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El hombre que nunca existió (1956)

El hombre que nunca existió
103 min.
6,8
872
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Sinopsis
En la primavera de 1943, un vecino de Punta Umbría descubrió, mientras pescaba en ”El Portil”, el cuerpo sin vida de un militar inglés junto con los restos de una balsa neumática. Sin saberlo, aquel pescador, acababa de encontrar al hombre que nunca existió: la operación ”Mincemeat” había comenzado. (FILMAFFINITY)
Género
Bélico Drama II Guerra Mundial Basado en hechos reales
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The Man Who Never Was
Duración
103 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Reino Unido-Estados Unidos;
Links
Premios
1956: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
1956: Premios BAFTA: Nominada a mejor guión británico. 4 nominaciones
1956: National Board of Review: Top 10 mejores películas
8
ESPIONAJE, INTRIGA Y UN MUERTO QUE PUEDE SALVAR A MILLARES DE VIVOS
Notable película inglesa de estratagema de guerra, espionaje y misión secreta, trama situada en el año 1943, en plena contienda de la II G.M. entre británicos y alemanes. Los británicos están planeando desembarcar en Sicilia donde hay instalado un fuerte contigente de fuerzas militares alemanas. Eso implica que habrá una gran pérdida de soldados del bando aliado. Para que las bajas sean las menos posible hay que tratar de engañar a los alemanes de forma que saquen de esa isla parte de su contigente y material bélico antes del desembarco británico. Pero para ello, los Servicios Secretos de su Majesta la Reina Isabel, piensan e idean una estrategia de engaño. Ahí está el apasionante quid de este film interesantísimo, toda una complicada misión de la cual formará parte fundamental un muerto.

El inicio es para subrayar, pues incita a los espectadores a que se sientan cautivados por la narración: sobre la orilla de una de las playas de la provincia de Huelva (España), con fondo de sol en ocaso reflejando sus rayos sobre la mar poniente, aparece un muerto zarandeado serenamente por el leve oleaje. A partir de ahí comienza la historia de ese hombre muerto, "El hombre que nunca existió con la identidad que lleva encima".

Se trata de una película seria, muy bien explicada, donde los británicos son los buenos y los alemanes los malos, pero no hacen de estos "malos" gente tonta, como suele ocurrir en otras muchas películas de guerra, sino que le conceden a los enemigo la inteligencia obvia que tenían y estaba más que demostrada. En cambio a los españoles de ese tiempo los ponen como a gente poco preparada científicamente, por ejemplo para determinar las horas transcurridas después que un muerto perdió la vida u otras revelaciones relacionadas con los avances científicos y conocimientos que sobre un ser humano brindan las autopsias.

Excelente Stephen Boyd, como actor secundario haciendo de espia alemán; un actor que se venía consagrando desde hacía años como un gran intérprete en hacer de "malo" en las películas, y que acabará haciendo uno de los roles más tremendos de "malo malísimo" de la historia, en "Ben-Hur" (William Wyler, USA 1959 ), donde sin duda llegó al no va más en imortalización cinematográfica de personaje "malo y odiable", de los que no se olvidan en la memoria cinematográfica mundial.

Película no tan conocida como se merece. Si puede Ud verla alguna vez, no deje de hacerlo, no se aburrirá y pasará un buen rato contagiado a un ritmo incesante de intriga, estratagema y maniobras secretas en tiempos de la II Guerra Mundial.

Fej Delvahe
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44 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La chica que sí existió
Punta Umbría, pueblo de pescadores de Huelva, había nacido como destino vacacional en el siglo XIX, cuando los empresarios alemanes que fundaron la Compañía Río Tinto se trajeron a su familia a la salvaje España y le buscaron un lugar de acomodo veraniego. Al poco tiempo los ingleses se adueñaron de las minas y de paso del paisaje estival. Durante años convivieron en Huelva y su playa más querida, Punta, los alemanes dedicados a la industria, los ingleses a lo suyo, fundando clubes sólo para hombres y trayendo el agua y la comida de la Gran Bretaña. Hasta que llegó la Segunda Gran Guerra (siempre me pregunté qué pasó en Punta en la primera) y España, que era neutral y admitía residentes de ambos bandos, se convirtió en escenario de intrigas tan novelescas como inofensivas. Unos y otros fueron reclutados en retaguardia para conspirar contra el enemigo. Acabada la guerra volvieron a llevarse bien.

Una noche de verano de hace demasiado tiempo me encontraba en la fiesta de un chalecito de primera línea de la playa de Punta Umbría. Fue el verano de las fiestas en los chalecitos; nada especial: te cobraban veinte duros por entrar, te ponían un sello en la muñeca por si querías salir a mear, la bebida era algo mejor que matarratas y naturalmente no se podía entrar a la casa, sólo al jardín, que era de arena. Eso sí, por lo menos, ponían mucha música de Gabinete Caligari. Bien, allí estaba yo, dando por fracasada una vez más la noche cuando observé a una bonita chica que había salido de la fiesta sola y se paró frente a la playa. De repente sacó un pañuelo y se cubrió la cara con él. “Amigo Sancho”, me dije, “o yo sé poco de aventuras o ahí viene una de las más grandes que sale a mi encuentro…”, y salí a socorrer a la dama.

La luna sobre la playa…, y música de Gabinete Caligari. “No sé lo que te pasa pero seguro que no merece que llores”, le solté directamente. Ella me miró estupefacta en el mismo momento en que me di cuenta de que…, no estaba llorando.
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43 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
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