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Siempre puntual (1986)

Siempre puntual
86 min.
5,8
168
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
El señor Brian Stimpson es el jefe de profesores de un instituto en Inglaterra. A pesar de la puntualidad y rectitud que exige a todos sus alumnos, él tiene problemas con llegar a tiempo a sus citas. El día que debe presidir una importante conferencia en Norwich, se da lugar una divertida conjunción de desastres. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Clockwise
Duración
86 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
8
JaJaJa, una genial locura para morirse de risa.
El señor Brian Stimpson es el director de un instituto publico de Inglaterra. El día que es nombrado jefe de directores de institutos de todo el país, deberá presidir una importante conferencia en Norwich a las 4 de la tarde. Esto es el arranque de una divertida conjunción de desastres, que invitan a destornillarse de risa.

La película, después de un arranque de 10 minutos bastante soporíferos, empieza con un ritmo frenético, con unas situaciones realmente divertidas y con un desenlace genial.

Conclusión: Nadie que quiera disfrutar de 90 minutos de total evasión y con un John Cleese en un papel que le viene como anillo al dedo, puede perdérsela. Un 8 por esta maravilla.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
The british running man
A lo largo de la campiña británica un hombre corre desesperadamente, le espera la cita más importante de su vida pero esa meta parece cada vez más lejana.
Sentado al borde de la carretera entre la hierba de los prados de Shropshire reflexiona “Puedo aguantar la desesperación...es la esperanza lo que no soporto”.

Podría aplicarse al propio maestro del humor que le interpreta, John Cleese, justo cuando pensaba sobre qué podría haber fallado en el engranaje de esa comedia que hoy en día está ya practicamente enterrada en el olvido, al menos para todo aquel que no haya nacido en Gran Bretaña y tenga ya más de 40 años (la verdad es que el espectro de audiencia reduce mucho las posibilidades). “Clockwise” nació de la propia incapacidad de Michael Frayn para llegar a tiempo a cualquier parte, y éste, uno de los autores y dramaturgos más respetados del país, nunca había probado suerte en el mundo del cine hasta que su intento de guión “Man of the Minute” se puso en circulación...
Del productor teatral Michael Codron fue a parar a un Cleese deseoso de convertirse en el protagonista absoluto de una obra con clase. Parecía la oportunidad soñada, y quiso hacer parte de ese honor a Christopher Morahan, otro veterano de la escena y la televisión al que se le debe recordar por ese clásico del drama histórico llamado “The Jewel in the Crown”; no es que hubiera poco talento reunido en esta producción repartida entre Yorkshire, West Midlands y Birmingham...entonces, ¿por qué siempre hallamos a un Cleese cabizbajo cuando emerge este título en alguna entrevista?

Porque uno lo ve en el papel de Stimpson y ya sabe que lo tiene en el bolsillo, ese estricto director de instituto tan obsesionado con la hora, con la puntualidad, tan obscenamente obcecado en sí mismo y el tiempo consumido que es incapaz de mantenerse en el mismo plano de realidad que el resto de seres humanos alrededor; estos minutos iniciales transcurren a un ritmo lento pero sólido, y son vitales para entender al detestable personaje, su egocentrismo y egolatría disfrazada de responsabilidad. El embrollo empieza no sólo con un despiste de su parte, sino por culpa de la dificultad de los ingleses para comunicarse, un recurrente en la película:
Cuando el revisor de la estación en la que se encuentra para tomar un tren a una reunión de profesores en Norwich le indica mal el andén la situación arrastra a Stimpson a una progresiva escalada de abatimiento, y el actor se toma muy en serio lo de interiorizar su frenesí desesperado. Así que la historia se construye durante la marcha, por carretera, por caminos, por prados, por bosques; Cleese y una preciosa Sharon Maiden como la vecina del protagonista, que, ilusa ella, ha accedido a llevarle en el coche de su padre hasta Norwich. Lo que tal vez no logre captar la atención del espectador es sin duda su tono, su estilo.

Y no hay mejor adjetivo para definir a “Clockwise” que el de “inevitablemente británica”. Aquí tenemos a un hombre maduro cabezota e irritante y una chica encantadora y carismática; la mujer del primero, los padres de la segunda y la policía van tras ellos, la trama evoluciona según los accidentes y los encuentros fortuitos que sufre la atípica pareja...sin embargo el guión está despojado del artificio, el ruido y el disparate que caracterizarían a una producción como esta de ser norteamericana. No hay una conjunción de catástrofes, a lo sumo una serie de incómodos y desgraciados infortunios.
El humor de Frayn es sutil y socarrón, y Morahan dirige sin exageraciones innecesarias, así que el delirante absurdo de los Monty Python al que desde siempre ha estado ligado Cleese no se atisba en ningún sitio. El film despega levemente con algunos instantes simpáticos donde se puede atisbar auténtico ingenio, pero no ofrece un entretenimiento alocado; el director mantiene los pies en la tierra todo el rato sin dejarse llevar por la locura. Tampoco los personajes, y esto es lo peor del asunto, se desarrollan como debieran; los secundarios son simples “sideshows” de Stimpson, y éste está construido de un modo tan incomprensiblemente obtuso, tan críptico, que ese esfuerzo por evolucionar nunca se consuma en pantalla...

Parte de la gran culpa la tiene el clímax. La recompensa por tanta humillación personal y tanto acoso de los elementos deberían devolver al profesor la dignidad y el honor ante sus detractores y perseguidores...y por desgracia no sucede. No existe aquí el llamado “grand finale”, todo se derrumba en la frialdad, la indiferencia, y se nos deja esperando algo que no llegará...
Cleese, que actuó a las órdenes de Frayn en contra de su instinto, señalaría a lo largo de los años su certeza de que la película no iba a funcionar para el público, menos en EE.UU., y el principal problema era ése: la ausencia de un auténtico remate. Pero hay otros tantos, por ejemplo: ¿por qué demonios actores secundarios tan brillantes están tan desperdiciados? (¿y más que ninguno, Penelope Wilton?).
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