- Sinopsis
- Durante la Segunda Guerra Mundial, Washington ha visto notablemente incrementada su población y los problemas de alojamiento son cada vez mayores. Una chica se ve obligada a compartir su apartamento con dos hombres, lo cual provoca problemas de convivencia. Pero la situación se complicará todavía más cuando surge el amor entre ella y el más joven de sus huéspedes. (FILMAFFINITY)
- Género
- Romance Comedia Comedia screwball Comedia romántica
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1943 / Estados Unidos
- Título original:
- The More the Merrier
- Duración
- 104 min.
- Guion
- Música
Premios
En ocasiones el amor llama a tu puerta… y trae consigo a alguien que lo empuje
6 de julio de 2011
He aquí una comedia mordaz hasta el tuétano, pícara de la entrada hasta la salida, y divertida por donde se la mire. Transcurre en tiempos de la II Guerra Mundial, pero los dos caballeros que protagonizan la historia –no obstante que guardan su secretico- están por ahora más interesados en darle salida a un nuevo amor que florece, ¡pero no entre ellos!, sino entre el más joven, Joe Carter –quien se ha presentado como fabricante de cochecitos para bebés- y Connie Milligan, la arrendadora del medio apartamento que, los dos amigos, comparten medio de medio.
Pero, ocurre que a veces, el amor quiere entrarse por una rendija y necesita de alguien que lo empuje un tantico. Y así es como el primero en llegar no es Carter -el señalado por Cupido- sino el “millonario jubilado” Benjamin Dingle, un caballero astuto, con un inmejorable sentido de la oportunidad.
El filme se inicia mostrándonos el más delicioso contraste entre la Washington que describe un presentador y la que vemos en imágenes “documentales”. Al terminar, se nos hará ver, en un “interesantísimo” primer plano, la estatua de un almirante. El nombre… creo que es mejor olvidarlo, porque lo que importa es recordar la “frase inmortal” que aparece al pie del monumento: “¡Malditos torpedos. Avanzad a toda velocidad!” Esa frase retumbará en los oídos de Mr. Dingle, quien la asumirá como bandera para animar sus impulsos.
El director George Stevens, vuelve a contar con la estupenda Jean Arthur, a quien consideraba “una de las más grandes comediantes que hayamos visto en la pantalla”. Quien lo dude, no es sino que siga su trabajo junto a este director, o junto a Frank Capra, con quien también hizo maravillas. A ella, la acompaña otro lingote de oro llamado Charles Coburn, quien recibiría un merecidísimo Oscar. Y junto a ellos, Joel McCrea consigue ajustarse en su sereno rol de aspirante al corazón de la comprometida chica.
Con “EL AMOR LLAMÓ DOS VECES”, Stevens vuelve a demostrar su solvencia para la comedia, logrando un delicioso entramado con el que uno se ríe, se sorprende, se emociona, sacude la cabeza… y siente, con certeza, que hay un puñado de gente bien calificada detrás de todo lo que ahora está viendo.
Así son las buenas comedias, hacen que la alegría te recorra las entrañas.
Pero, ocurre que a veces, el amor quiere entrarse por una rendija y necesita de alguien que lo empuje un tantico. Y así es como el primero en llegar no es Carter -el señalado por Cupido- sino el “millonario jubilado” Benjamin Dingle, un caballero astuto, con un inmejorable sentido de la oportunidad.
El filme se inicia mostrándonos el más delicioso contraste entre la Washington que describe un presentador y la que vemos en imágenes “documentales”. Al terminar, se nos hará ver, en un “interesantísimo” primer plano, la estatua de un almirante. El nombre… creo que es mejor olvidarlo, porque lo que importa es recordar la “frase inmortal” que aparece al pie del monumento: “¡Malditos torpedos. Avanzad a toda velocidad!” Esa frase retumbará en los oídos de Mr. Dingle, quien la asumirá como bandera para animar sus impulsos.
El director George Stevens, vuelve a contar con la estupenda Jean Arthur, a quien consideraba “una de las más grandes comediantes que hayamos visto en la pantalla”. Quien lo dude, no es sino que siga su trabajo junto a este director, o junto a Frank Capra, con quien también hizo maravillas. A ella, la acompaña otro lingote de oro llamado Charles Coburn, quien recibiría un merecidísimo Oscar. Y junto a ellos, Joel McCrea consigue ajustarse en su sereno rol de aspirante al corazón de la comprometida chica.
Con “EL AMOR LLAMÓ DOS VECES”, Stevens vuelve a demostrar su solvencia para la comedia, logrando un delicioso entramado con el que uno se ríe, se sorprende, se emociona, sacude la cabeza… y siente, con certeza, que hay un puñado de gente bien calificada detrás de todo lo que ahora está viendo.
Así son las buenas comedias, hacen que la alegría te recorra las entrañas.
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15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Malditos torpedos!
9 de noviembre de 2010
‘¡Avanzar a toda velocidad!’
A George Stevens le podríamos englobar en uno de esos directores de oficio y de encargo al servicio de Hollywood (muchos ya quisieran los dos Oscars que consiguió por “Gigante” y “Un lugar en el sol”). Ojala la propuesta que nos presenta en “El amor llamó dos veces” se extendiese a todo el metraje como sus primeros veinte minutos. La siempre cuidada puesta en escena con esos dos troncos de dos árboles que cubren a los protagonistas, las puyitas a los japoneses (producción del año 43) son algunos de los múltiples detalles que ofrece la película para delirio y desenfrene de los más puristas adictos al cine clásico americano.
Desde que se va el viejo la cosa baja. Mucho, demasiado. Aunque siempre ligeras brisas pueden hacernos ver la capacidad que tenía Hollywood para realizar comedias románticas tan competentes. ¡Cómo llora Jean Arthur! Aunque siempre serás la Bonnie Lee de “Sólo los ángeles tienen alas”.
6 nominaciones y Oscar para (y por) los torpedos de Charles Coburn.
A George Stevens le podríamos englobar en uno de esos directores de oficio y de encargo al servicio de Hollywood (muchos ya quisieran los dos Oscars que consiguió por “Gigante” y “Un lugar en el sol”). Ojala la propuesta que nos presenta en “El amor llamó dos veces” se extendiese a todo el metraje como sus primeros veinte minutos. La siempre cuidada puesta en escena con esos dos troncos de dos árboles que cubren a los protagonistas, las puyitas a los japoneses (producción del año 43) son algunos de los múltiples detalles que ofrece la película para delirio y desenfrene de los más puristas adictos al cine clásico americano.
Desde que se va el viejo la cosa baja. Mucho, demasiado. Aunque siempre ligeras brisas pueden hacernos ver la capacidad que tenía Hollywood para realizar comedias románticas tan competentes. ¡Cómo llora Jean Arthur! Aunque siempre serás la Bonnie Lee de “Sólo los ángeles tienen alas”.
6 nominaciones y Oscar para (y por) los torpedos de Charles Coburn.
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
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