Trailer (INGLÉS)
- Sinopsis
- Una editora literaria (Audrey Totter) encarga al detective Phillip Marlowe (Robert Montgomery) encontrar a la misteriosa mujer de su jefe (Leon Ames), que supuestamente ha huido con un amante (Richard Simmons) y tal vez ha provocado una muerte. (FILMAFFINITY)
- Género
- Cine negro Intriga Policíaco Crimen Navidad Cine experimental
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1946 / Estados Unidos
- Título original:
- Lady in the Lake
- Duración
- 105 min.
- Guion
- Música
Un experimento fallido
24 de junio de 2007
La dama del lago es conocida por estar rodada en cámara subjetiva. Es muy probable que si no fuera por esta filigrana la película sería bastante menos conocida ya que como ejemplo de cine policiaco de los cuarenta los hay mucho mejores sin recurrir a esta discutible técnica, que además acaba jugando en contra del conjunto de la película dándole un aire de confusión y cierta falta de respeto al espectador un poco molesto.
Una pena ya que la excelente novela de origen, obra del maestro Raymond Chandler, hubiera sido suficiente para dar pie a una auténtica obra maestra, pero Robert Montgomery (de quien aprovecho para reivindicar su excelente y desconocida "Persecución en la noche" ) no aprovecha la profundidad de base y supedita toda su efectividad a un virtuosismo de dudosa eficacia.
No obstante su lograda atmósfera, la excelente fotografía y unos buenos actores la ayudan a inscribirse con derecho propio dentro del buen, que no del mejor, cine negro de la época convirtiéndola pese a sus defectos en una obra recomendable.
Una pena ya que la excelente novela de origen, obra del maestro Raymond Chandler, hubiera sido suficiente para dar pie a una auténtica obra maestra, pero Robert Montgomery (de quien aprovecho para reivindicar su excelente y desconocida "Persecución en la noche" ) no aprovecha la profundidad de base y supedita toda su efectividad a un virtuosismo de dudosa eficacia.
No obstante su lograda atmósfera, la excelente fotografía y unos buenos actores la ayudan a inscribirse con derecho propio dentro del buen, que no del mejor, cine negro de la época convirtiéndola pese a sus defectos en una obra recomendable.
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33 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Subjetividad
21 de marzo de 2011
Primera y creo que única película rodada íntegramente bajo el peso del plano subjetivo (a exceptuar el prólogo, un intermedio explicativo y el epílogo). El mismo año, Delmer Daves, consiguió integrar unos treinta minutos de película narrado con plano subjetivo en La senda Tenebrosa. Pero a diferencia de este trabajo de Montgomery, Daves intercalaba el plano subjetivo del personaje de Humphrey Bogart, con el resto de planos objetivos necesarios para hacer avanzar la historia. Incluso el motivo del uso del plano subjetivo no era un mero capricho artístico, sino que era fundamental para la historia.
Los tres momentos en que Montgomery deja el plano subjetivo son para mostrarnos al propio actor-director hablando a la cámara tras la máscara del personaje que interpreta: Phillip Marlowe. Fallo garrafal de Montgomery al no poder desembarazarse del encorsetamiento literario.
De nuevo, con la materia prima del novelista de moda de los cuarenta en Hollywood, Raymond Chandler, Robert Montgomery realiza su primera incursión en la dirección (aunque dirigió -sin acreditar- escenas que Jonh Ford no pudo rodar debido a problemas de salud en el drama bélico No eran imprescindibles) con una propuesta arriesgada, inicialmente interesante y finalmente insoportable.
El empleo continuo del plano subjetivo tiene un hándicap importante. El actor debe mirar a la cámara sin por ello perder la naturalidad. El espectador no debe ver al actor como si se encontrara en una sala de reconocimiento tras un falso espejo, sino que tiene la difícil tarea de obviar la cámara que se interpone entre el actor y el espectador. Cuando no existe naturalidad en casi ninguna de las representaciones, se rompe el encanto del Hollywood dorado. Audrey Totter está infumable en toda la película y desgraciadamente, representa al personaje con más minutos en pantalla.
El problema de supeditar toda una historia a un tipo de plano es que la imagen acaba arrugada bajo la absurda imposición. El plano, siempre debería ser funcional, y si desgraciadamente es gratuito o simplemente sobre informa al espectador distraído, debería al menos, tener la fuerza para sustentar la escena de forma aislada. Pero para ello debe haber un trabajo de puesta en escena que rara vez es eficiente. A pesar del virtuosismo de la propuesta, sólo alguna escena, con juegos de espejos y escondiendo de manera loable la cámara, podría ser recordada como meritoria.
Los tres momentos en que Montgomery deja el plano subjetivo son para mostrarnos al propio actor-director hablando a la cámara tras la máscara del personaje que interpreta: Phillip Marlowe. Fallo garrafal de Montgomery al no poder desembarazarse del encorsetamiento literario.
De nuevo, con la materia prima del novelista de moda de los cuarenta en Hollywood, Raymond Chandler, Robert Montgomery realiza su primera incursión en la dirección (aunque dirigió -sin acreditar- escenas que Jonh Ford no pudo rodar debido a problemas de salud en el drama bélico No eran imprescindibles) con una propuesta arriesgada, inicialmente interesante y finalmente insoportable.
El empleo continuo del plano subjetivo tiene un hándicap importante. El actor debe mirar a la cámara sin por ello perder la naturalidad. El espectador no debe ver al actor como si se encontrara en una sala de reconocimiento tras un falso espejo, sino que tiene la difícil tarea de obviar la cámara que se interpone entre el actor y el espectador. Cuando no existe naturalidad en casi ninguna de las representaciones, se rompe el encanto del Hollywood dorado. Audrey Totter está infumable en toda la película y desgraciadamente, representa al personaje con más minutos en pantalla.
El problema de supeditar toda una historia a un tipo de plano es que la imagen acaba arrugada bajo la absurda imposición. El plano, siempre debería ser funcional, y si desgraciadamente es gratuito o simplemente sobre informa al espectador distraído, debería al menos, tener la fuerza para sustentar la escena de forma aislada. Pero para ello debe haber un trabajo de puesta en escena que rara vez es eficiente. A pesar del virtuosismo de la propuesta, sólo alguna escena, con juegos de espejos y escondiendo de manera loable la cámara, podría ser recordada como meritoria.
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24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
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