas por David Reynoso, Lucha Villa, Sara García y Fernando Soler, entre otros.

Mención aparte para el personaje Jaime Esquivel que representa, con gran acierto, José Gálvez, la suerte de periodista ‘carente de sentimientos’ para quien lo que cuenta es el sensacionalismo y los escalones que pueda subir con cada primera plana. El tratamiento que se le da a este personaje es muy interesante, quedando claramente expuesto como el Fatum siempre se juega sus cartas.

El filme cumple efectivamente su labor como docu-drama y es bien seguro que, en su momento, alertó a las autoridades para que se ocuparan con seriedad de tan grave problemática.

¿Y cuándo el mundo entero se ocupará por fin y con generosidad, de las graves problemáticas que padece el pueblo africano? ¡Ellos son también seres humanos!

Creo que valió la pena ver, en noventa minutos, estos Seis días para Morir.