arrow

Ivan Vasilievich cambia de profesión (1973)

Ivan Vasilievich cambia de profesión
93 min.
6,3
265
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Sinopsis
Por accidente, el casero de un edificio y un ladrón viajan al Moscú del siglo XVI, mientras que Iván el Terrible se trasladará al año 1973. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Aventuras Ciencia ficción Viajes en el tiempo Histórico Siglo XVI
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Unión Soviética (URSS) Unión Soviética (URSS)
Título original:
Ivan Vasilevich menyaet professiyu
Duración
93 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Iván El Terrible
Links
5
CIRCO RUSO: HUMOR PAYASO
1) Mientras en los sesenta y setenta los empeños vanguardistas de Kalatozov, Tarkovski o Mikhalkov intentaban abrirse camino, a menudo frente obstáculos interpuestos por las autoridades soviéticas, el gran público abarrotaba las salas para ver películas como las de Leonid Gaidai, Artista del Pueblo de la URSS. Aquí, ‘abarrotar’ se traduce en cifras de espectadores que en el caso de esta película equivale a 60 millones, y no es el mayor éxito en la carrera del director.
El dato ya le confiere al film un valor sociológico e histórico, al margen de lo propiamente cinematográfico. ¿Qué productos culturales eran el alimento intelectual de las masas populares en los tiempos de Breznev, bastante antes de la Perestroika? Hablan del nivel de desarrollo, de la mentalidad común en el Imperio de la Europa Oriental; de qué era lo que en verdad regocijaba al pueblo, aparte de los poetas avanzados y el arte de autor.

2) Si vuelve al circo de provincias, lo primero que notará cualquier adulto es la cutrez inherente al espectáculo. El niño entusiasta y soñador no lo captaba, encandilado por la seducción del ambiente. No lo veía en los domadores ni en los tragafuegos, ni en los trapecistas, y menos en el sobrenatural Hombre Bala. Y mucho menos aún en el payaso, el gran ídolo infantil, el que con su aparición final hacía que el niño aguantase sin pestañear todo lo precedente.

El payaso clown (no el atildado Augusto), en quien lo explícitamente cutre es el punto de partida: zapatones rotos, pantalones caídos y atados con una cuerda, lamparones, camiseta apolillada, cara de borracho, greñas, sombrero desfondado, cerebro de mosquito y habla prerracional, con frecuencia ininteligible. El ídolo total de los niños. Sus patochadas, coscorrones y martillazos, de un absurdo directo y primitivo, provocan descargas de risa y explosiones de carcajadas que involucran también a los adultos, quienes por un momento dejan a un lado sus reglas intelectuales para revolcarse pueril y felizmente en un chapoteo de humor elemental.

3) Esta película, cuyo abominable nivel técnico y cuya paupérrima producción equivalen al vestuario desastroso del clown, busca en el espectador carcajadas explosivas e infantiles como las desatadas por los payasos en la pista de circo. Y con media docena de golpes delirantes, que apelan al cine mudo y sus carreras frenéticas, y al dadaísmo más demente, lo consigue.

No es difícil imaginar las salas electrizadas por las risotadas a lo largo y ancho de la inmensa URSS, islotes de momentáneo alivio en un país con semejantes dirigentes, hambrunas y deportaciones.

La película es cutre con ganas, pero se hace imposible suspenderla: las carcajadas que arranca son tan terapéuticas como las que, partiendo de la absoluta indigencia material e intelectual, provoca el payaso.

Entre tanto augusto, un rato para el clown no está de más.
[Leer más +]
27 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Rusada con encanto
Porque si existen las españoladas, las italianadas, las francesadas... ¿por qué no las "rusadas"?

Benditas risas (hasta las lágrimas) que nos hemos echado con una de las películas más populares (más de 60 millones de espectadores) de la historia del cine soviético. Si es que en el fondo, los rusos eran unos frikazos. Imposible abordar con seriedad una película cuya secuencia de productora es un hombre rodeándose la cabeza con el brazo y asustado por su propia mano.

Pero cuando es la propia película la que es incapaz de tomarse en serio a sí misma, es mucho más fácil dejarse llevar. Tras un comienzo un pelín soso (para introducir la historia), el despiporre es total. Mareo y psicodelia visual-narrativa a mansalva, música propia de una película con Alfredo Landa, miradas al espectador, cámara rápida y gestualidad exagerada. Benny Hill era un aficionado comparado con estos rusos.

Imposible enumerar los chistes: la interminable persecución de los "demonios" en el castillo del zar; las reverencias de la embajada sueca, el desfile de las tropas rumbo de Crimea o los números musicales de la orquesta real, que amenizan banquetes repletos de caviar. Humor visual, infantil, tonto, sin aditivos: 100% humor.

"Gracias por la atención prestada". Ha sido un placer.
[Leer más +]
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre Ivan Vasilievich cambia de profesión
Fichas más visitadas