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Una dama en París (2012)

Una dama en París
94 min.
5,7
157
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Tráiler HD (ESPAÑOL)
Sinopsis
La historia de Frida, una anciana señora estonia que emigró a Francia hace muchos años y ahora se encuentra con que la cuidará una joven inmigrante de su país de origen llamada Anne. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Vejez / Madurez
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Une estonienne à Paris (A Lady in Paris)
Duración
94 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Estonia-Bélgica;
Premios
2012: Festival de Locarno: Sección oficial largometrajes a concurso
7
ESTONIA AFFAIRE
Tercera cinta y primera fuera de su país que nos llega con tres años de retraso del director estonio poco conocido por estos lares a pesar de haber estrenado ya dos trabajos mas.
Es un trabajo de sobriedad y contención, un drama vital donde lo que no se cuenta, lo que no se ve, lo sugerido tiene una importancia determinante a la hora de dibujar una encrucijada en las vidas de un triangulo peculiar en el París actual y eterno.
Jeanne Moreau, mito del cine francés y mundial, con un palmares profesional y existencial de órdago, a sus 87 años demuestra que quien tuvo retuvo (incluso dirigió algunas escenas), componiendo un personaje riquísimo en su contención, a la que da una excelente replica la estonia Laine Mägi (trasunto de la madre del director), a las que se une sin desmerecer Patrick Pineau.
Sin grandes alardes estilísticos Raag narra una historia con poso sobre los emigrantes de su país, su propia madre, el amor y el paso del tiempo.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Caminar por París es la clave para ser feliz
Nota: Esta opinión está escrita en la misma semana de su estreno en España (2015):

Cuando una película se estrena con tres años de retraso en nuestro país, uno no puede evitar preguntarse -salvo que esté hecho a propósito, como con Saraband (2003)- si los propios distribuidores confían en que funcione bien en taquilla. Cabe pensar que si creyeran de verdad en ella, la habrían estrenado antes, aunque también puede deberse a que este sea el momento indicado y que ellos lo supieran de antemano. Como hay varias cintas que no llegan a estrenarse nunca en nuestro país, hemos de dar gracias porque Una dama en París sí, aunque sea tan tarde.

Quizá se deba a que estamos en la mejor época (verano: finales de julio, principios de agosto), esa en la que la gente de más de 40 años va al cine con mayor asiduidad, debido al calor que hace fuera de las salas, una vez que ya han hecho la fotosíntesis de las 11 de la mañana, si es que están ya de vacaciones. Uno nunca sabe, pero lo que está claro es que Una dama en París es la clase de filme que gusta de ser visto por gente más mayor o serena, que opina de lo que ve pero sin demasiado entusiasmo, que dice cosas como «está bien, aunque un poco rollo» o «un poco rollo, pero está bien», que la frescura le asusta. Porque Una dama en París es también así, no demasiado disfrutable, tampoco una mala película, sí algo formal y clásica, pero que no ofrece nada especial, memorable o diferente de las cien películas que también hablaran sobre la vejez, el amargamiento y la amistad en el pasado, de esas historias en las que el anciano encabronado putea con bastante gracia al protagonista o cuidador hasta que acaban como todos sabemos que terminan estas historias.

Pero claro, como digo, la historia está ahí para no disgustar ni arriesgar, y apela además a cierto tipo de público, ese que conoce el trabajo y sabe quién es y ha sido Jeanne Moreau, porque Una dama en París ha sido realizada para ella, para su lucimiento y el de París, esa ciudad tan bien vendida en el cine. Porque si me muestran a una anciana de 87 años -84 tendría entonces- en la ficción, intentando que sea veraz, a mí, que aún no sé lo que se debe de sentir, me gustaría que fueran un poco más allá del simple "están amargados por ser viejos, por haber dejado atrás lo mejor de sus vidas y por tener cerca la muerte, los dolores y la soledad", sobre todo si la vejez está siendo tratada con tanta seriedad. Con esa música triste, además.

Hay gente que es mala sin más, en verdad, pero si es así, tampoco van a cambiar, aunque les acabes cayendo bien; y si son buenas personas pero actúan mal por cansancio vital, tampoco es que el guion vaya a dar para mucho más. Por eso este tipo de películas, que van sobre malas personas que resultan ser buenas en realidad, o parecido, me dan un poco igual. No me interesan sus motivos. No me las creo demasiado, o sí, pero no me meto en la historia, ni en la bondad y paciencia de unos ni en la maldad e impaciencia de otros. Ni en esa música triste, aunque se vuelva bonita siempre que aparezca París de fondo. Porque cuando la protagonista más joven camina por París, sobre todo cerca de la Torre Eiffel, las notas musicales cambian. Qué bonito.

¿Acaso caminar por París es la clave para ser feliz?

En cualquier caso, y a pesar de que es un placer ver actuar a Moreau con tanta energía, a pesar de los años, y a Laine Mägi, aunque su personaje no permita demasiados alardes, la verdad es que a Una dama en París le falta fuerza, narrativa, visual y argumental; está agarrotada. Le falta empatía por ambos personajes, que es lo que busca, a través de su pasado, su presente y la relación que se ha de tejer entre las dos mujeres protagonistas. Le falta ser un poco más El crepúsculo de los dioses, un poco más de mala leche. La corrección formal lo impregna todo, y eso aburre al final, la maldita corrección.

Por eso lo que habría sido una nota de 6 ó 5 se ha convertido en un 3, por el aburrimiento. Habría preferido que la película se pareciera un poco más a la Jeanne Moreau del principio y no a la del final, antes de contar su pasado a los demás.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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