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54 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Rififí significa enfratamiento entre bandas rivales
Película de Jules Dassin, realizada durante los años de exilio en Europa a causa de la "Caza de brujas" en EEUU. Basada en la novela de Auguste Le Bretron, contó con un presupuesto exíguo. Obtuvo el premio al mejor director del Festival de Cannes.

La acción tiene lugar en París en 1954. Narra la historia de un expresidiario, Tony Le Stephanois (Jean Servais). Tras cinco años de presidio se encuentra abandonado por su amante, Mado (Marie Sabounet), se topa con grandes dificultades para conseguir empleo, agota sus recursos económicos y decide retomar las actividades delictivas. La película habla de amistad, venganza, trabajo riguroso, violencia de género, delación, infancia, reinserción social de exreclusos. Es destacable el nivel de detalle y precisión con el que es descrito el atraco a la joyería, en una escena de 32 minutos, en la que el silencio, la ausencia de música, la escasez de luz y la narración visual, crean un clima de tensión, que atrapa al espectador hasta convertirlo en partícipe de la acción. Se condena sin paliativos la violencia contra la mujer en una secuencia escalofriante, cuyo punto culminante se narra en fuera de campo. Las secuelas en la espalda y hombros de Malo se muestran en una escena posterior. El trabajo bien preparado, hecho a conciencia y realizado con atención, es garantía de éxito, incluso cuando el objetivo es un atraco, siempre que nadie incurra en una ligereza por exceso de confianza. La perfecta realización de la operación da paso a un giro dramático, que gradualmente se eleva a trágico. El autor añadió una escena que condena la delación, en clara referencia al daño terrible que causaron las que arrancó el Comité de Actividades Antiamericanas. La maldad de los delincuentes, contrastada con la deliciosa inocencia de un niño de 5 años, en algunos casos se combina con respuestas heroicas, que denuncian la pobreza de medidas de reinserción del sistema penitenciario.

La música se basa en una partitura de melodías jazzísticas, de ecos dramáticos y fatalistas. Se incluyen fragmentos de bandas sonoras: "El salario del miedo", "Moulin Rouge" (1952) y otras. La fotografía acentúa la iluminación sombría de las escenas. El director se negó a rodar exteriores en días de sol. La obra comienza con el plano de una mesa de póquer, que anticipa la aventura y los riesgos de la acción. Contiene travellings, movimientos de cámara y una capadidad de inventiva cinematográfica, que evidencian un excelente montaje y una soberbia dirección. La entrada en París de Tony con el niño es antológica. El guión, con diálogos de Auguste Le Breton, desarrolla una historia fascinante. La interpretación, a cargo de actores olvidados o poco apreciados, es acertadísima. La dirección aporta una enorme riqueza de detalles y matices e imprime a la acción un ritmo absorbente.

Película que transformó el panorama del cine negro y le dio impulso. Obra cumbre del género, de obligada referencia.
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130 de 142 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
RIFIFI, ESA PALABRA QUE NADIE ENTIENDE Y QUE NO APARECE EN EL DICCIONARIO
Basado en las obras del autodidacta escritor francés, Auguste Le Breton, sobre el detective Mike Cappolano que iniciara con el título de Rififi en el año 1953 en la forma de un romance ambientado en el parisino barrio de Montmartre, y que diera pie a toda una saga de novelas posteriores con el título de Rififi en tal o cual sitio...

El cineasta norteamericano Jules Dassin, hijo de un barbero judío de nacionalidad rusa, fue uno de los perjudicados durante la famosa "caza de brujas" que diezmó el talento creativo de Holywood de 1947 a 1960 por obra y gracia de correveidiles comandados por el nefasto McCarthy...

Dassin emigró a Francia e ideó este proyecto con el beneplácito de una crítica francesa que llegó a considerar la cinta como una obra maestra del género azabache...

De hecho, Francois Truffaut dijo de ella que era la mejor muestra de cine negro que jamás hubiera visto...

Una de las llamadas "heist films" o películas sobre robos que junto con (las ya citadas por anteriores críticas de filmaffinity) obras tales como "La jungla del asfalto" de Huston o "Atraco perfecto" de Kubrick forman el olimpo de este género cinematográfico...

Con música de M.Phillipe y George Auric, el mismo que firmara la ambientación sonora del "Moulin Rouge" de Huston y con el tema principal "Le Rififi" de Jacques LaRue quien también colaborara en "Mouling Rouge" con el tema "It's April Again"... y una espléndida fotografía en blanco y negro a cargo de Philippe Agostini, la película es una memorable obra del film noir universal, narrada de manera inteligente y con una ambientación y puesta en escena realmente brutales... con unas actuaciones solventes, como la del efímero Jean Servais interpretando el papel de Tony le Stéphanois(Tony El Estefanés) ó la del también breve Carl Möhner como su compinche Jo le Suedois...

Un inolvidable paseo azabache por la ciudad de la luz, tomándonos sosegadamente un vermuth de la marca italiana Cinzano, y en su versión original en francés, con un final genuinamente noir y una escena sacada de la manga por Dassin de 32 minutos de auténtica tensión nuclear durante el robo a una joyería...

A la espera del estreno del remake en el 2007 del cineasta de "Melodía de seducción" Harold Becker con Al Pacino como protagonista me despido no sin antes referir que me parece casi inmejorable por su...Véala y júzguela ud mismo.

M E M O R A B L E.
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108 de 125 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén
Padre, Hijo o Espíritu Santo. Qué más da. El caso es que “Rififí”, desde ayer mismo, ha logrado completar —junto a “La jungla de asfalto” y “Atraco perfecto”— mi particular Santísima Trinidad de pelis sobre atracos de visión imprescindible. Una Santísima Trinidad de la que no soy el único devoto (¿verdad, Normelvis?) y que, a partir de hoy mismo, me comprometo a ensalzar, alabar y glorificar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

¿Exagerado? Para nada. Ni un pelo. Es más, yo diría que “Rififí” podría, incluso, formar parte de otra Santísima Trinidad: la del cine francés. En este caso, junto a “La evasión” y “El salario del miedo”.

Las razones son muchas y variadas. Ya no se trata de que me encanten los thrillers o las pelis de cine negro de toda la vida. Ni de que adore las pelis protagonizadas por losers adustos de moral ambigua. Ni tan sólo de que me pirren las pelis que logran mantenerme enchufado hasta el último minuto. Lo que realmente destacaría aquí y ahora es que la peli de Dassin está muy bien contada. Y ésa es, a mi juicio, la principal virtud de “Rififí”. Una peli cuyo guión funciona con la precisión de un reloj suizo, cuyo ritmo no decae en ningún momento y cuya lógica interna resulta tan inquebrantable que no observo, por mucho que me esfuerce, ninguna secuencia remotamente gratuita, aleatoria o de puro relleno.

Pero si por algo ha pasado “Rififí” a la historia del cine es, sin lugar a dudas, por la célebre secuencia del atraco. Treinta y dos minutos de tensión y sudor a raudales en la que ninguno de los cuatro atracadores abre la puta boca. Treinta y dos minutos que inspiraron a Becker en su última obra (“La evasión”) y que constituyen, en definitiva, un ejercicio de estilo absolutamente prodigioso.

Otro factor que no quisiera pasar por alto es el de su tremenda carga erótica. Y no lo digo por la secuencia en la que se le transparentan los pezones a la novia de Mario. Me refiero, concretamente, a la secuencia en la que Césare, el milanés, cae bajo el fatídico influjo de una morena de rompe y rasga que canta una canción muy pero que muy sensual. ¿Su título? Como no: “Rififí”.
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72 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El factor humano
Antes de que las pelis de atracos perfectos fueran poco menos que elegantes y asépticos desfiles de modelos de exquisitos modales y cuya idea de drama parece ser quedarse sin muesli para desayunar, había quien intentaba recordarnos que tras aquellos hombres que trataban de reventar joyerías, hipódromos o bancos había, tal vez, alguna cosa que los asemejaba al resto de los mortales, una historia personal que permitía entender sus motivaciones, un código de honor, un atisbo de humanidad entre la podredumbre, moral y social, que les rodeaba: sentimientos que no nos eran extraños, deseos sencillos y entendibles, una familia tal vez. Vale, de acuerdo, aceptemos que “Heat” intentaba algo parecido y que no pocas pelis han intentado mostrar a los ladrones profesionales como algo más que simples canallas incapaces de sentir afecto por nada o nadie, pero no nos engañemos, la Santísima Trinidad la siguen conformando “Atraco perfecto”, “La jungla de asfalto” y “Rififí”.
Se hace difícil hablar de esta peli sin recurrir al spoiler, porque todo en ella parece pensado desde su desenlace, que supera la concepción fatalista de la vida criminal propia del “thriller” americano y que, tras una catarata de muertes a cual más dramática e imaginativa (alguna de ellas explícita y brutal, otras elípticas e incluso ribeteadas de poesía) llega, finalmente, bordeando el puro nihilismo vital, un nihilismo que se adivina ya, desde los primeros minutos del metraje, en el rostro adusto y desesperanzado de Jean Servais, tan inseparable de esta película como ese París bellamente fotografiado en un áspero y desabrido blanco y negro en que tiene lugar el grueso de la acción.
Intentaré no reventarle nada a nadie que no la haya visto, pero tampoco voy a ser nada original: las escenas de las idas y venidas de la casa de campo y del regreso final a París me parecen extraordinarias, el modo que tiene Dassin de modular de manera creciente la tensión, de dar vueltas y vueltas de tuerca hasta crear un clima cada vez más angustioso y casi irrespirable es propio solo de los grandes maestros del género. Y qué decir de la antológica escena del robo, un prodigio de concisión narrativa y de pureza cinematográfica, esa media hora en completo silencio en la que Dassin logra convertirnos en atracadores y consigue que sudemos y suframos con ellos como si nos fuera la vida en que no hubiera ruido alguno.
Esta escena, además, no es solo ejemplar desde el punto de vista cinematográfico, sino que funciona, en mi opinión, como metáfora o ilustración de la idea que subyace en el fondo de la peli. Tras toda la meticulosa preparación que exige el robo, tras la angustia y el padecimiento y los sudores de su ejecución, un simple gesto, humano y, por tanto, gratuito, inútil e inevitable, echa abajo la frágil arquitectura teórica del plan y pone en marcha la maquinaria del destino que, como llevábamos rato sospechando, les espera ineluctiblemente a los protagonistas. Y es que no somos nada, amigos.
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45 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El robo más grande jamás contado
La palabra francesa rififí significa rifirrafe, riff raff en inglés, refriega, pelea barriobajera a cara de perro, tangana de ratero... Un acertado y metafórico título para una película que esencialmente trata sobre eso, sobre cómo la carne de cañón, con el signo del fracaso escrito en la cara, lucha como gato panza arriba en su rutina delictiva. Clásico indiscutible del género noir, Rififi contiene todos los elementos, tan identitarios como imprecisos, que caracterizan al cine negro: hampa, realismo, reflexión social, mujeres fáciles pero de fatales consecuencias, claroscuros… Aunque el ingrediente por el que Rififi se ha convertido en modelo y referente ha sido sin duda la escena del robo, más de media hora que muestra hipnóticamente cómo la cuadrilla de hampones protagonistas ejecuta un grandioso hurto en una joyería, en completo silencio, sin música ni diálogos. Creedme, no resulta exagerado decir que sólo por esta escena merece la pena ver la película.
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31 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Cima en narrativa.
Una de las indiscutibles cimas del cine francés y una de las mejores películas de la Historia del Cine, una obra maestra sin discusión, de cine negro servido con extrema finura y precisión por el hoy poco valorado Jules Dassin.
"Rififí" tiene una atmósfera perfecta (en el mundo de los gángsters, las timbas, los cabarets y los bajos fondos) plasmada en una maravillosa fotografía de Philippe Agostini. "Rififí" es desencantada, pesimista, minuciosa, fría, directa, desinhibida, magistral, prácticamente perfecta, maravillosa: incluso su leve machismo se acomoda genialmente en el film. La secuencia de 32 minutos en silencio describiendo el atraco de la joyería es un hito de la Historia del Cine: una cumbre de narrativa, en silencio; los ruidos de los objetos, el sudor de los personajes, la tensión infinita..., aparte de ser, conceptualmente, de un ingenio formidable.
"Rififí" tiene diálogos afilados, directos, precisos y preciosos y no deja ni un cabo suelto en su guión a tres (Dassin, Wheeler y Le Breton): esa guerra entre bandas de rufianes está descrita magistralmente, se logra una radiografía social con trasfondo político realmente sobresaliente: la inutilidad del dinero ante la fragilidad de lo humano (los sentimientos, el amor...). Y de esa radiografía se extraen los personajes y sus interpretaciones: un pelín por debajo las chicas (único lunar diminuto del film: sobre todo la amante de Servais); ellos, increíbles, incluido el propio Jules Dassin como hábil y conquistador italiano. De Jean Servais decir que lo borda en un patetismo conmovedor, formidable y demoledor, rematado en un final insuperable, metafórico, lírico, letal (el niño con su pistola de juguete...).
Un doctorado en narrativa, una obra maestra antológica y exquisita, un clásico total y absoluto. Un arrebato, un film legendario. Amén.
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22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Obra Maestra. Gracias cine por seguir sorprendiéndome gratamente.
123/25(25/05/08-06/10/22) Obra maestra del cine. Con lo mucho cine que he visto, sobre todo antiguo, aún me llega a sorprender gratamente, como en este film francés, realizado por un norteamericano emigrado por la caza de brujas como Jules Dassin, con guión propio que adapta una novela de Auguste Le Breton ("Bob el jugador).

Una de los mejores muestras del "cine negro", lo tiene todo, atracos, mujeres fatales, secuestros, traidores, personajes que intentan huir de su destino de perdedor, y todo encaja como un reloj. Unos actores en estado de gracia, destacando Jean Servais, que realiza un trabajo enorme, con una solidez cumbre, un portento de actor.

El guión con muy pocos diálogos, es de obra maestra, sobresaliendo los 40 minutos del atraco en los que en silencio, sin pronunciar una palabra, sin música de fondo, casi de un modo documental, nos muestran el trabajo de unos profesionales, de matrícula de honor, que tensión, que suspense, im-presionante, una dirección cumbre, cuanto debieran muchos que se llaman directores de él. Y que decir del final... (me se cae la baba preso del Síndrome Stendhal), pues eso de Obra Maestra.

Recomendable a todos los que gusten de Cine con mayúsculas. Fuerza y honor!!!
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24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Cine negro de altura.
¿De qué va?:

Un ex presidiario se ve abocado tras su liberación a volver a las actividades delictivas. Junto a algunos compinches preparan un golpe maestro a una joyería.

Crítica:

Toda la esencia del cine negro se fundamentó siempre en lo mismo, la irresistible atracción por el crimen que tienen los seres humanos, su inconsciencia ante su destino, la necesidad de tener sueños imposibles basados en el delito, o la redención que a menudo no llega a tiempo. Si la película está bien hecha y los protagonistas tienen carisma, pronto el espectador compartirá esos sueños, olvidará el delito en el que se fundamentan, y deseará con todas sus fuerzas que esos tipos que viven al filo de la navaja consigan sus propósitos.

En Rififi, la mirada lánguida, inexpresiva de Jean Servais refleja como pocas veces se ha visto en la pantalla ese aire de perdedor, ese aceptado fatalismo ante el cual no se puede huir por muy profesional que seas o mucho empeño que pongas en triunfar, ya que el camino que has elegido solo tiene una meta, y es la autodestrucción.

Fantástica película francesa del director americano (a pesar de su nombre), Jules Dassin, uno de los damnificados de la caza de brujas de McCarthy que se tuvo que buscar las habichuelas fuera de Hollywood y a fe que lo hizo con clase. Un ritmo magnífico sostiene desde el principio una trama en la cual tiene cabida desde un robo de guante blanco rodado con una esquisitez que para sí quisiera Tom Cruise en sus misiones imposibles, hasta homenajes a Lang (ese globo volando al cielo cuando se llevan al niño bebe directamente de M, el vampiro de Dusserdolf), o algunos planos muy sorprendentes para la época de mujeres muy voluptuosas enseñando chicha (ojo a la mujer de Mario y sus transparencias con premio).

Cine de etiqueta negra.
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19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Para beber hasta las escurriduras
Difícil escribir algo sobre un clásico del cine negro como "Rififí", que próximamente veremos en un remake protagonizado por Al Pacino.
Esta obra del cine francés con todos los estigmas del cine americano de la época, recrea con acierto y precisión el supuesto atraco perfecto. La pericia y astucia que demuestran los ladrones al cometer el robo durante una media hora de metraje llena de tensión y silencio, es lo más sobresaliente sin duda.

Podríamos hablar de un guión colosal, aún siendo los diálogos escasos, pero la puesta en escena y la manera que tiene el director de mostrarnos los acontecimientos es algo que jamás he visto en una película. Nos muestra claramente cómo se suceden los hechos, sin escisiones, con clarividencia.
La tensión (tanto en el robo como la escena final de coche) se alarga minutos de más para provocar el nerviosismo en el espectador.

Sobre las actuaciones, el actor Carl Möhner (con el papel de Juan, el padre del niño) me parece que tiene una presencia increíble, apoderándose de todos los planos de la pelicula en los que aparece.

El resultado final me deja un buen sabor de boca al haber visto una película tremendamente dirigida, con planos de aplauso, como el introducir a personajes usando los espejos.
Perfecto montaje para una historia que quizás peque de simple y corriente vista en el 2006, pero es el tratamiento lo que halaga al espectador.
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21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Dassin resurge en Europa
Dassin es otro director del que no sé gran cosa, aunque su experiencia vital resulta fascinante (y terrible) a primera vista, siendo uno de los principales damnificados por la "caza de brujas" del senador McCarthy finales de los 40 y principios de los 50. El caso es que junto con Losey, Rossen, Ritt o en el lado opuesto Elia Kazan, es uno de los cineastas cuyas experiencias en aquella época repercutieron positivamente en sus filmes. En el 54, Dassin estaba en París sin un duro con que mantener a su familia, y se vio obligado a realizar este filme, basado en una novela que Dassin despiezó sin piedad hasta dejar únicamente lo que le interesaba: un atraco a una joyería y las consecuencias del mismo. Le Stephanois sale de la cárcel, enfermo y envejecido, y organiza el atraco con su antigua banda más un hedonista italiano (que responde a los rasgos del director) cuya posterior indiscreción hará que un gangster enemigo, pareja de la antigua chica de Le Stephanois, se disponga a hacerse con el botín, con resultados trágicos.
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18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Hasta que el destino decida su suerte
Tony, Jo, Mario y Cesar el milanés, se unen para llevar adelante un asalto definitivo: La joyería Mappin & Webb. Se necesita una planeación milimétrica y hombres de una estricta disciplina para llevar adelante el Gran Golpe, y por supuesto, hay que sujetarse estrictamente a lo planeado… ¡o la ejecución más perfecta puede transformarse en el más penoso fiasco!

Los cuatro aspirantes a nuevos ricos son individuos que, a medida que les vamos conociendo, les vamos cogiendo cierta simpatía porque tienen gestos en los que demuestran que aún conservan su corazoncito: Tony aún ama a su esposa, aunque ésta le haya sido infiel mientras él estuvo en chirona; Jo adora a su hijo y su relación familiar luce bastante satisfactoria; Mario es un buenazo y un leal amigo; y Cesar -“el hombre al que no se le resiste ninguna caja fuerte y el que no puede resistirse a ninguna mujer”- da prueba de un talento que ofrece confianza en el buen resultado de cualquier empresa.

Pero, aún no ha llegado el sensato día -el que traerá el cambio definitivo-, en que los delincuentes comprendan que, SIEMPRE que lo considere conveniente, el destino jugará sus cartas… y alguien será débil en algún preciso detalle que otro captará.

La novela de Auguste Le Breton, “Du Rififi chez les Hommes” (1954), interesó al director estadounidense, Jules Dassin, desde el mismo momento en que la leyó, y escrito el guion junto al autor y con la colaboración de René Wheeler, sería ésta su primera película en Francia a donde tuvo que partir luego de ser puesto en la lista negra por la HUAC. Por enésima vez, la muy burda política estadounidense de entonces, hundía a otro gran artista (director, guionista y actor)… y Europa le abría las puertas, pues, también con él, llegaba el Arte con mayúscula.

“RIFIFÍ’, palabra que Le Breton impuso en el argot francés como variación del español rifirrafe (contienda, riña), no obstante su escaso presupuesto, es un filme magníficamente logrado que, aunque toma elementos del mejor cine negro hollywoodense (“The roaring twenties”, “The asphalt jungle” …) desborda originalidad en hechos como llevar a cabo el golpe sin decir una palabra, apenas roto el silencio por leves golpes necesarios o accidentales; y esa manera de ejecutarlo con recursos probados y en general sencillos, pero de la más alta efectividad, nos llenan de admiración por esas singulares inteligencias que, a veces, extrañamente toman el mal camino.

Con actores de poco cartel: Jean Servais, Carl Möhner, Robert Manuel, Magali Noël… y hasta el mismo Jules Dassin (quien usara el seudónimo Perlo Vita para representar a Cesar el milanés), “RIFIFÍ”, guarda sus mejores bazas en la brillantez de su trama, donde, lo humano y las relaciones familiares, también tienen un alto lugar, contrapuesto a uno de los mejores golpes cinematográficos de toda la historia que, no por nada, daría lugar a incontadas imitaciones dentro del cine… y hasta en la vida cotidiana.

P.D. Se me ocurre pensar que, Stanley Kubrick, probablemente se acordó de este brillante filme al momento de realizar “The Killing”, y de Rififí surgió el nombre que le puso a la perrita clave de su película: Fifí.
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14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Para verla sin pestañear... Exageradamente buena...
Me voy a quedar corto, lo sé. Las palabras que necesito para elogiar "Rififi" nunca van a ser suficientes. El despliegue que hizo el norteamericano Dassin en esta película queda para la historia, con un maravilloso B/N, con unos actores en estado de gracia y toda la intensidad puesta para el beneficio del espectador. Dos horas de cine de máxima calidad, con el interés propio de la trama desde el primer minuto al último, por saber cómo acabará el atraco mejor explicado y ejecutado de la historia del cine y por conocer el destino de los cuatro hombres que lo protagonizan. Hay de todo, mujeres malas, tiros, correcalles, tensión, incertidumbre, venganza, mala leche de unos y de otros, y hasta 40 minutos de silencio que pasan como un fulgor.

Cuando he percibido que el renombrado y conocido silencio (desde el inicio del atraco hasta el final del mismo) ha pasado como un destello, es cuando me he dado cuenta de que estaba ante una obra maestra. Porque nadie mete en mitad de una película ese larguísimo silencio sin salir escaldado y Dassin sin embargo sale engrandecido, dando pie a la parte final de la película, la del "post-atraco", conectada brillantemente con lo que queda detrás. Hay acción, hay sentimientos desatados y una cámara bien puesta siempre, en el mejor lugar para enseñar exactamente lo que necesitamos ver. Sin dobleces, sin dobles sentidos, al grano, no hay que especular con lo que sucede porque nos es enseñado tal cual, como observar uno de los brillantes robados como es, así es Rififi, una joya que vista una y otra vez sigue brillando igual.

Me he quedado con la bocaza abierta, lo reconozco: las calles de París y el buen sabor añejo, como todo lo que pasando el tiempo ve potenciado la calidad de su sabor. Es imposible pedirle más a una película, con independencia de los gustos por un género u otro, "Rififi" supone un techo no sólo para el cine negro sino para el cine como expresión artística.
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15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Tito Tony
Nunca se contó mejor un atraco, ni con menos palabras. De un proyecto que en sus orígenes estuvo trufado de dificultades: director perseguido (caza de brujas), falta de dinero, encontronazos con el autor del texto, actores poco experimentados...nació una obra maestra, referente imprescindible para las películas que sobre el género de robos se hicieron después.

Jules Dassin, como tantas veces en la historia del arte y la creación, hizo de las carencias virtud y aprovechando un episodio de una durísima novela de Auguste Le Roche (que tras pelearse acabó colaborando en el guión) redondeó, también con la pluma de René Wheeler, un relato sincronizado de vida y muerte, para mayor gloria del Cine Negro.

El exilado director estadounidense consiguió casi sin proponérselo y gracias a su buen oficio, esta vez bajo bandera francesa, ganar el Festival de Cannes de 1955 y hacer muy popular en su momento la película. Como dato anecdótico señalar que el gobierno mexicano del momento llegó a prohibirla por dar demasiadas pistas sobre cómo llevar a cabo un atraco con garantías de éxito.

Rififí, para los interesados en cuestiones semánticas es una palabra de los bajos fondos parisinos que significaría algo así como pelea, bulla, descontrol..., nuestro equivalente, que procede del término francés, sería rifirrafe.

Rififi, como no podría ser de otra manera, está rodada en un blanco y negro de excelente calidad fotográfica y además de la famosa, larguísima (que se os hará muy corta) y rítmica (sin música) escena del robo, tiene, para mi gusto uno de los momentos más alucinantes que he vivido en el cine: la inocencia juguetona y vitalista viaja en el mismo coche que viajan el fracaso, la angustia y la agonía mortal.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Maravillosa y perfecta !!!!!!!!
Rififi es una palabra bastante citadina, casi encerrada en las malas calles de Paris, por eso no es raro desconocer su significado, en español es lo que se conoce como rifirrafe y esta condicionado sinónimos como gresca, rivalidad o contienda con alguien, repito que es un término poco utilizado, o mejor dicho un vocablo para un circulo en especial. Dassin (en su momento ayudante de Hitchcock) rueda su primer filme fuera de Estados Unidos luego de ser un director de renombre con títulos como La Ciudad Desnuda o Mercado de Ladrones, Dassin cayó en la lista negra de directores que se les vinculaba al comunismo, lo que lo obligo a pasar muchos apuros y a huir a Europa por su propia seguridad y la de su familia, fue ahí donde el proyecto de Rififi cayó a sus manos, al principio Dassin no estaba muy seguro de rodar el filme, sin embargo la necesidad hizo que se forzara aceptar el trabajo, trabajando con un presupuesto mínimo (que lo forzó hasta actuar el mismo) Dassin da una lección magistral de que el cine es creatividad y actitud, y sobre el arte sublime de contar una historia por medio de imágenes (algo que se le suele olvidar a los cineastas modernos), ambientado en Paris Tony ha salido de la cárcel para tratar de poner su vida en orden, sin embargo como es común el pasado lo atrapa y lo reúne con su antigua banda para planear lo que será el atraco que les asegurara tranquilidad de por vida, debo decir que esa secuencia del robo es una maravilla completa, una de las mejores escenas de la historia del cine, una secuencia que resume en imágenes todo lo que el cine vale como arte y expresión, luego la historia toma otro camino en donde el antihéroe protagonista en medio de su redención toma decisiones que anteriormente le hubieran parecido absurdas, el desenlace es contundente y la idea del que mal siempre debe pagar prevalece, aunque como es costumbre en el cine negro el mal y el bien están trazados por una débil línea que no se percibe. Dassin hace de los pocos recursos un filme de culto, una muestra natural del que cine de calidad no necesariamente requiere de grandes presupuestos o grandes estrellas, lamentablemente Rififi es un filme casi olvidado, que hay que ir recuperando poco a poco, porque en su estilo y naturalidad hay mucho que admirar y aprender.

Lo Bueno

El corte a lo cine negro es simple pero funcional, cada personaje esta creado y desarrollado de gran forma, en este caso Rififi casi es una cuna para otros filmes que vinieron después.

El guion une sus piezas magistralmente, no recuerdo últimamente haber sentido tanta tensión en un filme, ya lo dije y vale la pena repetirlo la escena del robo es maravillosa. (el toque del paraguas deja con la boca abierta)

El aprovechamiento de los pocos recursos, el cine es contar historias con imágenes y Dassin acá lo entiende perfectamente.

Un filme emocionante de principio fin, una vista obligatoria.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Cine negro en estado puro
Cine negro en estado puro, y acta fundacional de un subgénero cinematográfico de gran éxito hasta nuestros días, el de los grandes robos.
La película es un pequeño milagro, realizada con un presupuesto ínfimo, por el gran director norteamericano Jules Dassin, exiliado y aún perseguido en Europa a consecuencia de la caza de brujas de Hollywood, lo que le llevó a un largo periodo de varios años sin dirigir, hasta este film. Las limitaciones de presupuesto impusieron un reparto prácticamente desconocido, (incluso el propio Dassin interpreta, muy bien por cierto, a uno de los personajes) si bien eso resulta al fin una ventaja para dar más realismo a la historia.
Como en "Noche en la ciudad", película del mismo director ambientada en Londres, la ciudad, en este caso París, aparece retratada de manera magistral, siempre gris, lo que da un aire plomizo y fatalista al conjunto.
La historia adapta una novela de gran éxito de André le Breton, ambientada en el mundo de los bajos fondos parisinos como una galería de personajes e historias variadas, el gran acierto de Dassin es la elección de un pequeño episodio de la historia original, el del robo de diamantes, integrándolo con una historia de pasión y venganza entre dos hampones rivales, y los distintos tipos que se mueven a su alrededor.
Destaca especialmente la escena del robo, rodada con todo detalle y sin sonido alguno, como si un robo auténtico se estuviera cometiendo delante de los espectadores.
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16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Lecciones de cine entre franceses.
Esta película está basada en una novela de Auguste Le Breton, y el mismo François Truffaut dijo textualmente: “de la peor novela que he leído, Dassin hizo la mejor película de cine negro que he visto nunca”

Decide prescindir de casi la totalidad de la novela (repleta, en palabras del propio Dassin, de chulos y prostitutas, además de un montón de asesinatos y cierto sadismo) y articular el guión alrededor del robo de la joyería (que apenas ocupaba una decena de páginas en el libro), alargando su duración más allá de media hora de metraje, empleando asimismo el novedoso recurso de rodarlo en casi completo silencio, sin música, solo con el sonido sofocado de los propios atracadores.

Dassin demostró su maestría con una dirección que evidencia un enorme dominio de la puesta en escena, una cuidada composición y planificación del montaje de las secuencias, un excelente retrato de los ambientes del hampa parisina y una cierta inmoralidad en el tono que hace que nos pongamos del lado de unos personajes marcados por su destino.
En el robo, que dura aproximadamente 35 minutos, no hay ni música ni diálogos; sólo hay miradas, de todo tipo:- expectantes, nerviosas, decididas, satisfechas…-, gestos, una puesta en escena matemática en la que cada pieza tiene que moverse como debe para no estropear nada de lo ideado por un ladrón desencantado de la vida, pero con una mentalidad prodigiosa para cometer el tipo de delitos que planean perpetrar con precisión.

Las secuencias de los robos y de los entrenamientos son un auténtico documental práctico, rodadas con precisión y sin énfasis en los casi inexistentes movimientos de cámara, buscando la esencia y la pureza en la ejecución pero generando tensión. La forma de llegar al espectador es fría y calculadora, es una cinta que ha de vivirse de forma intensamente emocional pero que se nos presenta de forma cerebral sin exageración en la representación de los actores ni en la forma de rodar; como la literatura existencialista, donde la condición humana es representada con una prosa impávida y casi geométrica que trata de trascender para, mediante ella, llevar a la reflexión. El uso de la elipsis encaja particularmente bien con la economía de esta película eliminando lo accesorio e, incluso, lo no tan accesorio.

Dassin trató de alejarse de lo teatral empleando un montaje agresivo, usando el fuera de campo..., es decir, usando recursos puramente cinematográficos y alejándose de un cine clásico más explicativo y redundante. Con ello busca completar la realidad sin desvirtuarla, por tanto todo lo que suene a explicación sobra en su cine.

Este cine es de robos, o de ladrones si se le quiere llamar así, pero hay más: es cine negro en estado puro donde personajes del mundo del hampa tienen un protagonismo especial; pero también es drama, pasión, amor y desamor, una película de cine negro que no sólo guarda en su esencia este género sino muchas más cosas. Los personajes que cometen el robo llevan una vida con ellos, un bagaje, que los hace ser como son y moverse de la manera en la que lo hacen; son duros y lo demuestran, como los mafiosos que quieren jugársela a los protagonistas
Las imágenes son directas y de una sencillez que las hace cercanas porque Dassin nos cuenta lo que pretende sin querer despistarnos. Esto no es cine experimental sino cine clásico y de género negro dirigido por un auténtico virtuoso. El componente clásico en la dirección, en la forma de captar las imágenes, se aprecia claramente; pero el montaje tiene algo de modernidad: se hace muy dinámico; parecen pasar muchas cosas y a un ritmo primoroso, aunque sabemos siempre donde estamos porque no hay precipitación.

Dassin se recrea en la preparación y en el robo con la artesanía que le caracteriza, aderezada con una minuciosa planificación de escenas a la hora del ajuste de cuentas de la segunda parte del metraje. Esa contención en el robo y las diversas soluciones visuales del engranaje posterior nos ofrecen la perspectiva de un director versátil y comprometido con la imagen, no sólo con el guión. Son curiosos esos contrastes entre la serenidad callada del robo y la agitación de la segunda parte de la cinta; entre la crudeza de los clubs y la idealización de la vida familiar de los protagonistas y su inquebrantable amistad.
Por poner alguna nota negativa, podríamos hablar del manierismo extremo de la puesta en escena, académico, quizás, en demasía (cada plano, cada secuencia, están pensados con un mimo a ratos agotador por pura acumulación de astutas soluciones visuales). Se percibe impostura, algo de rigidez, de anquilosamiento que encaja mal con las bazas de realismo de bajos fondos que también plantea Dassin.

En todo caso, esta película se erige como una obra cumbre de su época por ser de lo mejor del cine noir europeo, por su exactitud en los preliminares y ejecución del robo y porque, no cabe duda, Jules Dassin era un cineasta prolijo en detalles, ingenioso y de una expresiva capacidad visual que va más allá de una narración meramente funcional y convencional.

En resumen, una obra maestra de su género que no tuvo nada que envidiar a los clásicos que protagonizaban como churros Humphrey Bogart, James Cagney, Paul Muni y, más cercano a la actualidad, Al Pacino.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Hizo escuela
Una mezcla de Ocean’s eleven, Casablanca, I Soliti Ignoti, lo sería si no fuera porque es anterior a ellas y mejor. Como decir que éstas son hijos “naturales” y destemplados de la que nos ocupa. Le esperaba el destino de las grandes, el grado de su fama no es comparable al de su influencia en el cine.
La película va adquiriendo espesor al mismo tiempo en el suspense y en su calado humano, hasta un final en que lo humano desbanca al suspense. Se van abriendo espirales hasta que van quedando frente a frente y a pelo la muerte y la vida, en un mano a mano. Al final una abre a la otra. O la otra a la una.
Al pobre Bassin le surgió la posibilidad de hacerla en una situación humana que caracteriza también a las grandes obras: situación límite. Lo imagino agarrado a ella como a un clavo ardiendo, febrilmente. Le acechaban el hambre y el oscuramiento de las listas negras mcCartistas, una iniquidad grotesca cuyos nefastos tentáculos llegaban y llagaban hasta a Europa, en particular a Roma, que le expulsó. L’affaire Dassin ofendió a Francia, y en Francia hizo la obra maestra, en un París que quería sólo lluvioso, o nocturno. Algo fantasmagórico, pero real. Negro, pero puro. Lleno de carteles publicitarios de la época, justo lo que la banda pretende profanar: un templo del dinero, la joyería Mapp &Webb.
Algunas escenas, como la de la orquesta que se despierta, naciendo así la música al mundo, como la vida; la de la orgásmica penetración en la caja fuerte, en que pasan 15 minutos sin sonido y no te enteras; y la final
El mismo ritmo de la cinta, debido al montaje, contribuye al éxito.
Es la mejor película de robos.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Cumbre del cine negro. Cumbre del cine francés. Cumbre del cine de todos los tiempos.
Joya del cine de todos los tiempos. Para amantes del cine de robos y atracos. Para amantes del cine negro. Para amantes del cine en general, he aquí una película que es imposible que deje a nadie indiferente.
Dirigida por Jules Dassin, ( " La ciudad desnuda"," Noche en la ciudad", " Mercado de ladrones") y rodada con poco presupuesto, es un magnífico ejemplo de cómo una película puede ser brillante sin necesidad de gastarse un pastizal, contando eso sí, con un guion soberbio y preciso, unas magníficas interpretaciones, una gran dirección y un gran montaje.
Narrada con pulso y sin concesiones, no hay escena gratuita ni superflua. Cada fotograma está al servicio de la historia que nos quieren contar, sin adornos ni superficialidades, con lo que el espectador desde que se sienta en la butaca hasta el final, no podrá despegar los ojos de la pantalla.
Nos cuentan la historia de un hombre recién salido de prisión y abandonado por su antigua amante, que ante la imposibilidad de reinsertarse en la sociedad decide perpetrar otro atraco con ayuda de varios compañeros.
Toda la planificación y ejecución de ese atraco, narrado de forma realista sin la menor carga dramática añadida, resulta un prodigio de tensión y emoción rodado en absoluto silencio, a lo largo de media hora. Media hora silenciosa pero tan apasionante que tienes la sensación de que sólo han pasado cinco minutos. Eso es atrapar la atención del espectador y lo demás, tonterías.
Pero no es sólo eso lo único destacable.
La historia de nuestros protagonistas es magnífica. Cada uno de ellos con su pequeña vida, nos es mostrada haciendo que estos delincuentes se conviertan en seres humanos con sus cualidades y defectos, con sus pequeñas miserias y debilidades en un film donde muchos temas tienen cabida.
La violencia hacia la mujer, la soledad, la generosidad, la ostentación, la delación, la ambición...Todos estos sentimientos anidan en estos hombres y serán la causa y la razón que les motive a sus acciones.
Por eso les comprendemos tan bien y les acompañamos con todo el corazón en sus aventuras delictivas implicándonos emocionalmente en ellas.
No quiero adelantar más sobre este film, pues creo que merece la pena verlo sin saber nada sobre él.
Sólo señalar que en mi opinión, tiene uno de los mejores finales que he visto. Totalmente recomendable.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Auténtico cine negro clásico
A veces cuando empiezas una crítica, en tu cabeza te haces un resumen de la película, piensas en un suspense, en un thriller, una película dramática...yo creo que con esta película no hay duda ninguna, respira auténtico cine negro por los cuatro costados, hasta se puede oler si me apuráis. Ese olor a los bajos fondos, a gánsters, a mujeres cautivadoras...ese olor a las películas de Humphrey Bogart.

Es innegable que cuando una piensa en cine negro no le venga a la cabeza Bogart, en mi caso me pasó cuando vi el personaje de Tony, interpretado por Jean Servais. Un tipo duro, sin miedo, sin escrúpulos aunque con honor, noble, con principios morales sólidos hasta la médula. Como buen clásico, donde hay un hombre así, siempre hay una femme fatale, en este caso interpretada por Marie Sabouret, aunque en esta película casi es un personaje secundario, aunque vital para entender el personaje principal.

La película te engancha de principio a fin, desde el planeamiento del robo hasta su desenlace. La secuencia del robo, en un silencio casi sepulcral, me parece de lo mejor que se ha rodado en la historia del cine, sencillamente sublime. Te sobrecoge de tal manera que hasta sudas sentado en el sofá de la tensión que te produce.

Al final, cuando todo se tuerce, vuelve a aparecer ese tipo duro del principio de la película, ese hombre sin escrúpulos, sin sentimientos, que es capaz de hacer todo lo que se propone por venganza. Al más puro estilo Bogart.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Los gansters no deben enamorarse.
Las alabanzas unánimes y merecidas que ha recibido este film me inclinan a no repetirlas y a puntualizar sólo algunas consideraciones:

1a - Jules Dassin, a diferencia de compañeros como Elia Kazan, Robert Rossen y Edward Dmytriyk, no cedió ante el Comite de Actividades Norteamericanas y se marchó de Estados Unidos a hacer cine en Europa.

2a - Su filmografía define con una precisión parecida a la de Buñuel el carácter real de los hombres.

3a - El ritmo vertiginoso de sus mejores films y los brillantes guiones de los mismos (La ciudad desnuda, Mercado de ladrones, Noche en la ciudad) no permite aburrirse ni un segundo.

4a - No he conocido otro film donde la narración de un robo se detalle tanto que pueda convertirse en manual para ladrones. La censura franquista lo creyó así al suprimir, aparte de algunas secuencias eróticas, el modo concreto de silenciar la alarma de la joyería.

5a - Se refleja en la película mucho mejor la psicología auténtica de los gansters que en otros títulos como La jungla del asfalto, Atraco perfecto o Gran jugada en la Costa azul. Y en especial el ganster interpretado por Jean Servais, de muy mal carácter, pero con sentido de la amistad.

6a - El film no sólo es policíaco, sino sobre todo un drama muy inteligente sobre la necesidad, cundo se roba y se mata, de no enamorarse, de no tener esposa ni hijos, pues la clave del fracaso del robo consiste en la pasión erótica del italiano (Jules Dassin) y en el rescate del niño secuestrado.

7a - El método demostrativo con que se realiza el ingenioso robo lo repitió, en clave de comedia, Dassin en Topkapi, otro gran éxito del género.

8a - Dassin decayó en los años sesenta y ya no volvió a exhibir el talento de los cuarenta/cincuenta.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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