El beso revelador (1938)

Llevan ya mucho tiempo juntos y se ve que es un toma y daca continuo de frases de amor, de adulaciones, de besos y demás halagos entre ellos que se derriten, qué maravilla, qué feeling que tienen, pero él es un intransigente, siempre lo ha sido, y aunque no tiene ojos nada más que para su amor, el trabajo es lo primero para él; como fiscal del distrito más que trabajo tiene verdadera afición a llevar a los asesinos a la silla eléctrica... Y eso a ella la descoloca un poco, no por si pudiera ser más benévolo con los reos, sino porque a veces la presta poca atención o no toda la que se merece.

Hoy día se conoce con el término muertes por violencia de género y se lleva una estadística. Antes se llamaban crímenes pasionales y también se llevaba una estadística. Con el beso revelador el fiscal del distrito tomará una decisión que convertirá la relación pasional en un thriller de juicios más aleccionador que otra cosa. Hay que verla con la perspectiva adecuada.

El Beso Revelador es una de las películs más flojas de uno de mis directores favoritos del cine más antiguo. Si bien nos da pinceladas de su mejor versión, Whale se mete en una historia que no le va en absoluto bien.

Las interpretaciones están al mismo nivel de una película que deja con el sabor de boca de no haber visto nada trascendental. Tan sólo un acertado Warren William se salva del reparto. La historia tampoco goza del suficiente interés, ni de la suficiente fuerza, a pesar de los intentos de Whale de reavivar la llama continuamente.

Un título que sirve más de relleno que para otra cosa. El director es capaz de algo mucho más serio de lo que nos muestra en pantalla, como ya demostró en la mayoría de sus películas. No es que sea tan mala, es simplemente que nos tiene acostumbrados a un nivel bastante menos mediocre.