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Entre sabanas (2008)

Entre sabanas
98 min.
3,8
232
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Trailer (ESPAÑOL)
Sinopsis
Paula, convencida de que su novio está con otra en su despedida de soltero, busca la manera de vengarse teniendo una aventura amorosa con Roberto, un desconocido. Ambos se involucran así en una relación prohibida. Sin embargo, Paula pone en riesgo su futuro haciendo lo que una mujer comprometida jamás se atrevería. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Erótico Remake
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Colombia Colombia
Título original:
Entre sábanas
Duración
98 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
3
Almohadones rojos
Sábado 22 de Agosto, 1:05 pm. Cinépolis Multiplaza Arboledas. El día de ayer tuve la oportunidad de ver esta nueva producción importada de Colombia; a los quince minutos de iniciada te das cuenta como va a ser el desarrollo de la trama, y su mérito lo había obtenido con anticipación la producción chilena titulada “En la cama” de Matías Bize.

¿Cómo justificar la originalidad de la obra? Cuando es evidente que solo se han cambiado algunas situaciones pero que tiene demasiada similitud con la primera; por momentos pensé en salirme de la sala al sentirme aburrido, engañado e indignado por pagar por ver una nueva versión al estilo colombiano de la otra película; hasta ese momento creí eso y cuando al llegar navegas por internet y sales de la duda para comprobar que sí se trata de un posible y evidente plagio. Los remakes están de moda y hubiese sido más inteligente decir eso, y no asegurar que es una idea original.

Si no has visto “En la cama” y por cuestiones de dicción del español entre los diferentes países, ahora existe de donde escoger. Al paso que vamos, en unos años podríamos tener la versión mexicana que podría llevar el título de: Almohadones rojos. Por lo pronto ya no tengo algo más por comentar (véase mi crítica de la otra película).

Terrible tropezón para la filmografía colombiana.
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12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Para siempre en la habitación
Siento curiosidad y atracción por el género cinematográfico del encuentro emotivo-sexual furtivo entre desconocidos en habitaciones de hotel. Si es por el regusto dulce y amargo que deja detrás, o por la seducción de encontrar el amor más fuerte de la vida entre cuatro paredes extrañas, o por esa rara y difícil de admitir tendencia a desnudarse (más en alma que en cuerpo) ante alguien que no existía unas horas antes… Pues no lo tengo muy claro. No sé si me gusta por todo eso. Porque a ver si va a ser verdad que es cierto eso de que las mejores esencias vienen concentradas en frascos pequeños. Y que los mayores resplandores son breves. Su don se basa en deslumbrar durante un fugaz momento, porque si se prolongan pierden la novedad del brillo. Los ojos se acostumbran.
O venga, vamos a soñar despiertos, vamos a imaginar que la media naranja es la que nos llevamos a la cama en una noche loca, jugando al sexo fortuito por un impulso al que algunos sucumben muy escasas veces, o al que no habían sucumbido antes. Porque a saber por qué ese extraño o esa extraña tiene en alguna parte de su fisonomía, o de su silueta, o de su mirada, o en las revueltas del cabello, o en la forma de moverse, o de acariciar, o de hundirse en la carne, el elixir capaz de apagar una sed que late ahí inquieta, sofocada, que la pareja habitual no sacia, que las ocupaciones de cada día no engañan. Entonces, en esa noche sin planes, sin calendario, sin reloj, el hambre surge más exigente que nunca, precisamente porque ha encontrado la llave que encaja en su cerradura, las manos que con un solo roce abren las compuertas. Misterios de la vida. Es como llegar y besar el santo. Tanto tantear de ordinario sin abrir los diques más hondos de la pasión. Y ahora, en esta habitación, las piezas encajan como en un resorte de esos que reaccionan al manipular el sitio justo.
¿Quién sabe si los secretos son a veces los que presiden la vida, los que la alimentan? ¿Si unos cuantos de los recuerdos de esos que nos llevaríamos al expirar son de los que una vez se compartieron tras una puerta cerrada a cal y canto?
Cuando se es niño o muy joven, y todavía muy inocente e ingenuo, uno cree que el amor de verdad se cantará a los cuatro vientos, que no habrá secretos, que no habrá engaños, que no habrá disimulos, ni resignación, porque la resignación conlleva algo muy triste, conformarse con vivir a medias. Uno no concibe todavía que el orden de las cosas sólo admite la felicidad a ratos muy espaciados, escondidos, culpables.
Eso se aprende cuando uno se hace mayor y se encuentra de repente en una habitación, huyendo de la cotidianeidad, para buscar la felicidad al lado de un desconocido.
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6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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